lunes, 6mayo, 2024
20.3 C
Seville

La gran estafa democrática de PP y Vox con ETA

Endurecer la política de dispersión de presos de ETA, como pretenden el PP y Vox, es incumplir con la ley una vez que la banda terrorista se disolvió y dejó de matar hace 12 años

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Llega una nueva etapa electoral en España y, para no variar, tanto el Partido Popular como Vox vuelven a «dar la turra» con ETA y los presos. Así lo hicieron en la campaña de las autonómicas y municipales y, por supuesto, están sacando a la banda terrorista del baúl para intentar rascar votos procedentes de la ignorancia democrática de buena parte de la ciudadanía española.

Este mismo año, el líder ultra Santiago Abascal, un hombre que fue objetivo de ETA, afirmó que el acercamiento de presos de la banda terrorista a prisiones de Euskadi «supone la constatación de la realidad y es que el Estado, la sociedad española no hemos derrotado al terrorismo».

Por su parte, la lideresa trumpista del Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso, afirmó que el fin de la política de dispersión de los presos de ETA era un favor que hacía Pedro Sánchez a los terroristas. Estas declaraciones demuestran una ignorancia democrática muy preocupante por parte de Ayuso.

No es popular presentar el análisis que sigue a continuación, pero es la realidad, tanto legal como democrática que en ningún caso es una justificación de los crímenes cometidos tanto por ETA como por GRAPO o FRAP. Los terroristas fueron juzgados y condenados y tienen que cumplir sus penas en base a lo que marca la ley.

Reinserción, no venganza

El sistema penal español está basado en la premisa de la reinserción del preso, no en el castigo por el delito. La cárcel se utiliza en España como un medio de reinserción en la sociedad, no como un castigo, tal y como ocurre en otros países de demostrada tradición democrática.

Fue en el año 1989 cuando el gobierno de Felipe González implementó la política de dispersión de presos. En aquellos años tenía lógica una medida de este calibre. El hecho de enviar a los presos a centros penitenciarios lejanos fue una herramienta para romper los lazos que se pudieran crear con ETA y buscaban que el encierro individual provocara que se interesaran en las políticas de reinserción.

Han pasado más de 25 años desde que el PSOE implementara la dispersión. En este tiempo han ocurrido muchas cosas entre ellas el cese definitivo de la lucha armada y el anuncio de desarme, además de los muchos presos que se acogieron a lo que se ha denominado «vía Nanclares», un proyecto de reinserción de presos etarras que deciden dar pasos hacia el fin de la violencia. Ahora mismo, por mucho que le pese al PP de Ayuso y a Vox, no tiene sentido el mantenimiento de la dispersión porque ya no hay que romper ninguna conexión con ETA.

En este país ha habido demasiada gente que se ha aprovechado de la existencia de ETA y, una vez que la banda terrorista ha desaparecido, no pueden permitir que salga de la actualidad.

Cuando ETA, los Grapo o FRAP asesinaban la derecha o la ultraderecha de este país utilizó de manera constante el argumento del terrorismo como herramienta política. Ya durante la Transición, en las manifestaciones que Fuerza Nueva organizaba en casi todos los funerales de asesinados por la acción terrorista, se agitaban dos argumentos: la unidad de España y las víctimas del terrorismo. Durante la democracia los españoles fuimos testigos de cómo el Partido Popular de José María Aznar (quien, por cierto, también es víctima) utilizó políticamente a las asociaciones de víctimas, pero también acercó a cientos de presos etarras a cárceles de Euskadi.

También es destacable (y en muchos casos despreciable) cómo familiares de víctimas han medrado políticamente gracias a la memoria de los muertos. Muchos de estos son los que más agitan el fantasma de ETA porque con la ausencia de la banda terrorista de la actualidad su presencia en la primera línea deja de ser imprescindible y ya no da rédito político.

Hay un contraste entre lo anterior y la actitud de dignidad de algunas víctimas. En este sentido, es destacable Eduardo Madina, a quien ETA le voló una pierna, y las declaraciones que hizo en la Cadena SER en medio de la polémica por la Doctrina Parot y en referencia a un acto de protesta tras la derogación de dicha doctrina presidido por Jorge Fernández Díaz y Alberto Ruiz Gallardón en la que se hicieron acompañar por las asociaciones de víctimas afines al PP: «La familia de Enrique Casas, primer senador socialista asesinado a principios de los años 80, en soledad absoluta y sin nadie acompañando a aquel féretro, no opinará lo mismo que Ángeles Pedraza, y digo yo que Ángeles Pedraza tiene todos los derechos igual que la familia de Enrique Casas o de Ernest Lluch, digo yo. Conclusión, no estaban las víctimas, había algunas víctimas representando sus voces y las de las asociaciones de las que forman parte».

En referencia al acercamiento de presos el propio Madina, el día en que ETA anunció el cese definitivo de la actividad armada, dijo en LaSexta: «Gestionar acercamientos de presos ante una ETA que deje de existir, debatir políticamente con aquellos que defiendan el independentismo… a mí eso me da miedo cero».

Mantener la dispersión de los presos de ETA va en contra del sistema penitenciario español. La banda terrorista dejó de matar hace más de 12 años. Mantener la dispersión se ha convertido en un asunto cercano a la venganza y en una democracia ese concepto de «vendetta» debe estar desterrado.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

2 COMENTARIOS

  1. Mi juventud coincidió con los años de plomo. Mi padre era miembro de las FFAA. Aunque las noticias de atentados eran una de las bandas sonoras de mi vida desde muy joven, con los años me fui sensibilizando más, y recuerdo comenzar algún noticiario con otro atentado, y saltárseme las lágrimas. Sobre todo si antes hubo periodos de paz, por la causa que fuera. Aquel dolor era de todos. Hubo una época en la que Aznar decía: “todos somos víctimas”. Luego dejó de decirlo, no era conveniente. Solamente las víctimas del terrorismo podían opinar sobre política antiterrorista, política de presos o diálogo. El dolor de todos, empezó a instrumentalizarse por el PP. Si mi opinión no coincidía con la de las víctimas, me llamaban “amigo de los terroristas”. Y las víctimas apoyaban al PP. Por lo visto, si no teníamos amputaciones o familiares víctimas, nuestra opinión no valía (“tú no sabes lo que es eso”, decían; pero sí que lo sé). Las víctimas merecen apoyo, faltaría más, sobre todo material, para hacer su vida más fácil, y tienen derecho a organizarse políticamente para defender sus ideas e intereses. Como todos. Me gustaría que me subieran los impuestos para que no les falte de nada. Pero mi opinión política sobre lucha antiterrorista, política de presos, o diálogo, es tan válida como la suya. Hace mucho tiempo que perdí el respeto por las víctimas del terrorismo. Que me llamaran “amigo de los terroristas” para callarme la boca, no ayudó.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído