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«Antes te decían que eras una puta. Ahora, que hay desamparo»

Entrevista a Consuelo García del Cid, escritora, investigadora, activista social y conferenciante sobre los reformatorios franquistas y la realidad de los menores tutelados de hoy

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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En 2012 publicó la primera edición de Las desterradas hijas de Eva, una historia que pone al descubierto el holocausto español sufrido por miles de mujeres durante la dictadura franquista a través instituciones creadas ex profeso para el control social de las mujeres. En 2015 presenta Ruega por nosotras, un ensayo sobre los reformatorios franquistas del Patronato de Protección a la Mujer. Es autora del libro de relatos Por lo que hemos sido (1980) y como poeta formó parte de las antologías Nueva Poesía Castellana (1979) y Peliart (1980). Obtuvo el Premio de Poesía Literaducto (1979); fue finalista del Premio de Novela Elyssée por su obra Una enjundia de nada (1978). Asimismo, preside la Asociación Desterradas hijas de Eva y mantiene una lucha individual contra las injusticias sociales.

¿Usted fue una niña tutelada?

No exactamente. Una cosa son los reformatorios franquistas y otra los centros de menores de ahora. Yo no estuve tutelada. Era peor. Mi familia pagaba por que yo estuviera allí. Esto es como si te meten en la cárcel y te pagan el alquiler. A mi me lo hacen de una forma especialmente salvaje. Es cierto que yo era muy rebelde. Soy de una familia burguesa catalana. Mi padre era abogado, mi madre bibliotecaria, y eran de derechas. Entonces yo no estaba de acuerdo absolutamente con nada de lo que veía, y me rebelaba constantemente. Mientras tú eres pequeña, estás sujeta a lo que tu familia te enseña. Por tanto, yo iba a colegios privados, pijos. Y yo no me enteraba de nada del país donde vivía. Sabía lo que pasaba en mi casa, pero no en España, hasta que me expulsan del colegio y voy a parar a una academia. Y allí empiezo a conocer a gente de todas las clases sociales. Ahí descubro que hay gente pobre, lo que es el proletariado, etc, etc, etc…Y esto, a mediados de los 70, franquismo ardiente. Y un hecho definitivo fue la ejecución por garrote vil del catalán Salvador Puig Antic. Yo voy a la manifestación que se convocó antes de la ejecución, porque se esperaba hasta el último momento la conmutación de la pena por parte de Franco. Y entonces, en un momento determinado, alguien grita: «¡Franco ha asesinado a Salvador!». Ahí la gente se volvió loca, empezaron a romper cristales, aquello fue brutal y yo jovencísima, ¿eh? A partir de ese momento, yo empiezo a manifestarme sin parar, en lugar de irme de discoteca el fin de semana o a ligar con chicos, porque lo mío nunca fue un problema de chicos, discotecas o drogas. No, no, no… lo mío era un tema de coco. Yo me manifestaba todos los fines de semana, todos.

había una fila de chicas con una bata de rayas verdes, y yo cuando vi sus caras… con más ojeras que ojos, ya supe dónde estaba

