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Antonio Carvajal Milena

Extravagante Jerarquía (1968-2017)

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Antonio Carvajal es una catedral de poesía. Acaba de publicar, de ahí lo grandílocuo de mi arquitectónica descripción, un compendio de su vida poética hasta hoy, pues sigue en activo y destilando lírica; se titula Extravagante Jerarquía (1968-2017), más de 1.500 páginas en dos volúmenes y con el soporte de la Fundación Jorge Guillén de Valladolid. El trabajo introductorio lo hace otro escritor de primera línea, el almeriense José Luis López Bretones, que pone su saber al servicio de la limpieza voluntaria de este libro, sin que nada enturbie la relación directa del texto con el lector, señalando la situación actual de la escritura del granadino y cuanto de novedoso vamos a encontrar en el papel de esta morada interior.

Se hace difícil aportar algo a lo que ya se ha dicho sobre este poeta. Por entre aquella maleza rica de los Novísimos asoma la figura, apartada entonces del frente designado quizá para pasar a la Historia, de un Carvajal que ha construido una Obra que, poco a poco, se consolida en cantidad y calidad como el gigantesco poeta que era ya entonces, ha sido medio siglo y es hoy y siempre, más allá de modas, ejercicios editoriales, favores personales y plegamientos a lo que el público ha demandado, comercio casi siempre empujado por una crítica profesionalizada respecto del negocio más que del Arte.

Su bibliografía requiere ya especialistas que atiendan al detalle, profusa y variopinta. Con esta edición perdemos la belleza de la forma de sus viejas plaquettes y libros de artista, lo curioso del volumen comprometido por la amistad o el placer de la impresión bien hecha, la tipografía exacta… pero ganamos un aluvión de versos inimitables y con una voz propia y sólida: y acumulamos otra belleza editorial renovada en el primor que el personal de la Fundación Jorge Guillén pone en las tintas, en los tipos, en las cubiertas, en los aires volanderos de unas cajas de texto y una distribución de lo impreso que hacen lo que una edición debe: exaltar el contenido del texto sin estorbar. Hermosísima.

Nunca nadie es el mejor en nada, esto va por días; pero sin dudarlo, Carvajal es una voz indiscutible y clásica en vida (difícil reto) de la poesía hispánica actual. Y lo es por dos motivos indiscutibles, primero porque su sabiduría técnica frisa el prodigio y no tiene comparativa, salvo detalles; y segundo, porque la humanidad de su mensaje y la exaltación de lo que nos hace mejores como especie ya merecería un lugar alto en nuestra educación política y sentimental, si me apuran: espiritual. La Obra de Antonio Carvajal ya se ha elevado sobre su tiempo y él la mira socarrón, entre deslumbrado por la consecución de sus cálculos y apabullado por una responsabilidad que le agota y le otorga, al mismo tiempo, la dicha de ser útil.

La poesía de Carvajal no tiene público, porque jamás ha venerado a su lector ni le ha dado el entretenimiento al que otros acostumbran a sus compradores; se eleva como un estandarte, como una referencia del Humanismo al que voluntaria y afanosamente el público debe acercarse por su propio beneficio ético y estético, es el tipo de escritor que no vende sino que construye el ejercicio de la lectura a la vez que elabora su propia Obra, es un escritor que trata con sumo respeto a su intérprete hasta el extremo de igualarlo en el esfuerzo creador de la palabra; algunos hablarían de un autor exigente, yo prefiero llorar pensando que la lectura verdadera fenece aherrojada en ignorancias estilísticas y sentimentalismos ensoberbecidos; la poesía de verdad requiere esfuerzo intelectual y eso hace crecer a quien la escribe y a quien la lee, eso hace a una sociedad más rica y mejor. Por eso Carvajal tiene ya su hueco en la Historia de la Literatura.

La métrica de Antonio Carvajal es una maquinaria matemática provocadora, porque jamás se contenta con la norma: sino que bordea los límites como el acróbata que domina la técnica y busca el riesgo. Sí, es un más difícil todavía pero jamás el de un volatinero vulgar, porque siempre hay una intención de veneración a la tradición y de simultánea innovación, generando más tradición; no olviden que sólo se renueva así, ni copiando ni creyéndonos descubridores… erudición y vanguardia si no van juntas son estupideces.

Aunque sólo fuera por poder leer reunidas la gracia de sus tres compendios de canciones, releer el prodigio de esos libros de su primera época o atender a la constante preocupación lírico-ética de su poesía última por el fenomeno de la migración de los pobres, toda su poesía amatoria extendida desde el deseo individual a la paz colectiva, el canto calculado y medido a la amistad (sonetos o sextinas a la altura de cualquier siglo previo), aunque sólo fuera por tener el orgullo de haber sabido quién es un clásico merecedor del Reina Sofía, del Asturias o, no exagero (aunque le faltaría ser traducido un poco más), del Nobel, aunque sólo fuera por tener una parte considerable del edificio colectivo de la creación poética: éste va a ser uno de los grandes libros publicados en el 2019 (el pie de imprenta reza 18).

Simultáneamente, publica Carvajal Ante un pozo de plata (Publicaciones de la Academia de Buenas Letras de Granada, Granada, 2018), antología de textos en prosa que incluye artículos, discursos, divertimentos e incluso una secuencia narrativa con Isaac Albéniz como protagonista, bagatelas en el sentido beethoveniano del término, ¿menores?: jamás; quien conozca esas piezas pianísticas, del autor precisamente tan admirado por Carvajal, sabe que la cocina brilla en el trabajo cotidiano no pensado para lucimientos…

Una catedral, con toda su arquitectura, sus ornamentos simbolizantes, sus fases de construcción, su acumulación de estilos, su pasado y su futuro, Antonio Carvajal Milena es merecedor de todos los parabienes del mundo de las Letras Hispánicas: demóselos.

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