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No hay planeta para tanta pantalla

Un estudio realizado por GreenIT, "Análisis del ciclo de vida de las Tecnologías Digitales en Europa" ha cuantificado que el mayor impacto ambiental se debe a los dispositivos, por su enorme cantidad. En Europa hay 4,5 billones.

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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La tecnología digital puede parecernos algo intangible y abstracto, pero detrás de cada dispositivo hay una infraestructura física y cadenas de suministro que requieren un gran consumo de energía y materiales, que a menudo son escasos y proceden de países en conflicto.

A menudo nos planteamos preguntas como: ¿Cuánta energía necesitan los correos electrónicos que enviamos y recibimos todos los días? Si seguimos cambiando de móvil cada tres años, ¿puede que no haya suficientes materiales para que todos tengamos móviles en el futuro? 

La «huella ecológica digital» es el impacto ambiental de nuestras actividades digitales. Esto incluye el agotamiento de recursos naturales, el empeoramiento del calentamiento climático, la emisión de radiaciones dañinas y la contaminación del agua con productos químicos.

Ahora, una estudio realizado por GreenIT llamado Análisis del ciclo de vida de las Tecnologías Digitales en Europa ha cuantificado que el mayor impacto ambiental se debe a los dispositivos, por su enorme cantidad. En Europa hay 4,5 billones. Esto incluye 475 millones de smartphones (9 por cada 10 personas), 226 millones de televisores (1 por cada 2 personas), 1 ordenador de sobremesa por cada 2 personas y 1 ordenador portátil por cada 4 personas.

También se ha identificado que la etapa de fabricación tiene el mayor impacto ambiental. Esto se debe principalmente a la energía utilizada en las refinerías y excavaciones para construir los diferentes componentes de los dispositivos digitales. Producir menos es la opción más ecológica.

Limpia tu nube

Los servicios digitales que utilizamos consumen mucha energía, que procede en su mayoría de fuentes de combustibles fósiles como el carbón y el gas natural. O, en el mejor de los casos, de energías renovables que también requieren materiales no renovables para la fabricación de las turbinas o los paneles solares.

La mitad de los centros de datos están en manos de Google, Amazon y Microsoft. Estos centros son enormes y operan las 24 horas del día, 365 días al año y consumen un 1% de la electricidad mundial. Aunque las grandes empresas dicen que aspiran a ser “neutras en carbono”, normalmente no reducen sus emisiones, sino que las compensan comprando derechos de emisión. 

Una calculadora del impacto de CO2

La Agencia de la Transición Ecológica francesa (ADEME) ha desarrollado una calculadora del impacto de CO2 de la tecnología digital con escenarios de uso de las tecnologías. Así es posible saber qué impacto ambiental tiene el envío de emails o ver una serie favorita.  

Los anuncios online que aparecen mientras navegamos suponen aproximadamente una cuarta parte de nuestro consumo de datos cuando navegamos online.

Los vídeos que vemos en plataformas como Netflix, HBO, YouTube, Instagram, TikTok, Zoom o Teams consumen grandes cantidades de datos. Las redes 4G y 5G permiten que los vídeos tengan un volumen de datos muy grande, aunque a veces no notemos la diferencia visualmente. Y tampoco ayuda el diseño enfocado a la adicción de plataformas como Tik Tok o, de manera más sutil, de Netflix y otras plataformas de streaming que dan paso al siguiente video sin necesidad de acción por parte de los usuarios.

Uso no deseado de datos

El uso no deseado de datos por servicios de publicidad y seguimiento de terceros, que recopilan nuestra información para enviar anuncios personalizados, genera una huella de carbono comparable a las emisiones de ciudades europeas como Turín Lisboa. Para reducir su impacto ambiental, la OCU pide que estos servicios estén desactivados por defecto y sean los usuarios quienes decidan activarlos fácilmente. Un ejemplo a seguir es iOS, el sistema operativo de Apple, que al instalar una nueva aplicación, pregunta si deseamos permitir o denegar el rastreo de datos.

Las videoconferencias son una opción menos contaminante si permiten evitar el transporte en coche o en avión, pero no mejor que reunirse en persona con alguien que vive en la misma ciudad.

Solo la criptominería de bitcoins y otras critpomonedas supone, según la Universidad de Cambridge, un consumo energético de 130 TWh al año, superior al de toda Holanda.

10 acciones para limpiar tu basura virtual

  1. Reduce el impacto de tus emails: limpia tu bandeja de entrada, borra los correos antiguos, comprime los adjuntos y utiliza el filtro de spam.
  2. Usa una firma «minimalista» sin imágenes ni logotipos para reducir el peso de tus emails.
  3. Pasa de los mensajes virales: los memes de gatitos también consumen datos.
  4. Almacena tus datos localmente y sube solo lo esencial a la nube. Limpia tu nube de forma periódica.
  5. Vacía tu papelera de reciclaje regularmente.
  6. Utiliza el «modo oscuro» para consumir menos energía.
  7. Desactiva la reproducción automática de vídeos y opta por música descargada o transmisión de audio.
  8. Elige una resolución de vídeo adecuada para tu pantalla.
  9. Activa el modo de «ahorro de energía» en tu móvil y desactiva el bluetooth cuando no lo necesites.
  10. Evita imprimir correos innecesarios… y plantéate si necesitas enviarlos.

Una tecnología más sostenible

Los dispositivos electrónicos no son renovables, lo que significa que cada dispositivo que compremos hoy disminuye la cantidad total de dispositivos disponibles en el futuro. Aunque el reciclaje podría ser una solución, la realidad es que solo se está recuperando alrededor del 1% de muchos componentes de alta tecnología.

Es fundamental alargar la vida útil de los dispositivos tanto como sea posible. La cuestión principal es que el planeta tiene un número finito de elementos. Todo lo que conocemos está compuesto por esos elementos de la tabla periódica: un simple smartphone tiene más de 500 componentes y está compuesto de 60 elementos diferentes. Además, algunos de estos materiales son “críticos” porque pueden presentar problemas en su cadena de suministro debido a razones geopolíticas o al agotamiento de yacimientos rentables. 

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