Y empiezo a cambiar mi indumentaria. Entonces, como en mi casa no me dejaban vestirme de determinada manera, no me dejaban las faldas largas, llevar cestos… yo tenía que salir vestida de mi casa de una manera y llevaba en el cesto la otra ropa, y me cambiaba en el ascensor. Y así hasta que -yo no me di cuenta absolutamente de nada- me siguieron. Es cierto que yo me movía por la Barcelona negra, por los locales más bohemios de entonces. Total, unos meses después, encienden la luz de mi habitación, tempranísimo, antes de las 7:00 de la mañana, mi madre y el médico de cabecera del Opus Dei de toda la vida. Estaba dormidísima, y me dicen: te vamos a poner una vacuna contra la gripe. Y yo: ¡¿cómo?! Y entonces me cogieron de los brazos, me metieron una inyección en la vena, y yo me duermo. Y cuando me despierto, estoy en una habitación que no conozco absolutamente de nada. La boca pastosa, como de lija…yo no sé cuántas inyecciones me pusieron, porque es imposible tener a una persona tanto tiempo dormida, porque hay 24 horas de mi vida que yo no sé dónde he estado. Y no sé ni cómo me trasladan. No tengo ni idea, porque además no me lo han querido decir nunca, ¿eh?. Entonces, era una habitación, había una cama, un armario y una cruz. A los pies de la cama una maleta de cuadros verdes. Yo la abro y veo que hay ropa de invierno, verano y otoño. O sea, como para quedarme mucho tiempo en ese sitio que yo no sabía qué era. La puerta estaba cerrada con llave y había una ventana con barrotes que daba a la calle. Por allí veía los coches pasar. Hasta que veo que en la matrícula pone M y supe que estaba en Madrid. Al cabo de un rato entra en la habitación una monja y me dice que estoy en un colegio de formación. Y le digo: pero, ¿cómo he llegado hasta aquí? ¿Dónde estoy? ¿qué es esto de un colegio de formación? En todos los colegios se forma… Este es un colegio para niñas que no están formadas. Y yo le digo: ¿no será un reformatorio? Y me dice: esa palabra no nos gusta. Y, entonces, ella cogió la maleta, atravesamos un pasillo larguísimo y había una fila de chicas con una bata de rayas verdes, y yo cuando vi sus caras… con más ojeras que ojos, ya supe dónde estaba. Este centro era en Padre Damián, 52 de las Adoratrices. Allí estuve algo más de un año. Horrible. Era una sistema penitenciario para menores.

el día que me dicen que esto se acabó, que salgo esa misma tarde, me despido de mis compañeras del patio y les digo: os juro que aunque pasen 40 años para que yo sea escritora, España entera se enterará de lo que hemos visto aquí

Entonces, a usted le preguntaban insistentemente si pertenecía al Patronato…

Y yo no sabía lo que era el Patronato. Y entonces me entero de lo que es. Se trata del Patronato de Protección a la Mujer, que era el que tutelaba de 16 a 25 años a las mujeres. Te estoy hablando de cuando la mayoría de edad era a los 21. Pero en el momento que el patronato tutelaba, se extendía a los 25. Y esto quería decir que te podían tener encerrada, de reformatorio en reformatorio, de los 16 a los 25. Me escapé, tuve varios traslados porque ayudé a escapar a tantas…(recuerda con nostalgia). Tuve un traslado a Ávila, a Valencia, ya me escapé de Madrid, y de ahí me trasladan al reformatorio del Buen Pastor de Barcelona. Entonces, el día que me dicen que esto se acabó, que salgo esa misma tarde, pues me despido de mis compañeras del patio y les digo: os juro que aunque pasen 40 años para que yo sea escritora, España entera se enterará de lo que hemos visto aquí. Entonces tenía 17 para cumplir 18. Y esa promesa la cumplo 36 años después con el libro «Las desterradas hijas de Eva» (Editorial Anantes).

Allí se velaba por las «jóvenes caídas» o «en riesgo de caer»… Qué contradictorio todo...

Venían chicas que se habían comido todo el abanico institucional represor, muchas huérfanas que pasaban del Auxilio Social a los orfanatos, y de los orfanatos a los reformatorios. Muchas mujeres hijas de presos, muchísimas violadas por su padre, su hermano o su primo. Pero es que las violaban y después las internaban. Y luego el padre, el hermano o el primo las venían a ver. Era increíble. Y, sobre todo, había muchas que venían de pueblos perdidos que vivían en muy malas condiciones, en casas donde apenas había agua y luz. Entonces, estas son las negacionistas que te dicen ahora que no estuvieron mal. Hombre, no, claro, si tu estás en una casa sin agua ni luz, no comes todos los días, pues te meten a un sitio así y vas a estar agradecida, ¿no?

En el expediente de la que era virgen se ponía un sello que decía «completa» y a la que no era virgen, «incompleta». Y esto era determinante para que la chica fuera destinada a un refomatorio severo

¿Cómo funcionaba por dentro?

