martes, 30abril, 2024
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Consideraciones post pacto

Guillem Tusell
Guillem Tusell
Estudiante durante 4 años de arte y diseño en la escuela Eina de Barcelona. De 1992 a 1997 reside seis meses al año en Estambul, el primero publicando artículos en el semanario El Poble Andorrà, y los siguientes trabajando en turismo. Título de grado superior de Comercialización Turística, ha viajado por más de 50 países. Una novela publicada en el año 2000: La Lluna sobre el Mekong (Columna). Actualmente co-propietario de Speakerteam, agencia de viajes y conferenciantes para empresas. Mantiene dos blogs: uno de artículos políticos sobre el procés https://unaoportunidad2017.blogspot.com y otro de poesía https://malditospolimeros.blogspot.com."
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análisis

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EL PACTO. Valga mi ignorancia si lo siguiente ha sido ampliamente comentado, pero a un servidor le ha pasado desapercibido. Es lo siguiente: PSOE y ERC han firmado un pacto para la investidura. La investidura proporciona un gobierno. El gobierno es una coalición del PSOE y de UP (no del PSOE con apoyos de UP, sino una coalición). ¿Por qué el pacto no se ha hecho entre PSOE-UP y ERC? ¿Damos por hecho que UP ya aceptaba de antemano todo lo que podía aceptar el PSOE? ¿UP queda eximido, por su parte, del pacto entre PSOE y ERC? Entiendo que es una mera cuestión técnica, pero un servidor opina que, firmado por PSOE y UP por un lado, y por ERC por el otro, este pacto hubiera tenido más consistencia. De hecho, considero que debería estar JxCat, que gobierna en Cataluña en una coalición con ERC. Porque el pacto se titula <<ACUERDO PARA LA CREACIÓN DE UNA MESA ENTRE EL GOBIERNO DE ESPAÑA Y EL GOVERN DE LA GENERALITAT DE CATALUNYA>>. Gobiernos, no partidos.

Dejémoslo de lado y centrémonos en el documento firmado. Si no lo han leído, les invito a ello, son muy pocas frases, y es fácil encontrarlas en la red. El documento apenas dice nada. Es un acuerdo pactado que, o bien dice muy poco, o bien dice mucho. Me explico: básicamente las líneas subrayan que hay un problema político y que hay que dialogarlo políticamente. Esto y nada, es casi lo mismo; por tanto, dice muy poco. Pero dice mucho del sistema democrático español que deba pautarse lo que debería ser, de facto, la política: dialogar. ¿Qué clase de democracia tiene el Estado Español que uno de los pactos más importantes (pues propicia el primer gobierno de coalición desde la dictadura) simplemente apela al diálogo de las partes? ¿Quiere decir ello que sin el pacto (pongamos que PSOE y UP sumaran lo suficiente) no hubiera habido diálogo? Hemos de suponer que es esto, sí: el diálogo comprometido por el PSOE es solamente una consecuencia de que le es necesario. Y esto lo acerca mucho a los valores poco democráticos del PP: que el diálogo es una muestra de debilidad. Tal vez por ello, UP no estaba en esta negociación: para ellos el diálogo ya venía de base, está incluido en el paquete democrático, y era una redundancia firmar un papel así. Claro, muchos dirán que se ha publicado la superficie, que debe haber un pacto secreto, pero como no lo sé, no hablo de ello.

DERECHOS. El “derecho a ser demandado” suena un poco extraño, pero es estrictamente necesario para establecer cualquier relación basada en pactos, promesas y confianza. Si A promete a B, el derecho de A a ser demandado por B en caso de incumplir, es una garantía para B; por tanto, es una garantía para el pacto entre A y B. La separación de poderes entre A/B y C (que sería el encargado de establecer justicia en una demanda de incumplimiento), es la garantía de la garantía, y por ello debe estar separada del pacto entre A y B, sus participantes. Este es uno de los pilares de la confianza; la confianza, es uno de los pilares de las promesas; las promesas son uno de los pilares del diálogo político; el diálogo político es la base de la democracia. Es por ello que, sin separación de poderes (de A/B a C), no puede haber una democracia real. El voto, los diferentes tipos de elección y de representación, no son la base de la democracia, sino los “procedimientos” democráticos. La base, es la separación de poderes que sostiene la confianza en el diálogo. En un país donde se menosprecia el diálogo, la separación de poderes deviene algo relativo, poco necesario, pues la democracia viene herida en su base y se limita a la estética de esos “procedimientos” democráticos. Valga decir que por diálogo político no me refiero simplemente a que los políticos hablen entre ellos, sino también que las reglas de ese diálogo sean las mismas, lo cual supervisa el poder “C”, y que se ajusten a cualquier idiosincrasia siempre que no incumplan los Derechos Humanos.

CONFIANZA. Es probable que lo recuerden, aunque hayan pasado varios años. El PP está a punto de ganar por mayoría absoluta y suena el canto <<Pujol, enano, habla castellano>>. Pero, finalmente, los votos de CiU van a ser necesarios y el canto cambia ligeramente: <<Pujol, guaperas, habla lo que quieras>>. Es decir, el chiste demuestra que, si tengo suficiente fuerza, impongo (incluso la lengua) pero, solamente en caso de necesidad, dialogo. Insisto: en el quehacer político de la corte, el diálogo es un signo de debilidad.

Ahora bien, ¿la situación ha cambiado tanto? ¿Recuerdan al Pedro Sánchez de la campaña electoral cuando creía que no necesitaría ERC? El 155 estaba hasta en la sopa. Ahora, la sopa es la mesa de diálogo. Siento decirlo para la izquierda entusiasta española, pero es lo mismo de siempre… salvo que, en una de las partes, todo ha cambiado. Y es la parte reivindicadora catalana.

Fíjense en un aspecto: precisamente los descendientes de esa CiU pactista son los que no han querido pactar ahora. Lo más fácil es creer que Puigdemont es un demonio, que se rige por la premisa <<cuanto peor, mejor>>. Pero aparten esta idea por un momento y denle la oportunidad a otra: son aquellos que han pactado previamente, y tantas veces, con el Estado Español, los que no confían en él. Precisamente, los que tienen la experiencia. ¿Por qué? Porque saben que no cumple, que solamente tratan de ganar tiempo hasta conseguir que el diálogo no sea necesario. Saben que si de aquí 4 años (como máximo) el PSOE ya no necesita este apoyo, todo lo dicho no valdrá nada. La desconfianza en el Estado Español, gobierne PSOE o PP, es total. Su palabra no vale nada. Y ese ente independiente, la “C” que salvaguarda las promesas y reglas entre A y B, tal como vimos con el Tribunal Constitucional frente al Estatut o el Tribunal Supremo ante el juicio del “procés”, es parte, una parte significativa, que toma partido directamente.

Decía que algo ha cambiado en la parte catalana. Pujol reivindicaba dinero y poder, y esto se negocia. Ahora se reivindica el derecho fundamental del voto (el Referéndum), y los derechos fundamentales no se negocian, no se puede dar un 15% de referéndum como quien cede el 15% del IRPF. La demanda de Pujol tenía un interés propio: su enriquecimiento y el de su clan (sea la familia o los más acólitos de CiU). Lo actual no es una demanda, sino una reivindicación, y tiene un interés colectivo: votarían todos los catalanes, también los del PSC, Comuns o PP, y el resultado no comportaría ningún premio particular (incluso la independencia no comporta que la República Catalana la gobierne ERC o JxCat: ¿por qué no los Comuns o un PS independiente catalán?).

No obstante, un servidor opina que la entrada de Podemos en el gobierno del Estado, es suficiente para dar esa oportunidad. Y no, tal como se dice, porque la alternativa sea PP y Vox, sino porque veremos hasta qué punto la España Una y unida bajo cualquier precio, es lo único que prevale o no. Podemos no podrá acogerse a que el PSOE no le permite ningún movimiento, pues es difícil que Podemos pueda gobernar nunca sin los socialistas, o por encima de estos: la alternativa actual es la única que queda en España. Un servidor opina que, si a medio plazo no se ven frutos tangibles, el aumento del independentismo puede crecer por la izquierda catalana. Y recuerden que PP y Vox (y lentamente C’s) en Cataluña son insignificantes: es decir, por la derecha el independentismo no tiene mucha necesidad de crecer. Es por la izquierda y el centro por donde tiene margen. Y ERC, arriesgando costes a corto plazo (unas posibles elecciones autonómicas) ha hecho una doble apuesta: si le sale bien, la posibilidad de un referéndum gracias a ellos; si, como es presumible, su apoyo no sirve de nada, el aumento independentista será por la izquierda, compensando el trasvase de votos propios hacia JxCat. Los pocos medios españoles de izquierdas, vaticinan una legislatura bronca debido a la oposición del PP, pero lo que deberían hacer es mirar al PSOE: ¿realmente se van a atrever a enfocar el problema de fondo de la reivindicación catalana?

IZQUIERDA. Ahora viene cuando la izquierda española se ofende. Desde esta izquierda se suele acusar al independentismo catalán de insolidario, de sobreponer intereses propios a los fundamentales y humanos. Muy bien, pero ahora que vamos viendo que el Estado Español ha pisoteado los derechos fundamentales de los independentistas (valga solamente el ejemplo de saltarse los suplicatorios al Congreso y el Senado, y el de tratar de impedir que Puigdemont, Comín y Junqueras sean Eurodiputados), ¿dónde está la izquierda solidaria española? ¿Por qué no se manifiestan en Jaén, Huesca o Madrid por los derechos de Junqueras y de sus centenares de miles de votantes? ¿Es debido a la ideología independentista del señor Junqueras? Porque si fuera así, serían iguales que el PP, Vox, C’s y el PSOE. Si fuera así, sería aceptar que, por el hecho de desear la independencia de Cataluña, uno tiene menos derechos. Y solamente hablo de Junqueras porque ha estado más en los medios, pero el caso de Forcadell y de los Jordis, tampoco ha tenido solidaridad. ¿Qué tiene la izquierda española como base de su ideología? ¿Los derechos fundamentales o el interés patrio?

Es evidente que a nadie le agrada que una parte de su país, de lo que considera su país, quiera independizarse. Es desagradable y molesto, porque pone en duda (como mínimo) lo que es el propio país. Lo reaccionario es reaccionar hacia adentro, en un ensimismamiento, una cerrazón. Esto es lo que han hecho el PP y el PSOE y la mayoría de la sociedad española empujada por sus medios de comunicación (me resisto a decir de información).

Pero a las izquierdas les gusta decir que no son nacionalistas, les gusta mirarse en un espejo que refleja la ciudadanía, las personas, y no eso del país simbolizado en las banderas. ¿Es esto así en la izquierda española?

Es curioso cómo se exige a ERC que sea antes izquierda que catalana, que sea antes izquierda que republicana independentista. Cuando toma una decisión pensando en Cataluña, rápidamente se dice que es nacionalista por encima de izquierdas, esa izquierda que debe ser solidaria con todos los ciudadanos. Pero, ¿es esto cinismo? ¿Hipocresía? La izquierda española antepone “española” continuamente, y ningún español de izquierdas se rasga las vestiduras. El Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU pidió la libertad inmediata de los presos políticos catalanes, Amnistía Internacional hizo hincapié en la más profunda injustica (en el caso que una injusticia pueda ser más profunda que otra injusticia) centrándose en el caso de los Jordis. El Tribunal Supremo ha reconocido que pisó los derechos fundamentales de Junqueras y de sus votantes, pero claro, ahora ya es tarde. Llarena dice que si Puigdemont viene a España, lo detendrá, saltándose la inmunidad parlamentaria europea. Se desea cesar e inhabilitar al presidente de Cataluña por el tema de una pancarta colgada en un balcón durante unas horas. Y mucho más, pero la izquierda española mira hacia otro lado. ¿No está anteponiendo “española” a izquierda? Es más, ¿no antepone un concepto de “española” cerrado sobre una perspectiva simplemente nacionalista? Todos esos ejemplos anteriores, tienen un denominador común: hay un modo de ver la catalanidad como base de un mensaje de reivindicación política que impide la solidaridad. ¿De verdad creen que, visto desde Cataluña, la izquierda española tiene el poder moral de dictaminar cuándo uno primero es catalán y luego de izquierdas, o primero de izquierdas y luego catalán?

