Hace años se empezó a utilizar la expresión Diálogo Intergeneracional. En cierta ocasión, el médico investigador Boris Pérez fue preguntado sobre el tema. “No entiendo los adjetivos que califican la palabra Diálogo. Pienso que no la describen, sino que la restringen. El diálogo debe ser un ejercicio de libertad, y no caben restricciones”. Boris hablaba así con un compañero de trabajo que sostenía que la palabra intergeneracional solo quiere decir que el diálogo se establece entre personas de distintas generaciones.
Boris recordó dos citas sobre la juventud. La que se atribuye a Hesiodo hace casi tres mil años: “No tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esta juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible”. O la de un sacerdote anónimo hace cuatro mil años: “Nuestro mundo llega a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar lejos”.
Para Boris ha sido el miedo que se ha tenido siempre a la juventud el que llevó a crear un puente que se denominó diálogo intergeneracional. Pero es un diálogo que parte de dos premisas erróneas: la juventud es mala, y la persona de la generación anterior es la que tiene razón.
En estas condiciones no se puede establecer un diálogo. No existe un diálogo inter-racial o inter-étnico, ni se habla de un dialogo inter-género, ni inter-religioso, ni diálogo inter-clases sociales, por ejemplo. Solo se habla de diálogo intergeneracional, los demás son solo diálogos.
“Así debería ser el diálogo entre personas de distintas generaciones”, continuó Boris, “solo un diálogo sin premisas, sin restricciones y sin adjetivos; solo Diálogo. Porque la juventud de hoy es como siempre ha sido la juventud: rebelde, inquieta, en una búsqueda incesante, que tropieza, cae y se levanta, exigente y quiere que las cosas ocurran rápido, ahora, ya”.
Añade Boris que la juventud también es respetuosa, comprometida, solidaria…, con unos buenos valores distintos, pero que son los valores del siglo veintiuno en un tiempo que les pertenece.
Al dialogar desde una o varias generaciones anteriores con la juventud, se recibe el respeto que se les da, y entienden un diálogo desde la igualdad, sin verdades absolutas ni autoritarismo. Para Boris dialogar con la juventud le enriquece, le aporta vida e ilusión por la propia manera de ser de la juventud y porque practica solo un diálogo, sin adjetivos.