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Pedro Sánchez pone en juego la transparencia de la democracia

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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La democracia española podría estar en serio peligro de supervivencia si desde el poder Ejecutivo no se actúa en base al bien común y no sobre los parámetros de los intereses particulares del presidente.

Lo más preocupante de lo terrible de Pedro Sánchez no es su destino, que ya lo tendrá cubierto de un bienestar superior al de pueblo del Estado español, en general. Lo terrible será la destrucción del socialismo de Pablo Iglesias Posse, del PSOE de verdad, no el que anhelan las élites políticas, judiciales, económicas, empresariales y financieras. Todos estos poderes pretenden que el PSOE se convierta en un remedo sumiso de la socialdemocracia, es decir, el cómplice necesario para seguir perpetrando el ataque a la ciudadanía, a las clases medias y trabajadoras, con el aval político de quien se denomina progresista cuando, en realidad, no son más que una imitación cañí del socialiberalismo.

Esta situación actual, con Pedro Sánchez a la cabeza, provocará la llegada al gobierno de la derecha más rancia y la más que preocupante extrema derecha de Vox. Con ello, la destrucción de la sociedad del bienestar, los derechos sociales propiedad del pueblo, como la igualdad real, la justa diversidad y, sobre todo, la claudicación de los valores democráticos en favor de los intereses de unos pocos.

La izquierda y España necesitan de manera urgente un líder nacido de la verdad y el compromiso del socialismo con su ideología real.

Estamos en un momento clave y peligroso a la vez. En el 40 Congreso del PSOE que se celebrará en octubre en Valencia se están jugando muchas cosas, demasiadas para un evento de un partido político. En Valencia se podrían llegar a destruir los derechos humanos de la verdad, la ética de la razón sin miedo, la igualdad real y otros aspectos que son la base de la ideología socialista que, en realidad, son el dique de contención al golpe de contra la democracia de las élites.

Al Estado español le sobra la Monarquía, el liderazgo errático de Pedro Sánchez, el ordeno y mando de la derecha radical, una parte de la Justicia que está entregada de manera casi fanática al dictado de los poderosos. A España le falta República, un líder o una lideresa desde la verdad y el humanismo, le falta democracia y, por tanto, precisa de manera urgente una profunda reforma constitucional, incluso, si fuese necesario, una legislatura constituyente que adapte la democracia española a la realidad del siglo XXI, una legislatura constituyente en la que se permita participar de manera efectiva al pueblo, es decir, lo contrario que se hizo en la Transición.  

España y su pueblo necesitan ser liderados por un líder transparente, que no les mienta. Ya está bien de dirigentes que decepcionan a la ciudadanía con falsas promesas y con medias verdades. El pueblo está harto y estas actitudes lo que hacen es llevarlo a la antipolítica, a confiar en los discursos vacíos del populismo, tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda, que encandilan a los hombres y mujeres desesperados porque en quien depositaron su confianza tienen la querencia de olvidarse rápidamente de ellos y ellas.

Pedro Sánchez llegó a la política con la promesa de renunciar a la socialdemocracia felipista (la factoría «roja» del neoliberalismo radical) para impulsar políticas de izquierdas y volver a lo que el PSOE jamás debió dejar de ser. No hay más que recordar cómo, en 2014, nada más acceder a la Secretaría General tras ganar las primarias al aparato felipista, afirmó con rotundidad que lo primero que haría nada más llegar a la Moncloa sería derogar la reforma laboral. Hoy, en el tiempo en que escribo este análisis, aún no se ha hecho nada y Sánchez ya lleva 3 años en la Presidencia del Gobierno. Esto recuerda, evidentemente, a los millones de empleos que prometió Felipe González en 1982.

El viaje a Estados Unidos

Sánchez tiene claro su camino y el mejor ejemplo de ello fue su viaje en el mes de julio a Estados Unidos. Tal y como publicamos en Diario16, fuentes de extremada solvencia confirmaron a este medio que el cese de Iván Redondo fue consecuencia de un pacto entre el exjefe de Gabinete y Pedro Sánchez. Las condiciones de este acuerdo, que podría ser denominado como «sociedad de intereses mutuos», pasa por la marcha de Redondo a Estados Unidos donde creará una compañía privada que gestionará asuntos públicos de España en materia de asesoramiento en las subvenciones de la Unión Europea. Las mismas fuentes señalan que esa empresa estará muy apoyada por las más importantes sociedades del IBEX35.

Entonces, ¿a qué fue realmente Sánchez a Estados Unidos? En teoría a buscar inversiones para España. Sin embargo, no hay más que ver que las personas con las que se reunió son representantes del capitalismo más deshumanizado del planeta que basan su modelo de negocio en la creación de mayores brechas de desigualdad y en generar una riqueza egoísta que sólo beneficia a los que más tienen, es decir, una riqueza que no llega al pueblo.

