lunes, 20mayo, 2024
22.4 C
Seville

Revolución del revés

Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Rafael Víctor Rivelles Sevilla
Nacido en Valencia el 4 de Junio de 1961. Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid en 1986. Especialidad de Psiquiatría. Ejercicio actual en el Hospital Universitario La Paz.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Es el 1º de mayo festividad oficial en muchos países. La elección del Día internacional de los trabajadores se remonta a la 2ª Internacional obrera (1889) para rendir homenaje a los llamados » Mártires de Chicago» que reivindicaban, mediante una huelga, la jornada de 8 horas en EEUU. La protesta degeneró en violencia y muchos dirigentes del movimiento fueron posteriormente ejecutados tras un juicio totalmente amañado (1887).

En los últimos años, llama la atención la presencia en las manifestaciones de numerosas ministras y ministros en lugares destacados, tras las pancartas y junto a los líderes sindicales. Es decir, miembros relevantes de la clase dirigente más privilegiada reivindican ¿el qué? ¿contra quien? ¿se protestan a ellos mismos?. No tengo dudas de que los «Mártires de Chicago» se hubiesen sentido muy sorprendidos en 1886 de ver marchar junto a ellos, en la huelga, a los miembros del gobierno norteamericano. Este año además, las exigencias de mejoras laborales se han visto opacadas por los gritos contra la «máquina del fango», ese difuso concepto inventado por algún publicista bien pagado y con el que se pretende aludir a jueces y periodistas no afines que se supone no hacen sino fabricar «bulos» y «difamaciones» contra los indefensos miembros de esta parte de la clase dirigente que se manifiesta, solidaria, con los trabajadores. De nuevo, a los  obreros de Chicago, todo esto les sonaría a chino. A mí, particularmente, me suena a  desprejuiciado sarcasmo, dado que los mayores «bulos» y las más descaradas mentiras las he escuchado durante la pandemia y procedían precisamente de instancias gubernamentales asesoradas por un inexistente «comité de expertos». Igual podría decir de la guerra en Ucrania

La presente unión de las élites dirigentes con lo que se supone que es la clase trabajadora forma parte del actual proceso revolucionario en el que vivimos. La historia está plagada de revoluciones que implican cambios profundos en las estructuras políticas, sociales y económicas de las comunidades afectadas. Las revoluciones suelen comenzar por una fase no violenta y en demasiadas ocasiones conducen a copiosos derramamientos de sangre en el curso de pocas décadas. Las más conocidas son la norteamericana, la francesa y la rusa. Todas ellas fueron precedidas de transformaciones técnicas e intelectuales que ponían en cuestión las diversas instituciones que hasta entonces ostentaban el poder. De este modo, primero la «revolución científica» en el s. XVII y después la Ilustración que la continuó, precipitaron la Revolución francesa y la caída del Antiguo régimen con guillotina de por medio. O la revolución industrial, que tuvo como consecuencia la aparición de una nueva clase social, el proletariado, que por la vía de la filosofía marxista desembocó en la Revolución rusa. En ambos casos, una nueva inteligencia social, deseosa de mayores cuotas de poder, se aliaba con las masas desfavorecidas para derrocar a la clase dirigente privilegiada. Orwell lo cuenta muy bien en ese ensayo de ficción que se incluye en su distopía de «1984» y que se titula » Teoría y práctica del colectivismo oligárquico». Con cierta sorna viene a explicar, con un punto de verdad, que la historia es una constante alianza de «los medianos» con «los bajos» para desalojar del poder a las clases dominantes. Una vez logrado el objetivo «los medianos» ya instalados es su posición preponderante, continuarían oprimiendo y explotando a «los bajos» hasta que se repitiera de nuevo el ciclo. La formulación es muy parecida a lo que  el mismo Orwell había novelado en «Rebelión en la granja» composición en la cual y tras la revolución de los explotados animales contra los humanos, los gorrinos se hacían con el poder. Los cerdos venían a simbolizar a la nueva aristocracia comunista que se había alzado con el poder en la U.R.S.S. Siempre me hizo la mar de gracia a la vez que me provocaba cierta amargura una de las frases de la novela, «todos los animales somos iguales pero algunos son más iguales que otros».

Pero la actual revolución no cumple los patrones clásicos. La llamada » Cuarta Revolución industrial» fue anunciada en sus excelencias por el inefable Klaus Schwab economista al frente del Foro de Davos, ese que está deseando despojarnos de todo para que seamos muy felices. Un hombre todo corazón por lo que se ve. Esta «Cuarta revolución» es cualquier cosa menos obrera y campesina. Incluye, al parecer, Internet, energías renovables, inteligencia artificial, robótica, genética y en general avances tecnológicos que van a modificar profundamente todas las áreas de nuestra vida en sociedad y nos van a transformar en seres pobres, prescindibles, desinformados y sobre todo felices. Un lujo. Se trata de una revolución por ahora y en general, no violenta, si exceptuamos la coacción para inocular material genético a granel. Bueno, ello al parecer es otro «bulo», pensaríamos tras escuchar al beatífico Salvador Illa que afirma que todo era voluntario y por nuestro bien.¡ Pues gracias! La «Cuarta revolución» parte de las élites privilegiadas y se apoya en una reducida inteligencia técnica y científica y en un impresionante aparato de propaganda. Su objetivo es hacerse con mayores cuotas de poder y riqueza para ellos  y «felicidad» para el resto. De resultas de toda esta generosidad, políticos dóciles y aleccionados son enviados para  confundirse entre las ovejas y pastorearlas hacia los lobos  valiéndose de hermosos conceptos como «democracia» «libertad» «paz» «progreso» » futuro» «felicidad» » lucha contra el cambio climático» «igualdad» y un largo etcétera de palabras fetiche que conjuran cualquier cuestionamiento y apoyan la censura omnipresente.

La «máquina del fango» de nuestro gobierno se parece mucho y encaja muy bien con las palabras de la preocupada presidenta Úrsula von der Leyen en el Foro de Davos sobre la desinformación. Sin duda se trata de nuestro principal problema en los próximos dos años. ¿Y porqué dos? ¿ Piensan acabar con cualquier opinión discrepante en tan corto espacio de tiempo? Menos mal que seremos felices. Por eso es una extraña revolución. Un cambio que partiendo del poder en la sombra nos conduce al viejo objetivo de la felicidad, algo no logrado nunca por el hombre salvo en los sueños de algunos ilusos que terminaron transformándose en pesadillas. La guillotina y el gulag fueron el final de muchos soñadores revolucionarios. Por mucho que la actual revolución sea manejada por las élites creo que conducirá más pronto que tarde a la zozobra, la angustia y en definitiva al desastre de gran parte del género humano. ¿Alguna revolución ha conducido al hombre a la felicidad?  La felicidad es algo inalcanzable. Nos hacemos idea. Pero al menos que no nos fastidien constantemente con sus mentiras.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído