Manuel Baltar, el todopoderoso líder del PP en Ourense y presidente de la Diputación, tendrá que pasar por los juzgados. Su exceso de velocidad en la A-52, la autopista de las Rías Baixas, a la altura de Asturianos en la provincia de Zamora, puede ser constitutivo de delito y no sólo de sanción administrativa como al principio calificaron los agentes que le detuvieron: 600 euros de multa y pérdida de 6 puntos del carné de conducir.
La velocidad a la que circulaba sobrepasaba los 215 kilómetros por hora, más del límite establecido entre la falta administrativa y el delito contra la seguridad vial contemplado en el artículo 379.1 del Código Penal. Dicho artículo dice literalmente: “el que condujere un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior en sesenta kilómetros por hora en vía urbana o en ochenta kilómetros por hora en vía interurbana a la permitida reglamentariamente, será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o con la de multa de seis a doce meses o con la de trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a noventa días, y, en cualquier caso, con la de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta cuatro años”.
A pesar de la gravedad del hecho, el Partido Popular, que sabe muy bien cómo puede acabar este asunto ya que tiene dos cualificados afiliados que pasaron por este trance, – Miguel Ángel Rodríguez y Enrique López, condenados por cometer un delito contra la seguridad vial-, no va a tomar medida alguna contra Baltar el cual aspira a un nuevo mandato en la Diputación.
Manuel Baltar es muy poderoso. Controla no sólo a los afiliados al PP en Ourense sino a la práctica totalidad de la población gracias a un clientelismo producto del caciquismo practicado por su padre a quien se le acusó de haber colocado a 400 familiares de cargos del partido en el ente provincial. En Ourense hay pueblos donde el Partido Popular saca el 90% de los votos. Hay quien dice que Baltar padre, en los procesos electorales, se dedica a llamar por teléfono a los alcaldes para exigirles un mínimo de sufragios para los populares. Si no lo hacen se quedarán sin subvenciones provinciales.
La saga de los Baltar logró “domesticar” hasta al mismísimo Manuel Fraga cuando éste hizo frente al “cacique bueno”, el cabeza visible de los “boinas rurales”, el sector del PP en Galicia que se enfrenta a los “birretes urbanos”, los afiliados opusdeístas que intentan, sin conseguirlo, hacerse con el poder.
En 2004, Fraga intentó hacer algunos cambios en el partido. A Baltar padre no le gustaron esos cambios y no se le ocurrió otra cosa que llamar a cinco diputados del Parlamento Galego a Ourense donde se encerraron. Manuel Fraga se quedó sin mayoría absoluta y no tuvo mas remedio que claudicar. Llegar a un pacto con Baltar. Se asumieron algunas de las demandas del líder orensano y éste cogió su monovolumen, introdujo en él a los cinco diputados y los llevó personalmente a Santiago.
Otro que se las ha visto y deseado es el actual presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. La anécdota mas recordada es en las anteriores elecciones locales, las de 2019. Feijóo acudió a hacer campaña a Ourense. El principal oponente era el líder de Democracia Ourensana, Gonzalo Pérez Jácome, del que Feijóo dijo que “sería letal como alcalde para la ciudad”. Tuvo que tragarse sus palabras. Jácome era necesario para la alcaldía de la ciudad porque su voto facilitaba el ascenso de Baltar junior como presidente de la Diputación. Ahora todos se arrepienten. A Pérez Jácome le acusan, en su propio partido, de haber utilizado de forma irregular fondos de la organización, y el fiscal le llegó a acusar de malversación continuada de caudales públicos, aunque, al final, el ministerio público ha acabado por retirar la acusación.
A Manuel Baltar le gusta mucho la velocidad. Ha sido sancionado por Tráfico en diez ocasiones. Una en 2019 y otras ocho entre 2021 y 2022. Es por eso por lo que nadie se cree su disculpa de que “ha sido un error aislado”. Luego hay otras circunstancias que rodean a este hecho. Iba en el coche oficial que no conducía su chofer. En principio se dijo que ese gesto entraba dentro de la normalidad “cuando el presidente de la Diputación tiene que ir a hacer unos trámites oficiales a Madrid”. Pero se ha podido consultar su agenda y no hay constancia de que tuviera algún acto ni trámite oficial en Madrid en esos días. Hay otro “error”, esta vez cometido por los agentes de la guardia civil de tráfico que le interceptaron a esa velocidad: no le hicieron las protocolarias pruebas de alcohol y drogas que requiere la ley.
Según la costumbre no escrita en los juzgados sobre este tipo de delitos contra la seguridad vial, a Baltar lo único que le harán será un juicio rápido donde se le impondrá una pena de multa, retirada del carné de conducir durante un año y, todo lo más, la imposición de trabajos para la comunidad. Nada más. El Partido Popular mirará para otro lado como hicieron con anteriores altos cargos que infringieron las normas en materia de tráfico y el asunto se olvidará pasado un tiempo.
Porque Manuel Baltar, igual que ocurría con su padre, “es intocable”.
La única alternativa de sobrevivencia de los ourensanos es la emigración; pues esta es única política económica dictada por Madrid a los gallegos, y es llevada a cabo con gran eficiencia por su socio bipartito, el PP; de los cuales Baltar es un significativo exponente. Nadie obliga a los ourensanos a entrar su voto al PP; así pues, tienen lo votado; para llorar, están los cementerios.