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Los países deben triplicar la inversión en renovables antes de que el cambio climático ponga en riesgo la seguridad energética

Los datos se desprenden del "Informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2022: energía" elaborado de forma interinstitucional por la Organización Meteorológica Mundial y que se presentará en la cumbre del Consejo Mundial de Energía que se celebrará mañana en Escocia

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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El suministro de electricidad procedente de fuentes de energía limpia deberá duplicarse en los próximos ocho años para limitar el aumento de la temperatura mundial. De lo contrario, existe el riesgo de que el cambio climático, el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y el estrés hídrico socaven la seguridad energética e incluso pongan en peligro el suministro de energías renovables. Así de contundente es el nuevo informe interinstitucional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El informe anual de la OMM sobre el estado de los servicios climáticos, que incluye aportaciones de 26 organizaciones diferentes, se centra este año en la energía porque es la clave de los acuerdos internacionales sobre desarrollo sostenible y cambio climático y, en realidad, de la salud del planeta.

“El sector energético genera alrededor de tres cuartas partes de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La transición a formas limpias de generación de electricidad, como la solar, la eólica y la hidroeléctrica —y el aumento de la eficiencia energética— es esencial si queremos prosperar en el siglo XXI. El objetivo es lograr emisiones netas cero en 2050. Sin embargo, solo conseguiremos ese objetivo si duplicamos el suministro de electricidad de bajas emisiones en los próximos ocho años”, afirma el profesor Petteri Taalas, Secretario General de la OMM.

“El tiempo nos apremia, y estamos presenciando cambios en nuestro clima. Necesitamos una transformación completa del sistema energético mundial”, añade Taalas.

El acceso a información y servicios fiables sobre el tiempo, el agua y el clima será cada vez más importante para reforzar la resiliencia de la infraestructura energética y satisfacer la creciente demanda que ha experimentado un aumento del 30 % en los últimos 10 años.

El Informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2022: energía también recoge buenas noticias. En él se subrayan las oportunidades excepcionales que ofrecen las redes de energía verde para ayudar a combatir el cambio climático, mejorar la calidad del aire, conservar los recursos hídricos, proteger el medioambiente, crear puestos de trabajo y garantizar un futuro mejor para todos nosotros.

Casos prácticos de éxito

El informe incluye estudios de casos prácticos. Por ejemplo, las advertencias meteorológicas tempranas protegen el suministro de energía en Beijing (China); las pruebas de estrés climático garantizan la distribución adecuada de la electricidad en los Dolomitas italianos; los sistemas de alerta en Tayikistán avisan con antelación de las condiciones de sequía para la planificación de las operaciones hidroeléctricas; la información localizada sobre los recursos eólicos está ayudando a la industria eólica a tomar decisiones, y las mediciones de la radiación solar respaldan la colocación de paneles solares en barreras antirruido en Alemania.

África podría ser un actor importante en renovables

Para 2050, las necesidades mundiales de electricidad —que aumentarán con el transcurso de los años, y en las que la electrificación será un factor estratégico fundamental para abordar los objetivos de las emisiones netas cero— se cubrirán principalmente con energías renovables, entre las que la energía solar será la mayor fuente de suministro. Los países africanos tienen la oportunidad de aprovechar un potencial inexplotado y ser protagonistas del mercado. El 60 % de los mejores recursos solares del mundo se encuentra en África, pero la capacidad fotovoltaica instalada en este continente solo es del 1 % mundial.

“Debemos responder urgentemente al creciente impacto del cambio climático en los sistemas energéticos si queremos mantener la seguridad energética mientras aceleramos la transición a las emisiones netas cero. Para ello hacen falta tanto una planificación a largo plazo como medidas de política audaces para estimular la inversión, que a su vez debe estar respaldada por datos meteorológicos y climáticos completos y fiables”, explica el doctor Fatih Birol, Director Ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía.

“Ahora es el momento de acelerar la transición hacia un futuro de energías renovables. Todo lo que no sea una acción radical e inmediata acabará haciendo desaparecer la posibilidad de mantenerse en la senda de los 1,5 °C. Las crisis interrelacionadas de la energía y el clima han puesto de manifiesto de manera notable las debilidades y vulnerabilidades de un sistema económico muy dependiente de los combustibles fósiles. Avanzar en la transición a las energías renovables es una opción estratégica para aportar energía asequible, puestos de trabajo, crecimiento económico y un medioambiente resiliente para las personas y las comunidades sobre el terreno”, recuerda Francesco La Camera, Director General de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).

