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“No flaqueamos, no desfallecemos, no morimos” (Homenaje a la República)

Miguel Pastrana
Miguel Pastrana
Secretario de la Junta de Gobierno del Ateneo (2008-2017) Candidato a Presidente en 2021
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análisis

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El siguiente texto corresponde a la intervención del autor en el acto público titulado “Nuestro homenaje a la II República española”, que organizado por la Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”, tuvo lugar en el Ateneo de Madrid el 12 de abril de 2024. Intervinieron también, María de la Paz González López, Manuel Según Alonso, Teresa Meneses Martín, Rafael Egido Pérez y Pedro García Bilbao

(Buenas tardes).

Ha referido Maripaz, y por ser cierto, que este abril la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» del Ateneo de Madrid, cumple quince años desde su constitución formal -esto es: conforme al vigente e histórico Reglamento del Ateneo-, el 23 de abril de 2009. En verdad, la Agrupación estaba ya presentada y reuniendo todos los requisitos, desde el otoño de 2008. Si no fue aprobada por la Junta de Gobierno del Ateneo hasta abril, fue -lo digo sin rodeos-, por temor político de una mayoría de dicha Junta de entonces.

Temor, por una parte, al potente significado, en términos de República de la figura de Negrín. Y temor, por otro lado, a cuanto significábamos las personas de la Agrupación. Se nos tenía -no sin razones-, miedo. Y el miedo, como sabemos, conduce a lo terrible. También, a lo más vil y mezquino.

Pero en abril de 2009, ya nada ni nadie podía «parar» a esta Agrupación. Y al poco, a finales de mayo, hubo un fuerte giro de izquierdas en el Gobierno mismo del Ateneo madrileño. Sigue habiendo quien cree que la Agrupación Negrín fue propiciada por nuestro recordado Carlos París. Pero el orden es el inverso, sin demérito ninguno: aprobación formal de la Agrupación, 23 de abril de 2009 (constitución real, ya digo, otoño de 2008). Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid por Carlos París, 31 de mayo. La cronología no engaña; es exacta.

Cuanto siguió luego -y lo digo sin rubor, pues me tengo por alguien riguroso-; fue un impulso a la idea de III República española como nunca en este Ateneo, cuna histórica -a su vez-, de la Segunda. ¿Exagero? No: los actos políticos republicanos más importantes de nuestro país entre 2009 y 2015, tuvieron lugar en este Ateneo. Y esta Agrupación fue la anfitriona y co-organizadora. A quien no lo crea, le invito a echar un vistazo a las hemerotecas.

Aquí y con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», se congregó un representación de más de 1.500 cargos públicos electos y electas reivindicando la III República española. No solamente -que también y por supuesto-, la Segunda.

Aquí y con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», escritores, intelectuales, científicos… de gran renombre, firmaron y presentaron un Manifiesto por la III República española.

Aquí y con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín» durante seis años, se hizo una lectura pública, abierta, y continuada, de la Constitución de la II República. Ese texto fundamental que principia diciendo, ni más ni menos:

España es una República de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de libertad y justicia. Los poderes de todos  sus órganos emanan del pueblo. La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. La bandera de la República española es roja, amarilla y morada

Por último, cuando la forzada abdicación de Juan Carlos I, la Declaración pública de las únicas formaciones políticas que se atrevieron a cuestionar la automática sucesión monárquica; esa Declaración -digo-, se llamó, no casualmente, «Declaración del Ateneo». Y no porque fuese una declaración institucional de esta asociación, diversa al fin y al cabo (nosotros y nosotras creemos en eso. De hecho, más que otros actores quienes lo pregonan). No: se llamo «Declaración del Ateneo», porque las organizaciones políticas las cuales firmaron dicho documento (algunas, con diputados y diputadas) se reunieron y lo elaboraron en este Ateneo -en éste-, en directa coordinación con la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín».  

Podría citar mucho más -reitero mi invitación a hacer hemeroteca-, como ejemplo del impulso a la República dado por nuestra pequeña -pero muy firme y muy disciplinada-, Agrupación Negrín. Y en efecto, Carlos París fue, no fundador, pero sí -a mucha honra-, «uno de los nuestros», hasta que murió en enero de 2014.