La mayoría de catalanes, sean de derechas o de izquierdas, estén a favor o en contra de la independencia, usen más el catalán o el castellano, opinan repetidamente y desde hace ya bastantes años que son los catalanes, votando, los que deben decidir su futuro político. Si ustedes creen que un concepto de país (en este caso, España) y que es sumamente maleable e interpretable, no puede anteponerse a los ciudadanos, a las personas; si ustedes consideran que los catalanes tienen los mismos derechos que ustedes, no por que reclamen algo de lo que ustedes no tienen necesidad, significa que eso que reclaman no sea válido. El resultado de un hipotético referéndum no tiene por qué estar intrínsecamente ligado al nacionalismo catalán, tal como la izquierda española suele referir. También al nacionalismo español.

Es decir, que la sociedad española, mediante el gobierno que la representa, fuese capaz de articular algún tipo de propuesta. Un tipo de alternativa muy diferente a la existente. Lo que ocurre es que, hasta ahora, la reacción del gobierno, medios y mayoría de la sociedad española, ha sido la del sometimiento, mediante el poder y la represión, de la reivindicación catalana.

Es en este sentido que el gobierno de UP-PSOE se ve, por muchos catalanes, como una última oportunidad. Es cierto que muchos atacan la posición de ERC, ya sea debido a un nacionalismo catalán más profundo o como mera reacción emocional causada por la represión y los presos. Pueden estar de acuerdo con estos críticos o no, pero es comprensible siempre que hagan un pequeño ejercicio de empatía. No obstante, para aquellos que optan por jugar esta baza de la última oportunidad, no se engañen, la desconfianza en la izquierda española es muy grande.

Podemos ha demostrado, aunque me parece que solo hasta cierto punto, que asume que ciertas convicciones han de pasar por encima del mero cálculo electoral. Pero el PSOE, no, jamás. EL PSOE es un partido del establishment, de manutención del statu quo, y poca confianza merece cuando sus continuas promesas y pactos han sido incumplidos en legislaturas anteriores. Uno se aventura a opinar que, debido a todo esto, si no hay gestos reales y efectivos a medio plazo, el próximo tour de force de la reivindicación catalana será mucho más fuerte.

En el fondo, esta reivindicación, que ha sacado a la superficie las costuras de la carencia democrática española, es una oportunidad para la misma sociedad española. Y si esta no la aprovecha, si no da un paso adelante, lo más probable es que acabe cayendo en manos del PP y Vox. Acusar, entonces, a la izquierda catalana, republicana e independentista, como la causante, será, en el sentido literal del término, una irresponsabilidad.

PUIGDEMONT. Y a Puigdemont, ¿dónde lo encajamos, en todo esto? Toda sociedad, lamentablemente, requiere de líderes. La sociedad catalana, ya sea por su contexto histórico o por una concepción romántica de la misma, gusta de aquellos líderes que lo son un poco a su pesar. Si se fijan, Junqueras (es historiador) es un líder extremadamente sólido en ERC, pero a nivel general suele dar pasos a un lado, delegar mucho, hablar poco. Artur Mas, por el contrario, quería liderar, aceptaba sin regañadientes el papel de timonel (metáfora que había utilizado CiU, supongo que ignorando relaciones con el Gran Timonel) y uno de sus puntos de inflexión fue el anuncio de una campaña electoral. Si no lo recuerdan o lo ignoran, fue una fotografía que inundó las calles en que, Artur Mas, alzaba los brazos cual mesías salvador. Fue objeto de burlas por mucha gente, incluso de posibles votantes suyos que lo vieron embarazoso. El savoir faire catalán dictamina que el liderazgo debe incomodarte levemente, debe ser algo circunstancial que no buscaba uno mismo. Y ahí encaja cómo llegó Puigdemont al poder, por una carambola que nadie, ni él mismo, esperaba.

La hora de la verdad de Puigdemont llega con el suplicatorio al parlamento europeo. Y opino que lo que más le conviene al gobierno de UP-PSOE es que este suplicatorio sea rechazado. ¿En qué se basa esta opinión? En que a ERC, aunque sea una paradoja, le conviene un Puigdemont fuerte, para repartir los pesos. ERC necesita, para empujar convincentemente al gobierno español hacia hechos concretos, tener a Puigdemont en el cogote amenazando con recoger los votos de los independentistas desengañados si el pacto es papel mojado. Con un JxCat sin Puigdemont, es decir, debilitado, sin ese contrapeso para ERC, el gobierno español caerá en la tentación de ser más laxo, y esto empeoraría la situación. También hay que considerar que, en el caso que la justicia belga aceptase la extradición (algo que dudo) la imagen de Puigdemont detenido en España sería una bomba de imprevisibles consecuencias. Piensen en el escarnio y burla que harían de ello PP, C’s, Vox, y la mofa de sus medios. Una gran parte de la sociedad catalana lo consideraría una burla y agresión contra ellos. Muchos, aunque no lo hayan votado jamás, lo consideran un presidente legítimo. El sostén de ERC a la coalición se tambalearía profundamente. Esto, la derecha lo sabe.

Sin embargo, si se mantiene como eurodiputado, si vienen más varapalos para la justicia española, ello es una herramienta muy útil para PSOE y UP. Estos pueden empezar a distanciarse de ciertas decisiones judiciales (ya lo ha empezado a hacer Pedro Sánchez reconociendo a Torra como presidente, hasta hoy que escribo, por mucho que diga la JEC) y trasladar el mensaje que la justicia en España está en manos de unos jueces que hacen política, afines al PP. El PSOE, incluso, tiene la excusa de decir que se siente engañado por estos jueces, que confió en la justicia pero que Europa ha demostrado que los jueces se dedicaron a hacer política en modo salva patrias, con la Unidad por encima de todo, incluso de los derechos fundamentales. Sería cinismo, claro, pero le sería un cinismo muy útil. Nada nuevo.

La única manera para que la sociedad española, al menos, se plantee que el referéndum no es una agresión, pasa porque Europa dicte que la reacción del Estado no fue “justa”. Pasa porque muchos españoles empiecen a poner en duda las portadas del ABC, El Mundo, La Razón. Pasa por plantearse si les han engañado y, si es así, en cuántas cosas más les han engañado (la Unidad como imperialismo, la legitimidad de la monarquía, el sistema judicial, la Constitución del 78). Para llegar hasta aquí, para que el dolor de estos años de tanta gente (piensen como piensen) dé algún fruto, para que tanta inestabilidad haya servido de algo, hay que aprovecharlo. Para que se produzca un cambio es necesaria la debilidad de quien no lo desea. La rabia incontenida de PP, C’s y Vox en el congreso, es una muestra de esa debilidad incipiente, seguramente momentánea, una brecha que no hay que dejar pasar. Por ello, creo que sabiendo lo anterior, la derecha va a hacer todo lo imposible y más para que se conceda el suplicatorio a Puigdemont. Y mejor le va a ir a la coalición PSOE-UP si este continúa siendo eurodiputado. Claro, esto en el caso de que pretendan hacer algo efectivo de cara a la reivindicación catalana. Si lo único que desean es alargar la cosa a ver si en unas futuras elecciones pueden gobernar sin la abstención de ERC, nada habrá servido de nada, y el estallido final será peor.

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