Inversiones bajas especialmente en los países en desarrollo

Se pueden y se deben desplegar más esfuerzos. Según el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, «las medidas climáticas audaces podrían generar 26 billones de dólares de los Estados Unidos en beneficios económicos para 2030». Así y todo, la inversión en energías renovables es demasiado baja, especialmente en los países en desarrollo, y se presta muy poca atención a la importancia de los servicios climáticos para que la energía respalde tanto la adaptación al clima como las decisiones sobre cómo reducir los gases de efecto invernadero.

La OMM publica desde 2019 informes anuales sobre el estado de los servicios climáticos en respuesta a una petición de las Naciones Unidas para obtener más información acerca de las necesidades de adaptación de los países. La edición de este año incluye la aportación de más asociados que nunca. Entre ellos se encuentran la Agencia Internacional de Energía, el Organismo Internacional de Energía Atómica, la IRENA, Sustainable Energy for All, ONU-Energía, la Fundación ENEL, el Fondo de Adaptación, el Fondo Verde para el Clima, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el servicio de Copernicus relativo al cambio climático, junto con distintas organizaciones del sector privado y de la sociedad civil.

“El Fondo de Adaptación se complace en ser uno de los asociados fundadores y colaboradores de este valioso informe. El sector energético es crucial para ayudar a frenar las emisiones que causan el cambio climático; al mismo tiempo, la producción de energía en sí necesita adaptarse a los efectos climáticos que ya se están produciendo y acelerando. El Fondo de Adaptación financia proyectos que se basan en las prioridades de adaptación de los países en desarrollo vulnerables, y nos complace ver un número cada vez mayor de actividades impulsadas por los países en las que se abordan las necesidades específicas de adaptación del sector energético a diferentes escalas”, dice Mikko Ollikainen, Director del Fondo de Adaptación.

Escasez de recursos hídricos

En 2020, el 87 % de la electricidad mundial generada por sistemas térmicos, nucleares e hidroeléctricos dependía directamente de la disponibilidad de agua. Mientras tanto, el 33 % de las centrales termoeléctricas que dependen de la disponibilidad de agua dulce para su refrigeración se encuentran en zonas de alto estrés hídrico. Este es también el caso del 15 % de las centrales nucleares existentes, porcentaje que se espera que aumente al 25 % en los próximos 20 años.

El 11% de la capacidad hidroeléctrica se encuentra también en zonas con gran estrés hídrico. Asimismo, aproximadamente el 26% de las presas hidroeléctricas existentes y el 23% de las previstas se encuentran en cuencas fluviales que actualmente tienen un riesgo de escasez de agua entre medio y muy alto.

Las centrales nucleares no solo dependen del agua para su refrigeración, sino que además suelen estar situadas en zonas costeras bajas y, por tanto, son potencialmente vulnerables al aumento del nivel del mar y a las inundaciones relacionadas con el clima. Por ejemplo, la central nuclear de Turkey Point, en Florida (Estados Unidos), que se encuentra al nivel del mar, se verá amenazada en los próximos decenios. La mejora periódica de las prácticas operativas y la evolución de las obligaciones reglamentarias pueden reducir sustancialmente las pérdidas de producción de las centrales nucleares ocasionadas por las inclemencias del tiempo, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

A pesar de estos riesgos, solo el 40 % de los planes de acción climática presentados por los gobiernos a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) dan prioridad a la adaptación en el sector energético, y la inversión es baja en una medida equivalente.

Según el informe, el suministro procedente de fuentes de bajas emisiones debería duplicarse de aquí a 2030 para que el mundo alcance el objetivo de emisiones netas cero en 2050.

La transición a las energías renovables contribuirá a aliviar el creciente estrés hídrico mundial, puesto que la cantidad de agua utilizada para generar electricidad mediante la energía solar y eólica es mucho menor que la que utilizan las centrales eléctricas más tradicionales, las cuales se abastecen de combustibles fósiles o energía nuclear.

Sin embargo, los compromisos actuales de los países están muy por debajo de los niveles necesarios para cumplir los objetivos fijados por el Acuerdo de París, lo que se traduce en una brecha del 70 % en la cantidad necesaria de reducciones de emisiones para 2030.

Las promesas relativas a las energías renovables representan menos de la mitad del nivel necesario. Para alcanzar el objetivo mundial a largo plazo del Acuerdo de París en relación con la temperatura hace falta instalar 7,1 TW de capacidad de energía limpia de aquí a 2030, según las cifras citadas en el informe.

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