El Patronato tenía una figura que era la de La Guardiana de la Moral. Estas eran unas señoritas que habían aprobado una oposición. La oposición sólo exigía dos cosas: tener una moral intachable y ser afín al régimen franquista. Entonces, se paseaban por las calles, los cines, los bares, jardines, bailes, piscinas…y en el momento que veían a una menor sospechosa llamaban a la Policía. Actitud sospechosa era: minifalda, darte un morreo en la última fila de una cine, estar en la calle en horario colegial fumando, bailar agarrados…Entonces se las llevaban detenidas a un lugar que se llamaba COC (Centro de Observación y Clasificación), porque el patronato funcionaba por juntas provinciales. Cada provincia tenía su estructura, que era la misma. En ese COC estaban una semana en observación. Esto lo dirigían monjas Trinitarias. Y allí les hacían un análisis ginecológico. En el expediente de la que era virgen se ponía un sello que decía «completa» y a la que no era virgen, «incompleta». Y esto era determinante para que la chica fuera destinada a un refomatorio severo. Era muy frecuente que te trasladaran, porque no podías tener amigas. Tú no podías demostrar el más mínimo afecto hacia nadie. No podías abrazarte libremente, no podías demostrar una simpatía directa. Para denaturalizarte, trasladaban mucho y por cualquier cosa. En mi caso era por ayudar a escapar a otras.

Rebelarse dentro es complicado…

Era un sistema de disciplina extrema. Te ocupaban todo el día para que no pensaras. Te levantaban tempranísimo a misa, fregar y fregar, y luego talleres de trabajo con jornada laboral sin pagarnos un duro. Nunca. Trajes para el Corte Inglés, montaje de cajas para otras empresas…era para grandes clientes. De esto me di cuenta después, porque cuando estás allí metida, te vuelves loca. Todas, la mayoría, se autolesionaban e intentaban suicidarse. Era muy frecuente. Suicidios hubo varios. Pero claro, como nosotras no tenemos muertas en las cunetas porque nadie vino a pegarnos un tiro en la nunca, estos suicidios no se contabilizan como víctimas de la Memoria Histórica. A mi la palabra víctima no me gusta. En 2012 saqué esto a la luz, el Patronato, todo. Y cuando hice la gira promocional del libro que, entonces vivía en Austria, me amenazaban de muerte cada 5 minutos. No entendía por qué. Luego lo supe. Llegaban chicas con el pecho vendado y chorreando sangre. Nosotras estábamos distribuidas por pabellones de 20 en 20 que los llamaban hogares. Y sólo coincidíamos todas juntas a la hora del patio. Entonces llegaron dos chicas llorando que se apretaban el pecho y les digo: pero, ¿qué os pasa? Y me dicen: venimos de Peñagrande, hemos tenido un hijo y nos lo han robado. Cuando yo escuché esto, por primera vez, me pareció normal. Fíjate la barbaridad que te estoy diciendo. Pero, ¿por qué me pareció normal? Porque si a mi, por manifestarme, ¡por hacer nada!, porque la rebeldía que yo ejercía entonces a día de hoy sería un chiste. Si a mi me habían hecho esto, me habían sedado y me habían metido allí, qué no iban a hacer a una menor embarazada fuera del matrimonio. Claro, todo esto lo proceso cuando salgo de allí. Y entonces, venían del centro de Peñagrande donde se robaban niños a mansalva, porque una de las cosas es que si te dicen que vas a estar encerrada hasta los 25 años te vuelves loca. Entonces, había muchísimas fugas. Y en las fugas, se creían que a través del matrimonio podían salir, y se quedaban embarazadas.

Otro destino era el centro psiquiátrico.

El psiquiatrico era en caso de homosexualidad, de lesbianas y las más rebeldes. Rebelarte allí era casi imposible. Era suicida. Había algunas que sí, por supuesto que se rebelaban, montaban números, que se colgaban de una ventana, que se cargaban un cristal…estas iban directas a Cienpozuelos. Allí había un pabellón que lo llamaban «Las Patronatas», que era para las jóvenes del Patronato. Entraban sin diagnóstico, trastorno de conducta o por ser lesbianas. Y muchas murieron allí.

las mismas congregaciones religiosas que, auspiciadas por el Patronato, estaban en los reformatorios franquistas, están ahora reconvertidas en una ONG en los centros de menores

Hace diez años comenzó a contar sus vivencias en reformatorios y la problemática de los centros de menores tutelados.

Sí. Y un día me encuentro a un público demasiado jóven, y pienso: cómo les interesa la Memoria Histórica. ¡Y no!. Ellos esperan a que yo termine y levantan la mano y me dicen: «somos víctimas de los Servicios Sociales. Acordaros de nuestros hijos. Por favor, ayúdanos». Me fui con este grupo a un bar y empecé a tomar notas. Pensé que a lo mejor era una cosa localizada en Galicia. Me impactó muchísimo. Me voy a Barcelona a conferenciar al Colegio de Abogados y me encuentro la sala con el mismo perfil. Recuerdo que miré al público y dije: un momento, ¿vosotras sois de Servicios Sociales? Todas. No conferencié, las escuche. Ahí ya me vuelvo loca y lo definitivo fue que me llama una mujer y me dice: tengo que verte esta tarde. Quedo con ella y saca de su bolso el libro «Las desterradas hijas de Eva», y me dice: ¿en qué año desaparece la institución fascista que tú denuncias? Y le respondo: ¿el Patronato de Protección a la Mujer? En 1985. Y me dice: Sí. El mismo año y el mismo mes cambiaron la Ley. Se puede retirar la tutela de un niño sin intervención judicial. Han cambiado las formas, pero no ha cambiado el fondo. No has terminado tu trabajo. Termina tu trabajo. Me quedé muerta. Dije: ¡Dios mío!»

¿Y qué hizo?

Me puse a trabajar y lo primero que compruebo es que las mismas congregaciones religiosas que, auspiciadas por el Patronato, estaban en los reformatorios franquistas, están ahora reconvertidas en una ONG en los centros de menores. Ahí me di cuenta de que esto no ha terminado. Evidentemente, cambiaron las formas, pero no el fondo. Y yo me pongo a trabajar en un ensayo político «El desmadre de los servicios sociales» (Editorial Anantes) donde explico todo lo que sucede, empiezo a recoger testimonios, demuestro historica y documentalmente que esto es la prolongación del pasado reciente. El libro se publicó en mayo de 2017. Y ese mismo año conferencio en el Senado. Y en esa conferencia yo explico todo esto. Claro, tienes que tener en cuenta que del Patronato de Protección a la Mujer no había hablado nadie. Nadie. Lo saco yo a la luz. Y hasta entonces era una escritora de quinta fila, pero cuando publico «Las desterradas hijas de Eva», ese libro se vende como churros pero, ¿por qué? Porque salen supervivientes de reformatorios. Qué no habría dicho yo en todos los libros del pasado, en las conferencias…llegué a dar nombres de médicos, de comadronas, acusaba directamente con un dedo. Pero acusaba en pasado. Y ahí aprendo que del pasado di lo que quieras, pero como toques el presente van a ir a tu cabeza. Y entonces, un 28 de diciembre, que yo creí que era una inocentada, me llega una denuncia penal por calumnias. Y me denuncia un juez por la conferencia del Senado y por el libro «El desmadre de los servicios sociales». Y ahí empieza mi calvario judicial. Me tuvieron judicializada 3 años. A mi cuando me decían los activistas: tú no sabes lo que es el acoso judicial o la violencia institucional, creí que exageraban. Y era real, y más. Recuerdo estar en un hotel de Zaragoza y a las 4:00 de la mañana aporrear la puerta, la Policía Nacional, para decirme que tenía una denuncia. Y les digo: pero si ya lo sé. Si tengo abogado y procurador designados. ¿Qué hacen ustedes aquí?. Entonces me dicen que consto en busca y captura. Cuando mi abogado llama al juzgado le dicen que se han equivocado y han puesto en busca y captura. Él les dice, entonces: no, ustedes no se han equivocado. Ustedes han hecho esto para asustar a mi clienta. Lo ha conseguido, claro. Bien, yo perdí en Primera Instancia, me condenan a una multa de 3.600 euros, pero gano en la primera apelación. Encima el juez que me denunció no se presentó al juicio. ¿Por qué? Porque era un funcionario público, no un juez.

En el momento que una mujer va a pedir ayuda a servicios sociales se le cuestiona por la longitud de su melena, el color de su pelo, cuántos tatuajes lleva, si enseña o no canalillo, cuántos hijos tiene, de cúantos padres son, cómo está su casa, ¿eres vegana?, ¿eres vegetariana…? No se aceptan formas de vidas alternativas

A pesar de las adversidades decidió seguir ayudando a otras mujeres.

Tomé el nombre del libro «Las desterradas hijas de Eva», se constituye la asociación y empiezo a ayudar a mujeres víctimas de los servicios sociales.

Todo esto está perfectamente construido por CC.AA. El sistema siempre gana. Esto es intocable. Yo me he entrevistado con todos los partidos políticos. Se han echado las manos a la cabeza y todo lo que tu quieras, pero a la hora de la verdad no han hecho nada, exceptuando a una persona, pero esto lo hizo porque era amigo mío, hace muchos años, porque tuvimos una empresa juntos. Él ya no está en política, era de Ciudadanos, pero me ayudó porque era mi amigo, no porque estuviera en política. Y gracias a él, pude sacar a tres niñas de centros de menores, conseguí dos retornos a la familia y traer a una mujer con sus hijos de un país de Oriente, casada con un musulmán, a la que iban a matar. ¡Sola! Entonces, cuando estudio todo el entramado, es cierto que hay un interés económico, porque los centros de menores se privatizan y son de 3.000 a 9.000 euros por menor tutelado dependiendo de su problematización. Esta aparece a los 3 meses. Por tanto, de los 3.000 euros vamos subiendo. Pero no es sólo económico. Hay un componente moral que tiene el mismo peso. Te explico. En el momento que una mujer va a pedir ayuda a servicios sociales se le cuestiona por la longitud de su melena, el color de su pelo, cuántos tatuajes lleva, si enseña o no canalillo, cuántos hijos tiene, de cúantos padres son, cómo está su casa, ¿eres vegana?, ¿eres vegetariana…? No se aceptan formas de vidas alternativas. No se aceptan otras formas de estar en el mundo. Y entonces, estos informes psicosociales que hacen son auténticos «streptease» psíquicos. ¡Destruyen en el papel a esa mujer!, en plan Menguele. Y luego lo que dice ese informe psicosocial no tiene nada que ver con la persona. No hablo por hablar. Lo he comprobado. Los ítems sobre lo que se mueve un equipo de trabajadores sociales es lo que hace esa inclinación para que salgan esos psicosociales. Es una manipulación ideológica administrativa llevada al extremo. Pero te aseguro que es tan importante el patrón moral que se pretende imponer, como el económico. Y esto la gente no lo quiere entender, pero te juro que es así.

Todo este sistema da de comer a muchísima gente. No sólo son trabajadores sociales. También guardias de seguridad, psicólogos, psiquiatras, educadores, todo lo que tu quieras. Esto es una empresa

¿Ayuda el Consejo General del Poder Judicial…?

El CGPJ es quien podría investigar a los jueces que para eso está. No lo hace. Los jueces son intocables en España. En el momento que una mujer denuncia violencia de género, ya estás… Te van a violentar doblemente. Se meten en tu vida y te acaban acusando de ese síndrome inexistente, el Síndrome de Alienación Parental. Pese a estar prohibida la aplicación, da igual, te lo cuelan con otra terminología, y te quedas sin hijos. Tus hijos van o a un centro de menores o tienes que entregarlos en un juzgado a tu maltratador o al abusador sexual. Porque los abusadores sexuales de sus propios hijos, la mayoría de las instituciones niegan los abusos. Te dicen: tú te lo inventas. Porque tu lo que quieres es destruir la vida del ex. Entonces, no es hablar por hablar. He estado en numerosos juicios, he visto documentación, he escuchado grabaciones. Todo este sistema da de comer a muchísima gente. No sólo son trabajadores sociales. También guardias de seguridad, psicólogos, psiquiatras, educadores, todo lo que tu quieras. Esto es una empresa. Desmontar todo esto es dificilísimo. Siempre habrá tutelas, desgraciadamente, retiradas justificadas, pero esto es como las denuncias falsas por malos tratos de mujeres contra sus maridos. Claro que las hay, pero representan el 0,001%. Hay casos en los que la retirada es justificada porque maltratan a los niños, porque los padres se drogan, pero el porcentaje es bajísimo.