Pedro Sánchez se reunió en Nueva York con directivos de JP Morgan, uno de los bancos más perseguidos e investigados por grandes operaciones de blanqueo de capitales, además de uno de los que participaron, directa o indirectamente, en el Caso Popular (no en vano, Emilio Saracho dejó la Vicepresidencia Mundial de la entidad para recalar en el Popular), lo que benefició al Santander. Sánchez también se reunió con Morgan Stanley, Goldman Sachs, BlackRock (uno de los máximos accionistas del Santander), con Soros y con BlackStone, el fondo buitre que, por un lado, ha machacado y desahuciado en España a familias de pocos recursos al comprar viviendas sociales y, en otro orden, se convirtió en socio del Santander al adquirir los activos inmobiliarios del Popular sólo dos meses después de la resolución de la entidad.

Estos agentes del capitalismo más cruel no generan riqueza que pueda ser redistribuida al pueblo a través de la creación de puestos de trabajo. Hay que tener en cuenta que el dinero de Wall Street es fútil y sólo es destinado a la especulación más salvaje.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la compañía farmacéutica Valeant, que a mediados de la década de 2010 inició una agresiva estrategia que le llevó a obtener un precio de mercado superior a los 200 dólares por acción. Sin embargo, el valor en bolsa no repercute en los balances y, para poder sostener esa estrategia puramente especulativa de gestión del negocio farmacéutico, Valeant aplicó un sistema de obtener beneficios basado en el aumento indiscriminado de los precios de los medicamentos, llegando, en algunos casos, a subir tratamientos que costaban 200 dólares mensuales a más de 24.000 dólares. Esa es la gente y las compañías con las que Sánchez se reunió.

Además, todas estas empresas, casualmente, tienen una relación directa o indirecta con, casualmente, Banco Santander:

Por otro lado, en Los Ángeles, el presidente del Gobierno mantuvo reuniones con el presidente de Apple y con directivos de HP, Intel y PayPal. ¿Acaso estas multinacionales pueden generar riqueza para el pueblo? Evidentemente, no. Apple tiene sus fábricas en China, no en vano uno de sus lemas es «Diseñado en USA, montado en China». La producción de Intel y HP está orientada a un público finalista, por tanto, no va a aumentar. PayPal, por su parte, es una plataforma de pagos. ¿Qué inversión puede hacer PayPal en España que pueda tener un calado directo en las clases medias y trabajadoras? ¿Acaso van a cambiar su sede en Luxemburgo, un paraíso fiscal de la UE, para trasladarse a España donde los impuestos son más altos?

Por tanto, ¿qué objetivo real tenía ese viaje a Estados Unidos? ¿No se tratará de prepararse el terreno de cara a su salida de la Moncloa junto con su nuevo «aliado estratégico», Iván Redondo? ¿O, realmente, está buscando inversiones para grandes empresas españolas que no repercutirán en un crecimiento del bienestar social y el bien común, corporaciones en las que, por cierto, trabajan diferentes exdirigentes socialistas que, en algunos casos, estuvieron presuntamente implicados en casos de corrupción, tal y como han publicado muchos medios, Diario16 incluidos? De esto último, ya publicaremos nuevas informaciones que están siendo investigadas en la actualidad por este medio.

Sin embargo, Sánchez no ha terminado en julio. En estos días tenía previsto viajar nuevamente a Nueva York, en principio, para asistir a la Asamblea General de Naciones Unidas e intentar captar inversiones para España. Hoy ha confirmado desde La Palma que realizará un viaje de unas pocas horas. ¿Qué inversiones se pueden captar en la ONU? ¿A los países que no tienen poder ni capacidad económica para invertir? ¿No sería, más bien, al contrario? ¿Sánchez no debería reunirse con las grandes potencias económicas para intentar captar nuevos contratos de exportación para las empresas españolas? ¿No sería más eficaz buscar acuerdos para favorecer las exportaciones de los productos de los agricultores y ganaderos españoles, los mismos que llenan en cada elección las urnas de votos socialistas?

Toda esta estrategia podría indicar que, presuntamente, Sánchez podría estar utilizando sus viajes institucionales para buscar un supuesto bien particular a través de la empresa gestionada por Iván Redondo, lo cual, de confirmarse, sería muy grave. Sánchez sabe que esta va a ser su última legislatura y si pretendía revertir su altísima impopularidad, mucho mayor que la que tuvo Aznar en su tiempo, atrayendo al dinero a España, la realidad es que ha puesto el punto de mira en las grandes corporaciones equivocadas.  

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2 COMENTARIOS

  1. Bueno D. Manuel, nuestro Presidente actual D. Pedro Sánchez ya desde la época de tertuliano en el Gato al Agua programa entonces en la TV Intereconomía, ya daba muestra de lo que en realidad ahora ven muchos, él es solo él, nada mas importa, utiliza a los que necesita para mantener su estatus, no le importa quién o quienes y lo veremos con el PP o Vox si llegara a necesitarles.
    Buenos dias,

  2. Y ya está. Las cosas con su relato en justa medida; la verdad sin elogios, sin trabas y sobresaltos.
    -Y si entonces parece una crítica?
    -Entonces hazlo bien.
    Era más rotundo en gallego, pero así lo entendeis todos.

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