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El emérito: desvergüenza y papanatismo

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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La honestidad con uno mismo es la fragua donde se forja la personalidad que obliga a dar la cara, a no esconder el bulto, cuando te sorprenden en un renuncio, inconveniencia o ilegalidad. Regla de vida que es una exigencia, para quién, por decisión de un dictador, ostentó la más alta magistratura del Estado que, reclama, ejemplaridad ineludible en el servicio público que se ejerce, por el bien de la ciudadanía, de la sociedad, a la que se representa. Cuando en lugar de dar cara, el afectado se esconde bajo las piedras para no explicar sus múltiples deslices en el ejercicio del cargo, el interfecto se convierte en el perfecto modelo de la desfachatez ignominiosa en el ejercicio de la representación del pueblo español.

En ningún caso sirve ampararse en una legalidad que concede una impunidad fuera de lugar y de tiempo, más que decimonónica propia de la época de los faraones; para engañar a la ciudadanía escondiendo bajo su amparo, maniobras propias de delincuentes económicos con el único objetivo de aumentar los caudales propios. De llevarse a la saca dinero por defraudar al fisco y en comisiones espurias, por el afán de acumular riqueza cuando ya se vive como un marajá a costa del erario público.

El mantra de que paró el golpe del 23F — por lógica y razón histórica ni podía ni debía hacer otra cosa que no fuera apoyar la democracia— olvida siempre que fue la sociedad española la que apuntaló el nuevo orden, como demostraron el millón largo de españoles que se manifestaron el día 24 en numerosas ciudades de España para respaldar la democracia, que no hubieran aceptado una actitud diferente del monarca. Mantra que no puede ser eterno ni ampara la búsqueda del beneficio personal y espurio en virtud del cargo representativo que encarnó. Actividades con poso de ilegalidad, reconocida implícitamente al regularizar sus deudas con el fisco, para salir de rositas de la parte penal, con ese otro mantra de la inimputabilidad, que una democracia que se precie de serlo debería abolir sin dilación, por ser propio de regímenes absolutistas. Su desprecio a los españoles al irse sin dar la explicación que esperaban sobre sus dislates en esta visita desde su huida al exilio — convertida en un fin se semana de recreo marítimo—, no puede pasarse por alto, sino que debe exigírsele; pues no queda emborronada por los cortesanos babosos y papanatas de siempre, que han competido por hacerse una foto en él en Abu Dabi, poniendo en evidencia lo que realmente son: lacayos serviles de la realeza. Lo positivo de esta triste historia es ver al emérito, por mérito propio, convertido en fabricante de ciudadanos republicanos

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2 COMENTARIOS

  1. que se puede esperar de una sociedad como la española que está dormida, que sigue votando a delincuentes (100% del espectro político representado), que es robada a diario por el sistema extractivo impositivo para alimentar a las castas de siempre, que no reacciona ante la represión policial, que no tiene derechos, solo privilegios, que se traga un virus tras otro y es incapaz de de pensar por si mismo, etc…. que se puede esperar de una sociedad lanar, porque así nos tratan y así nos dejamos tratar. Jaleamos a un Rey que es la imagen de la desafachatez y deshonor a eso que llaman patria y España, que no ha habido un rey bueno en España, ni con los godos. España ya no es un país, es una corporación vendida a intereses supranacionales extranjeros con borregos como ciudadanos.

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