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Felices años 20

Susana Pérez Alonso
Susana Pérez Alonso
Escritora de novelas, poesía y ensayo. Sus obras han sido publicadas en editoriales de prestigio internacional y por reconocidas publicaciones periódicas académicas. Comienza sus trabajos en la humanización del sistema socio sanitario en el año 1982. Funda la Asociación de Usuarios y Pacientes de la Sanidad. Trabajó en la reestructuración del Área de Oncología y Radioterapia del HUC. Participa en numerosos programas de televisión y radio, así como de reuniones científicas internacionales sobre humanización de la sanidad. Graduada Social y Técnica Fiscal IUDE por la Universidad de Oviedo. Procuradora de los Tribunales.
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análisis

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Hace semanas que no escribo, no me acompañan ni salud ni ganas. Realmente vivo en un estado de confusión perpetua, cada hora, minuto…

Pienso en el invierno, en como podré calentar la casa y en si podré comprar lo necesario para una buena alimentación. Son preocupaciones lógicas, pero me temo que soy la única desvelada por estos temas. Los periódicos hablan de las lecciones en Andalucía, Francia… Y de esa extraña guerra ucraniana que no he logrado entender jamás. Veo a la llamada Ursula paseándose con un chaleco antibalas por esas tierras y no recuerdo imagen similar ni en Siria, Irak o cualquier país africano asolado por las armas. Sigue causándome inquietud esa guerra, no sólo por los muertos, por lo que la rodea. Ahora también pienso en mi abuelo Nicomedes, que no tuvo una granja en África, pero luchó en ese continente. Me imagino una Argelia desestabilizada, es de los pocos países que quedan en el norte de África en esa situación. Desestabilizas y mandas a la muerte a miles de parias sin que sepan el motivo de estar empuñando un fusil. Si Argelia cae, cae Marruecos, España… Y no pasa nada, es como si todo fuese normal, y no lo es.

Mi amiga A tiene un establecimiento hostelero, lo tiene lleno permanentemente y los coches no dejan de pasar los fines de semana por la carretera que rodea mi casa. Cuesta la gasolina unos dos euros y una habitación económica unos cuarenta diarios. Y no lo entiendo. ¿Somos un país de ricos y no me había enterado? Un pedido de fruta normal no baja de los 30 euros, tengo suerte de poder comer verduras de la huerta, pero pienso en el dinero propio y ajeno sin parar ¿De dónde lo saca la gente? Y no escribiré sobre San Denis, es historia antigua lo que allí sucede y lo que está sucediendo poco a poco en España, ya no en Francia. Veo una serie titulada Devils, que les recomiendo, y se pierde mi mirada por los montes que veo desde cualquier sitio de mi casa. Perdida, extraviada la mirada escribiría si esto fuese una novela.

Una tortilla de patatas cuesta un 27% más que hace un año, pero no pasa nada. No están las calles llenas de ciudadanos gritando pan y justicia, no… Hay botellones y fiestas.

En diciembre del año 2019 pedí a los ignorantes de cuadro de honor, que dejasen de decir felices años 20, sólo demostraban su total desconocimiento de la historia. A día de hoy, no diré que felices años 20, escribo malditos años 20 del anterior siglo y de este: sólo la locura colectiva, la huida hacia delante,  puede explicar tanta mostrenquez, tanto dispendio y tanta falta de protesta social. Es lo único que se me ocurre.

Voy a extraviar la mirada otro rato pensando que a lo mejor me tiro al monte como lo hicieron los de Sierra Maestra, claro que sola no serviría para nada

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