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El superhombre

Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Nacido en Valencia el 4 de Junio de 1961. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid en 1986. Especialidad de Psiquiatría. Ejercicio actual en el Hospital Universitario La Paz.
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análisis

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En 1992 Francis Fukuyama tras la victoria norteamericana sobre la URSS publicó su famoso ensayo » El fin de la historia y el último hombre». Ha sido una vieja aspiración de filósofos y teólogos perfilar un modelo humano, un ideal al que acudir que como un  divino faro iluminase el tortuoso camino de la existencia para lograr mejorar a la humanidad o a las personas individuales, objetivos ambos a veces difícilmente compatibles. Bien dicho «divino faro» porque durante siglos lo encendieron dioses de diversos nombres hasta que la Ilustración asesinase a Dios y alimentase la luz con el fuego de la razón (parafraseando a Nietzsche)

El ideal humano ha mutado en numerosas ocasiones. Ha sido el héroe griego rabiosamente libre e independiente, hedonista en ocasiones y trágico en sus derrotas a manos del destino. También el mártir cristiano representado en el doliente Cristo, o el desapegado budista insensible a las tentaciones terrenales. Mas recientemente el ideal se encarnó en el estoico marxista capaz de sacrificarlo todo por el partido y la revolución o en el heroico MacMurphy protagonista de «Alguien voló sobre el nido del cuco» , modelo de una generación contracultural enfrentada al poder establecido. Desde la filosofía, el bigotudo Friedrich Nietzsche o el de mas modesto mostacho Martin Heidegger, ambos antiguos estudiantes de teología, pontificaron la guerra contra la religión y contra el conjunto de normas, dogmas y creencias que alienaban al individuo y le impedían autorrealizarse y transformar el famoso «yo debo» en «yo quiero». Fue Nietzsche el que anunció la llegada del » superhombre», el «Übermensch», concepto que tanto daño hizo en las cabecitas de las «bestezuelas rubias» de la Alemania de los años 30, un ejemplar humano moralmente superior, que toma lo que quiere según su propio sistema de valores emanado de su legítima voluntad de poder.

La pregunta es si el fin de la historia preconizado por Fukuyama ha logrado alumbrar al tan esperado superhombre o si por el contrario el ideal se parece demasiado a los viejos modelos. Desde luego la autorrealización personal y la independencia con respecto a mandatos y normas sociales ni está ni se la espera.

El «Übermensch» actual es por principio un buen cristiano, solo que la compasión y la caridad hacia el prójimo reciben ahora el nombre de «solidaridad» y se enfocan a lejanos escenarios en el espacio y en el tiempo. Es alguien temeroso del cambio climático y comprometido con la sostenibilidad medioambiental que irá a todos los sitios andando o a lo sumo en patinete eléctrico aunque tenga 80 años y sufra martirizado por la artrosis. Es más, morirá si es necesario aferrado a su patinete como Roldán a su cuerno de marfil en Roncesvalles. Deberá ser amante de alimentos transgénicos y de suculentos insectos u otros invertebrados ya que de este modo facilitará que grandes corporaciones incrementen la riqueza global, disponiendo para combatir su desigual reparto de un catecismo gramatical de lenguaje inclusivo. Tal vez el empleo de perífrasis, la reiteración de pronombres y el cambio  de sufijos de género alarguen los discursos pero jamás aburrirán a los creyentes inundados de ardor por causas nobles como la igualdad de sexos, razas, especies y géneros y siempre dispuestos a denunciar las injusticias cometidas en el Paleolítico o la Edad Media. Por supuesto el superhombre exigirá con vehemencia la reparación histórica de los abusos cometidos sobre sumerios, celtas, bosquimanos, fenicios, navajos, aztecas o cualquier otro pueblo imaginable. La salud del actual «Übermensch» es perfecta, dado que mediante analíticas y frecuentes pruebas monitoriza su salud hasta agotar cualquier sistema sanitario que por lo demás se dedica en la actualidad mas a curar a los sanos que a sanar a los enfermos. Tal vez el «Übermensch» haya caído en una preocupante hipocondría que matiza y estropea su felicidad y positivismo innato, pero no importa puesto que dado que se vacuna todos los meses contra cualquier microbio habido y por haber, se encuentra «totalmente inmunizado». Con todo ello habrá, de nuevo, incrementado la riqueza global sosteniendo a la  generosa y desinteresada industria farmacéutica. Es firme en sus convicciones y no se permite vacilación alguna en su fe sobre el decrecimiento económico y la agenda 2030 por lo cual realiza públicas manifestaciones de devoción mediante un amuleto de colorines en la solapa y un retrato de Thomas Robert Malthus que porta en su bolsillo como expresión y muestra de «concienciado viejo». Como «superhombre» suena a nazi rancio de cervecería bávara, ahora se autodenominará «progresista»  pero observará una actitud  tan vocacionalmente exigente, celosa y vigilante de las esencias como un nazi, censurando con firmeza a cualquier hereje o disidente  (ahora se llaman » negacionistas») que cuestione sus dogmas y sometiéndole a un rápido aislamiento social. De ese modo protege al grupo de peligrosas individualidades. Socialmente el superhombre se presentará como de género fluido y la falta de pensamiento crítico e independiente quedará subsanado por la capacidad de elección y autodeterminación de su sexo. Se trata de la libertad llevada a su máxima expresión lo cual quedará demostrado por la regular asistencia del «Übermensch» a manifestaciones convocadas por los poderes establecidos en contra de malignos conceptos y generales amenazas o a favor de deseos y esperanzas cuanto mas abstractas mejor. En esas marchas jamás faltará la reivindicación de algún tipo de nueva libertad. El superhombre es un auténtico rebelofílico, aunque tal vez le falte definir exactamente el punto al que quiere llegar pero en cualquier caso todos son derechos humanos amenazados de modo grave e inmediato. En ocasiones la manifestación se acompaña de una coreografía o baile ritual pero no siempre

Este es el humano del fin de la historia. Ignoro si Fukuyama estará de acuerdo. Tal vez no acertase en sus predicciones y no nos encontremos todavía con el humano definitivo. Todavía nos queda el transhumanismo. Miedo me da.

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1 COMENTARIO

  1. Da gusto leer artículos escritos por personas bien documentadas, que saben utilizar la ironía y que te hacen replantearte muchas informaciones de los canales oficiales.

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