El socialdemócrata Olaf Scholz ha sido apoyado por 395 votos (de 707 escaños) para ser el nuevo canciller alemán, abriendo la nueva era tras Angela Merkel. 16 años han pasado desde que los socialdemócratas estuvieran al frente del gobierno.
El partido de Merkel obtuvo los peores resultados en su historial y sin Angela, la formación queda herida de muerte.
Han sido necesarios dos meses de negociaciones desde que el pasado mes de septiembre los socialdemócratas obtuvieran el 25,7% de los apoyos en los comicios, la mayoría de los obtenidos por todas las formaciones políticas, pero no los suficientes como para gobernar sin el apoyo de otras dos fuerzas políticas.
Un gobierno lleno de tensión
Scholz ha sido vicecanciller y ministro de Finanzas en el Gobierno de gran coalición que hasta ahora lideraba Angela Merkel. Es el noveno canciller de la República Federal alemana.
El gobierno que hoy se estrena será una triple alianza entre socialdemócratas, liberales y verdes («coalición semáforo»).
Los socialdemócratas estarán al frente de siete ministerios. Los verdes, de cinco. Los liberales de cuatro.
Al frente, el canciller socialdemócrata. El ministerio de Finanzas, para el liberal Christian Linder. El presidente de los verdes, Robert Habeck estará al frente del ministerio de Economía y Clima; y la presidenta de los verdes, Baerbock, liderará Exteriores.
La nueva ministra de exteriores ya se ha pronunciado públicamente sobre el posible boicot a productos chinos, así como a los juegos Olímpicos de invierno.
Una mezcla que conllevará tensas negociaciones. Por ejemplo, en ámbito de finanzas, el acuerdo previo ha sido no tocar los impuestos. Ni subirlos para los ricos, como querían en el SPD, ni bajarlos como querían los liberales: se mantendrán como están. Lo mismo sucederá con la ley de arrendamientos, que se mantendrá sin cambios importantes, ya que los socios de gobierno tienen posturas antagónicas.
Los puntos de desencuentro entre las formaciones políticas, especialmente entre los liberales del FPD y los socialdemócratas del SPD puede generar tensiones que pueden debilitar el gobierno alemán.