Pero nosotros, nosotras, no creemos en la muerte y por tanto, lo sigue siendo: «uno de los nuestros». Como muchas más personas, ateneístas «de Negrín», a quienes conocimos, y ya no están sobre esta tierra, pero sigue acompañándonos su ejemplo inolvidable. Ellos y ellas no se rindieron. Tampoco lo haremos nosotros ni nosotras.

Coincidieron aquellos años -de 2008 a 2015-, con una época ciertamente «especial» en términos sociales y políticos. Un tiempo en el cual la III República llegó a aparecer como una idea de masas. No se alcanzó a concretar, como lamentablemente sabemos. Pero estaba, de cierto, ahí; «flotaba» en multitud de actividades. Falló la concreción política, que es imprescindible. Pero las personas «de Negrín» de este Ateneo hicimos, desde luego, nuestra parte. Con orgullo lo digo. Nos dejamos la piel. Sucede, que no éramos diputados ni diputadas. Así de sencillo. En cualquier caso, la «eclosión» republicana -innegable-, de aquellos años, no puede entenderse sin nuestra actividad, sin nuestra existencia.

¿Qué pasó? Pues que hubo una reacción. «Siempre hay una Reacción». En la cual estamos; en la cual vivimos y sobrevivimos, tal es mi opinión, nadie se engañe.  Hablo, de la idea de República para España. No propiamente de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín», aunque la Reacción -lógicamente-, también llegase hasta aquí mismo; hasta este Ateneo de Reglamento republicano que es nuestra Casa.

¿Y a cuánto denomino yo ahora «Reacción»? Pues naturalmente, a la sistémica. A la del Régimen monárquico impuesto (¿alguna persona seria duda que fue impuesto?) en 1975-1978, y para garantizar dos cosas esenciales hasta hoy: una, la impunidad del franquismo (hablamos, también, del latrocinio). Otra, la enorme dependencia política de España respecto a los Estados Unidos de Norteamérica. Dependencia, como sabemos, iniciada con el régimen franquista. 

Un poco más adelante, para cerrar mi intervención, señalaré algunas características de esa Reacción sistémico-monárquica la cual dio al traste con las expectativas republicanas del período 2008-2015, y afectó y afecta también -nada casualmente-, a este Ateneo de Madrid, cuna -ya dije-, de la II República española, y sede legítima de la Agrupación Ateneísta «Juan Negrín».

Refiero ahora por qué el nombre, justamente, de Negrín:

Si hubiese de resumirlo en una sólo frase, diría que por ser, durante demasiado tiempo, el «malo entre los malos». El «ogro (aún lo sigue siendo en medida no pequeña. Lo era, todavía más, hace más de quince años). Por eso lo elegimos, aparte nuestra admiración verdadera por el dirigente preclaro, honesto, vigoroso y gigante.

Enviamos entonces un mensaje; trazamos una línea. «Roja». De verdad. No esas cosas que ahora se dicen y no se cumplen.

Recordemos, en breve, a Negrín: una persona traicionada, expulsada incluso. Todo lo malo. Lo peor. El «Hombre de Moscú». El «Agente de Stalin», etc. Durante demasiado tiempo -el cual llegaba incluso todavía a cuando hicimos la Agrupación-, solamente un puñado de comunistas, de socialistas y marxistas, de republicanos y de republicanas, junto a personas serias de la historiografía; solamente, reivindicaban en su entereza a Negrín. No esas «versiones para niños» como se ha pretendido también con Azaña y es mentira. «En su entereza» (digo otra vez).

El socialista -de cuando el socialismo español era marxista- y Presidente del Gobierno de España, quien no tuvo problema en escribir:

Los comunistas son mis mejores y más leales colaboradores. Los más propicios a la abnegación y al renunciamiento en aras de la victoria

Quien dijo públicamente:

Mi fe en el socialismo es cada vez más profunda y arraigada. Yo creo que el mundo marchará a un caos si su economía y los problemas sociales y económicos de cada país no se nacionalizan y no se organizan bajo principios netamente socialistas

Y en el otoño de 1938, ante los diputados y las diputadas:

Mi sentido internacionalista de socialista no lo he sentido incompatible con mi sentido altamente español, tan profundamente arraigado en mí

También dijo Negrín, en otra ocasión:

La Republica es laica, pero la Republica no ha querido nunca acabar con la religión. La Republica ha querido acabar con el predominio de los jerarcas de la Iglesia en la vida pública, en asuntos que nos les incumbían y no debían interesarle. El sentimiento religioso es una de las cosas que mayor respeto pueden y deben inspirar a toda persona

Y lo siguiente lo pronunció en septiembre de 1945, atención:

Los republicanos españoles no podemos olvidar nunca que hay un país en el oriente de Europa con el cual muchos no comparten la ideología ni se hallan identificados con su régimen, pero por el cual todos sienten máxima admiración, porque lo reconocen como el promotor de nuevas ideas, iniciador de nuevas orientaciones. Todos, sin excepción, estamos ligados a él por una deuda de gratitud inextinguible que quisiéramos ver condensada en un pacto de carácter permanente. Me refiero, ¿quién de nosotros necesita que la nombre?, a la Unión Soviética

Y en ese mismo discurso, dijo:

Me abochorna hablar de la América de habla hispana. Son tales nuestros motivos de agradecimiento que prefiero ahogar la expresión de nuestros sentimientos hasta que volvamos a pisar nuestro suelo. Entonces mostraremos a nuestros amigos fraternos, más que con raudales de oratoria con hechos escuetos, la profunda raigambre de nuestra gratitud

Así, cuando escogimos la figura heroica de Negrín, escogimos conscientemente el símbolo de quienes nunca se rindieron y nunca se rinden. El Presidente quien, incluso ya en el exilio, afirmó con la rotundidad la cual siempre le caracterizó:

No podemos por ningún concepto admitir, ni siquiera como transición, la Monarquía en España

Y añadió, por si quedaba duda:

No, la Monarquía, nunca jamás

Eso fue y sigue siendo Negrín. Eso somos nosotros, nosotras. En eso nos referenciamos. Sabemos que molesta. Mucho. Nuestro republicanismo, no es amable, ni dulce ni acomodaticio. Nadie se ofenda. Quien procure eso, busque en otra parte. También aquí en el Ateneo puede. Pero no con nosotros ni nosotras, no.

Por eso, cuando decimos «Negrín», estamos diciendo que no nos vale «cualquier cosa», ni cualquier sucedáneo de «República». Ni mayestático «republicanismo cívico», ni eterno «horizonte republicano», ni el ya tan inacabable como siempre difuso «proceso constituyente» (¿cuántos llevamos ya?).

Decimos, pues, República. Es decir: España soberana, independiente, liberada… ¿De qué? Del imperialismo, por ejemplo. ¿De cuál? De cualquiera. Pero al que estamos sometidos -pues sometidos y sometidas estamos; España es un país que perdió su independencia real en 1939 y no ha vuelto a recuperarla, consecuencia de no recuperar su República-; el imperialismo que somete a nuestro país -digo-, sabemos bien de dónde procede y sabemos, además, que nos quiere meter en una guerra general catastrófica. Por ello, decir República es decir, también, paz justa, paz honesta, como estaba en la Constitución de 1931 y escribió además Negrín en sus Trece Puntos de 1938. Paz que no es rendición.

Dije que antes de terminar, caracterizaría la ola reaccionaria en la cual estamos y llega también, como no podía ser menos, a este Ateneo de Madrid. Esa ola -antirrepublicana, por supuesto-, es sin embargo sutil. No niega la República de frente. Cuanto hace, es adulterarla de raíz. Convertirla en un abstracto y en cualquier cosa, al cabo. En nada, entonces.

Queda entonces, la Historia y el Folclore. Y conste que valoramos la Historia -aquí hay historiadores e historiadoras-, y el Folclore (aquí hay escritores y escritoras). Pero para nosotros y nosotras, la República es, sobre todo y antes de nada, Política. Real. Concreta. Un programa. Un proyecto. Que por ser republicano; si es republicano, sólo puede ser de ruptura con el régimen dominante y su sistema socio-económico. Es por eso -precisamente por eso-, que se tiene tanto miedo a pequeñas agrupaciones como la nuestra: porque, siendo personas perfectamente normales, somos sin embargo anti-sistema. A mucha honra. Con toda tranquilidad. Sin necesidad de dejarnos cresta ni de pintarnos la cara (lo digo sin ánimo de ofensa, conste). Pero sin todo eso, digo, somos anti-sistema.

