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No pasaron

Triunfo inapelable de la España progresista y plural, que deja al bloque del PP con los ultras lejos de la posibilidad de gobernar y da por sentenciado el liderazgo de Feijóo en el partido tras una errática campaña y el varapalo del 23J

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análisis

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La épica de la pasada campaña electoral del 23J, desde el flanco izquierdo del espectro político nacional, prácticamente iba encaminada a enarbolar aquel mítico grito de guerra del ‘¡No pasarán!’ que los republicanos tomaron como lema en la defensa de Madrid ante el avance imparable de las tropas fascistas de Franco. La realidad inapelable que han arrojado las urnas en estas decisivas e históricas elecciones generales, las primeras que se celebran en pleno verano, es incontestable.

El Partido Popular ha ganado las elecciones en escaños, pero no podrá formar gobierno en ningún caso con los ultras de Vox, hipótesis a la que había hipotecado todas sus expectativas después de abandonar a mitad de campaña la ilusión de formar gobierno incluso en solitario con una mayoría holgada y la suplicada abstención del PSOE, un escenario que jamás tuvo visos de prosperar. Nada de eso ha ocurrido y la España progresista, plural y diversa, la misma que ha gobernado con Pedro Sánchez al frente los últimos cuatro años, tiene en su mano la oportunidad de repetir la experiencia, aunque de una forma mucho más ajustada de lo que lo ha podido hacer durante la pasada legislatura.

Las derechas de PP y Vox ven alejarse por completo la posibilidad de gobernar España los próximos cuatro años, ni tan siquiera asumiendo la premisa que pudiera imprimir a ese hipotético pacto el discurso político de Vox, con firmes ideas homófobas, racistas, xenófobas y negacionista de la violencia machista y de la evidencia científica del cambio climático.

España, con el resultado de este 23J, aleja la posibilidad de que un partido ultraderechista entre en el Gobierno de la nación, como ha ocurrido ya en otros países europeos donde el discurso ultraderechista dirige el destino de sus ciudadanos, como son Italia, Polonia, Hungría o Finlandia, además de aquellos otros donde los ultras determinan externamente los gobiernos conservadores, como es el caso de Suecia.

España aleja la posibilidad de que un partido ultraderechista entre en el Gobierno de la nación, como ha ocurrido ya en otros países europeos donde el discurso ultraderechista dirige el destino de sus ciudadanos

La victoria más amarga del PP de Feijóo vuelve a poner la cabeza del líder del partido en venta, un escenario que jamás imaginó el ex presidente de Galicia cuando asumió los galones en el partido hace apenas un año y medio tras un escacharrante descabezamiento por la vía de urgencia de Pablo Casado. La figura de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, vuelve a emerger en uno de los momentos más insospechados de la actualidad política española, donde las derechas tenía todo el viento de cola a favor para llegar a la Moncloa después de una victoria incontestable hace menos de dos meses en las elecciones autonómicas y municipales del 28M.

Este triunfo inapelable e inesperado de la España progresista y plural, que deja al bloque del PP con los ultras lejos de la posibilidad de gobernar, da por sentenciado el liderazgo de Feijóo en el partido tras su errática campaña y el varapalo de este intenso 23J. El resultado arrojado por las urnas está lejos de los vaticinios de la inmensa mayoría de las encuestas publicadas en los últimos meses, semanas y días, lo que evidencia que el sentir ciudadano sigue un camino completamente diferente al pulso que muchos medios de comunicación y empresas de opinión vienen vertiendo como opinión publicada en la opinión pública.

El escenario diabólico volcado por las urnas hace prever la posibilidad de que Feijóo ni tan siquiera asuma el encargo del Rey de formar gobierno ante la imposibilidad de sumar una mayoría suficiente, con lo que podría repetir el escenario que ya planteó Rajoy en enero de 2016 al declinar el ofrecimiento del jefe del Estado.

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1 COMENTARIO

  1. El bulo electoral de la derecha, de que Sánchez había pactado con Bildu, le habrá pasado factura. Pero la amenaza de poner a Vox en el gobierno de la nación, le ha pasado más factura al PP. Si la oligarquía española quiere gobernar, deberá deshacerse de su criatura, Vox, y moderar al PP. Modernizarse, vaya. O dar un golpe de estado.

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