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El otro rostro de la publicidad feminista

Los sectores que más han apostado por el "femvertising" son la moda y la cosmética

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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La presión social, con movimientos como el Me Too, ha hecho que las grandes marcas transformen su manera de hacer publicidad y pongan el feminismo en uno de sus principales focos. Quien más quien menos recuerda campañas rompedoras como la de Dove donde por primera vez se veía como las protagonistas eran mujeres de todas las tallas y colores que rompían con los cánones estéticos que todavía imponen la mayoría de las marcas.

Según el estudio «Meaningful Women», realizado por Havas Media Group e IMOP Insights, publicado este año, donde se analizan 20.000 creatividades de campañas y se incluye una encuesta a 2.000 mujeres, el 88 % de estos trabajos siguen mostrando cuerpos esbeltos y jóvenes, mientras que sólo un 12 % incluye todo tipo de cuerpos (con más peso o con canas).

Sin embargo, el mismo estudio también recoge que se tiende al equilibrio entre la presencia de hombres y mujeres. En el 58 % de las campañas analizadas la mujer trabaja y disfruta del ocio respecto de un 24 % en las que realiza tareas del hogar o cuidados.

Ante estos datos ¿puede decirse que la publicidad realmente puede ser feminista? «Es una pregunta difícil de responder», admite María Isabel Menéndez, catedrática de Comunicación Audiovisual y Publicidad y autora del libro ¿Puede saltarse la publicidad ser feminista? (Editorial UOC).

Para Menéndez, por un lado, está el debate que plantea dudas respecto a la honestidad de las marcas cuando abanderan causas sociales, porque es casi imposible conocer las motivaciones reales de esta firma y, por el otro, hay numerosas voces críticas que plantean que nunca puede existir un discurso feminista en un contexto de mercado.

Lo que sí está claro es qué elementos debe tener una campaña para ser feminista o, como se conoce en el argot publicitario, para ser femvertising. «Tiene que abandonar los estereotipos sexistas, no puede degradar a las mujeres ni la cultura femenina y debe proponer autonomía, autoestima o confianza en las consumidoras», deja claro la autora del libro. En definitiva, resume, lo que hoy en día solemos denominar empoderamiento de las mujeres.

Los sectores que más han apostado hasta ahora por el femvertising son precisamente los que tienen como principal cliente las mujeres. Es el caso de empresas de moda, cosmética, productos de higiene o de alimentación. «Ahora empezamos a ver a otros que también apuestan por ello, como la automoción, la tecnología, el sector bancario o los deportes», coinciden la autora del libro y Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigadora del grupo i2TIC, que recuerda uno de los anuncios de Audi, en el que celebraban que las mujeres pudieran conducir en Arabia Saudí. ¿Falsa bandera? Ahora bien, continúa siendo una incógnita que esta apuesta que están haciendo las marcas sea realmente porque la igualdad forma parte de su identidad de marca. «En todo caso, para no caer en una crisis de reputación tendrían que hacer femvertising sólo si realmente creen en ello», recuerda Menéndez.

Para la profesora Neus Soler, muchas empresas lo hacen solo por marketing: «Lo demuestran en sus prácticas habituales no igualitarias«. Entre estas firmas está Nike, que «en las campañas apuesta por el feminismo, pero no duda en rebajar las condiciones contractuales de patrocinio a las atletas que se quedan embarazadas, tal como ellas mismas han denunciado en varias ocasiones», comenta. Sin embargo, Soler también deja claro que no puede generalizarse, y recuerda que en España se creó un clúster de empresas que trabajan, precisamente, por una sociedad igualitaria.

Feminiwashing purplewashing

De hecho, este tipo de publicidad de falsa bandera feminista también tiene un nombre, se la denomina feminiwashing purplewashing. «Es sinónimo de lavado violeta y se inspira en otras etiquetas más conocidas como el greenwashing, que se usa para denunciar la falsa bandera ecológica», explica Menéndez.

Para solucionar el problema entre la publicidad feminista y la que se vende como feminista, Menéndez propone lo que ha bautizado como profem. «Es una publicidad generadora de feminismo, que permite hablar y reflexionar sobre la igualdad, que, para mí, es lo verdaderamente importante», apunta.

Pero ¿realmente la publicidad feminista tiene impacto sobre la consumidora final? La autora reconoce que hay pocos estudios hechos respecto a este tema, y los pocos que hay no son españoles: «Estos indican que este tipo de publicidad tiene una buena aceptación por parte de las consumidoras, porque están cansadas del sexismo publicitario y los estereotipos de género«, comenta. A pesar de eso, según los datos del estudio «Meaningful Women» parece que las mujeres tendrán que esperar todavía unos años más para que se acabe con este sexismo

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1 COMENTARIO

  1. El feminismo no sólo reduce los salarios, en términos reales, al 50%, si no que también aumenta el PIB y hace caer la natalidad en picado. El capitalismo lo ha canibalizado y convertido en una industria histérica e insoportable. Viva la Barbie feminista!

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