Dice a menudo que durante el franquismo se robaron 300.000 niños…

Y no nos olvidemos nunca de una cosa: la principal ladrona de niños era Sor María Gómez. ¿Quién era? Una asistenta social. El otro, el Doctor Vela, era mi profesor del reformatorio de las Adoratrices. Allí sólo se podía estudiar dos cosas: Puericultura o Auxiliar de Clínica. Y se hacía a través de unos cursos que se llamaban el PPO (Promoción Popular Obrera). Estos fueron los primeros cursos de lo que hoy es la Formación Profesional. Y se impartían en centros volantes: cárceles y reformatorios. Con lo cuál, el profesorado venía al lugar. No era público como ahora. El profesor de Puericultura y Auxiliar de Clínica era el Doctor Vela. Venía todas las tardes. Yo le veía llegar, ponerse su bata blanca, las monjas que le hacían la meriendita y le recibían como si fuera una eminencia. Y, curiosamente, donde este señor tenía la clínica en el Paseo de La Habana, años atrás, las mismas Adoratrices habían tenido una chalet que se llamaba Villa Sacramento para menores embarazadas solteras. Y cuando desaparece Villa Sacramento se construye la Clínica San Ramón.

ahora en el mismo hospital tu hijo está tutelado y te vienen cinco trabajadores sociales y te quitan el bebé en tu cara. Porque se hace así, ¿eh? retiradas a pie de hospital, en el parto, y se llevan al niño. Ya te llamaremos. Tendrás visitas. Esto es así

Si se robaron 300.000 niños durante el franquismo, en 3 o 4 años alcazamos la cifra de retirada de tutelas. Pero no pasará nada hasta que esto haya prescrito y pasen 20 años. Y lo verás. Y cuando pasen 20 años y empiecen a denunciar, te reconocerán que esto fue una aberración, pero habrá prescrito y se librará hasta el Tato. Como pasó con Sor María Gómez, con el Doctor Vela y con todas las personas denuncidas por los robos franquistas. Ahora no hace falta decirles: escucha, tu hijo nació muerto. No llores, podrás tener otro. No. Nooo…ahora en el mismo hospital tu hijo está tutelado y te vienen cinco trabajadores sociales y te quitan el bebé en tu cara. Porque se hace así, ¿eh?, retiradas a pie de hospital, en el parto, y se llevan al niño. Ya te llamaremos. Tendrás visitas. Esto es así.

¿Cómo valora el reciente acuerdo entre Gobierno y Comunidades Autónomas para que, en 2026, ningún menor de seis años tutelado viva en centros de acogida y que antes de 2031 tampoco lo hagan los menores de diez años?

Claro, los orfanatos españoles están llenos. No adoptan. ¿Y sabes por qué no adoptan? Porque para adoptar legalmente en España te puedes tirar un montón de años. Ahora, si tu acoges a un niño tutelado chiquitín, tú primero eres familia acogedora de urgencia, en cuatro días eres familia acogedora permanente. Y en dos años, ese niño es tuyo, porque lo puedes adoptar.

Ahora vendrán más adopciones. Pero esas adopciones no constan dentro de las estadísticas de lo que se entiende por una adopción de orfanato. ¿Por qué están llenos los orfanatos españoles? Porque lo que es la Ley de Adopción va a aparte. En cambio, este proceso de retirada de tutela, es rapidito. Antes decían que eras una puta. Ahora te dicen que hay desamparo.

Creo que aquí las victimas de la represión franquista deberían arropar a los menores tutelados y sus familias, esos centros son una extensión de los reformatorios de entonces.

La problemática solamente se puede abordar con manifestaciones masivas. Si hubiera una manifestación de 1.000 afectados, te aseguro que esto explotaba. Pero mira, yo más arriba del Senado, del Congreso, de algún otro organismo internacional no lo he podido denunciar. Yo he sacado esto arriesgándome al máximo. Yo no busqué esto, sino que esto me buscó a mi, por alguna razón. Todos tenemos alguna misión en la vida. Pues esta creo que es mi misión. Entonces, yo ya no voy a parar, pero no lo puedo elevar a un escenario más alto.

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