Y por eso el Sistema vino contra nosotros y nosotras también a este Ateneo. Que -no lo olvidemos nunca, por favor-, tiene una Constitución, un Estatuto, un Reglamento, vigente, que es de la II República. Que es de 1932 y recuperado en 1984. Ahí están, precisamente, Azaña, Luis Jiménez de Asúa, Clara Campoamor, Fernando de los Ríos, Carmen de Burgos, José Giral, Julio Álvarez del Vayo, el propio Juan Negrín, etc… quienes fueron, además de personas republicanas, personas directivas -todas-, de esta asociación Ateneo de Madrid.

Por eso, a quienes de verdad y honestamente, en clave progresista; republicana, crean en alguna posible pequeña mejora de esa Constitución de este Ateneo, yo les he tendido una mano, en el marco de un pacto integral de gobernabilidad de esta asociación en perspectiva de progreso. Porque yo, con perdón, me he leído todos los Estatutos del Ateneo -incluso los que fueron rechazados en su momento-, desde el propio año 1820. «Todos». Y por eso sé perfectamente, nítidamente, qué se puede -acaso-, retocar, mejorar, potenciar (como se ha hecho en nuestra historia), sin desvirtuarlo, sin traicionarlo, como a veces se ha pretendido, fracasando.

Yo he tendido esa mano públicamente. La Agrupación Negrín ha tendido esa mano; la Convergencia que formamos con Carlos París ha tendido esa mano… tomen nota, por favor, no se despisten, las personas de izquierdas, progresistas, republicanas: yo he tendido esa mano en esas coordenadas precisas.

Pero la falta de receptividad, al menos hasta la fecha, no invita al optimismo, en este aspecto. No importa. Estamos preparados y preparadas para cualquier escenario. Y si se nos pretende volver a intentar implantar como Reglamento, como Constitución, como Estatuto del Ateneo, un “pastiche” vertical, monárquico y corporativista, hoy aquí afirmo con plena seguridad, que volveremos a derrotar eso, como ya lo hemos derrotado por dos veces en dos años y en las urnas.

Yo estoy ofreciendo -sigo ofreciendo, pero el tiempo pasa… -una alternativa airosa, digna, pacífica. Pero estoy igualmente preparado para una nueva confrontación democrática al respecto. 

La reacción sistémica y monárquica (incluso cuando se disfraza de pseudo-republicanismo), llegó también a este Ateneo, y no dudó en usar -contra nosotros y nosotras-, como ariete a la misma Falange. No es nada nuevo, por otra parte, el usar al fascismo contra la República. Sin embargo, no es lo «mejor» (entre comillas). Lo mejor -para el Sistema, para el Régimen…-, es ocupar espacios de raíz, de constitución republicana, y cercenar esas raíces, suplantándolas por otras que incluso cuando aparenten ser las mismas, son las contrarias. Y así, aún cuando parezca que hay republicanismo, no lo hay, y sí régimen (monárquico) y sistema (corporativo). Hoy especialmente, el mayor enemigo de la III República española, no es la Monarquía visible (yo recuerdo, por ejemplo, que Luis María Ansón era buen amigo de Carlos París), sino la «encubierta» en modo de republicanismo etéreo, difuso, abstracto. Falaz, al cabo.

Pues bien: hoy como en abril de 2009, cuando nos constituimos, afirmo con una convicción la cual atraviesa, vertebrando, todo mi ser, como si fuese una corriente; afirmo, que nada ni nadie podrá pararnos. Volveremos a ser Gobierno de este Ateneo y como garantía de que no se pierda en él la República, la de verdad. Y volveremos a tener República para España entera, Tercera República. Ese es nuestro homenaje a la Segunda, el mejor que cabe.

Eso lo vamos a hacer nosotros y nosotras. No solos. Pero también nosotros y nosotras. Y lo vamos a ver, incluso si ya no estamos. Porque vamos, como decía nuestro Miguel Hernández, los vivos y los muertos.

Que entonces ya no mueren. Por tanto, las personas «de Negrín», no flaqueamos, no desfallecemos, no morimos (nunca). Y así, que viva siempre la República.

(Gracias).

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