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¿Se nos acabó la gallina de los huevos de oro?

Jesús Ruiz López
Jesús Ruiz López
Miembro del colectivo Calle Viva de Cadiz (colectivo que lucha contra la turistificación y aboga por el derecho a la vivienda) y miembro del colectivo Marea Café con leche (colectivo que lucha contra la precariedad laboral en el sector hostelero).
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análisis

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Durante mucho tiempo nos han estado diciendo que el turismo era la panacea en esta nueva era, el antídoto a la crisis que vivimos en el 2008 y nos lo hicieron creer porque la apuesta era cien por cien y todo un país se preparó para la nueva ola de turistas. Y lo conseguimos, y hasta el año pasado llegaron 83,7 millones de turistas, obteniendo un nuevo record anual. Turistas llegados en cruceros y aviones invadían nuestras ciudades pero de repente…nos llegó el coronavirus.

Y la crisis pandémica provocada por la Covid19 ha dejado entre dicho que el modelo turístico actual no funciona realmente. Mientras que sobrevivíamos tejiendo una red comunitaria comprando en los almacenes, panaderías y fruterías de nuestros barrios (establecimientos que estaban en peligro de extinción en las ciudades donde la turistificación arrasaba) había detrás de fondo miles y miles de viviendas de uso turísticas vacías, cerradas. A la vez, leíamos por la prensa que habían miles de personas sin techo y que un gran porcentaje de las familias confinadas lo hacían en viviendas pequeñas y poco preparadas para una digna habitabilidad. Para algunas de estas familias se le acaba el contrato y tenían que volver con sus padres o irse municipios cercanos ya que no había viviendas en su localidad, algo incongruente habiendo casas deshabitadas ¿verdad?

Ahora también vemos que el mundo empresarial hostelero y hotelero piden que se abra un corredor internacional para la llegada de turistas extranjeros, dejando así en evidencia una enfermiza dependencia al turismo internacional, al mismo tiempo nos piden que este año al veranear lo hagamos sin cruzar fronteras… Pero podemos ver que las pocas terrazas que se han atrevido abrir las han llenado los habitantes del municipio donde residen y los pocos alojamientos hoteleros que han abriendo lo mismo. Por lo tanto, hemos podido sobrevivir sin el turismo, sin masificar desbocadamente nuestras calles y bares. Entonces ¿un nuevo turimos es posible?

El actual modelo turistico aboca a la turistificación de pueblos y ciudades y durante mucho tiempo ha habido una política negacionista sobre este tema en distintas administraciones que han estado evitando y dejando implantar este modelo de turismo masivo. Un modelo turístico que contempla entre otras problemáticas la expulsión de las vecinas y vecinos de nuestros barrios y municipios, alteración del mercado inmobiliario con una subida considerable de precio del alquiler, empleos precario en un modelo que invadían terrazas y mobiliarios en el espacio público. Datos que cuando el ministro de consumo daba su opinión la patronal se echaba las manos a la cabeza y pedían su cabeza

Tenemos como experiencia la crisis vivida apenas 12 años y vamos a tropezar en la misma piedra, las distintas administraciones van a apostar de nuevo al mismo número sin ver los daños colaterales y consecuencias que ha dejado huello atrás en estos años.

Ya es hora de redistribuir la riqueza en distintas industrias y  apostar por la diversificación de la economía en vez de apostar por mas turismo, sobre todo el mismo modelo que nos vendieron y hemos visto que en vez de crecer, ha matado a las ciudades.

Es hora de reinventarse y reconstruir un turismo mas sostenible, un turismo donde conjuguen turistas y el derecho a la ciudad, un modelo turístico de convivencia donde no se expulse a nadie de sus municipios, inclusivo que no nos convirtamos en parques temáticos, un modelo que vaya a crear empleos de calidad.

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6 COMENTARIOS

  1. Si el autor del artículo piensa que los 3 locales que vayan al bar o al hotel de turno van a salvar ese negocio apaga y vamonos. Después de tal tontería tuve que dejar de leer

  2. A quien a escrito ese articulo solo le digo que pregunte a los millones de personas que viven del turismo que opinan de que acabemos o se reduzca el turismo y por lo tanto sus ingresos.
    Donde van a trabajar?Este señor y su familia seguro tiene la vida resuelta.Porfavor dejar de joder ya a todo el sector relacionado con el turismo. Esto apesta a idea comunista.

  3. El turismo y yo fuimos creciendo allá por los años 60. Es un recuerdo de mi niñez la proliferación de televisores y de turistas. Cada verano la tele (TVE) sacaba al turista X millones recibiendo un ramo de flores al bajar del avión. Al verano siguiente, flotaba en la mente de todos el objetivo tácito de que la nueva X fuera superior.

    Así pasaron los primeros años… los turistas más pudientes se compraron un chalé y venían a veranear con nosotros, los menos hacendados se movían con sus caravanas repletas de conservas. Todos estábamos muy satisfechos de que X era cada vez mayor, fuimos también felices porque los turistas hablaban muy bien de nosotros.

    La tele ponía anuncios institucionales, recuerdo perfectamente uno que nos decía: «Compre productos españoles». Poco a poco la autoestima turística nos fue quitando el complejo de inferioridad.

    Vinieron jubilados europeos a España a jugar al golf y decidieron quedarse. Aquí su pensión cundía mucho. Crearon sus propias comunidades y se olvidaron de nosotros.

    Nos admitieron en la Unión Europea. La X superó la población de España, ¡pero los ingresos turísticos no crecían como antes! ¿Qué estaba ocurriendo?, el INE nos dijo que se nos olvidó controlar el gasto medio por turista y día.

    Muchos pensaron que en realidad la cosa no iba tan mal, después de todo la X seguía creciendo y ellos ganaban mucho dinero.

    Cambiamos de siglo. España había multiplicado por Y el número de instalaciones turísticas, los restaurantes tenían estrellas Michelín, nos movíamos con el AVE y el sol de España dejaba los turistas europeos como gambas cocidas hermosas. ¡Olé!.

    Las agencias de viajes, las líneas aéreas económicas (low cost for english speaking) y los cruceros empezaron a enviarnos legiones de turistas. En España dos menús costaban menos que el desayuno para uno en Europa. Con semejante reclamo, los turistas querían venir para ponerse morenos y morados. Llegó el momento en que los establecimientos hoteleros ya no tenían espacio disponible para tanta demanda.

    Comenzó a llegar el turismo de borrachera y el turismo de despedida de solteros. ¡Una buena borrachera resultaba tan económica en España! Algunos turistas consideraron que podían echarle morro al asunto y al llegar a su país denunciaron al hotel y este les devolvió su dinero.

    El Internet de las cosas lo facilitó todo aún más. Comenzaron a llegar turistas que nos alquilaban pisos del boom inmobiliario. Visto lo anterior, nos pusimos a construir más aeropuertos y decidimos ampliar los existentes.

    La X seguía creciendo pero el gasto medio por turista se estancó. Los centros de las principales ciudades se vaciaron de vecinos y los nuevos inquilinos rodaban sus maletas por las aceras día y noche en todas las direcciones. Algunos vecinos se tuvieron que ir a vivir debajo de un puente.

    Por primera vez en la historia pasamos de una dictadura a una democracia, se alternaron en el poder dos partidos y hace poco surgió el primer gobierno de coalición; luego apareció… EL COVID-19.

    ¿Ahora qué hacemos? un clamor dice que debemos reabrir todo para que vengan los turistas.

    Imaginemos una playa de 100.000 metros cuadrados de la que disfrutaron diariamente 50.000 personas el verano pasado. Este año necesitamos parcelar la playa en 10.000 rectángulos de 10 metros cuadrados por persona, para disfrutar en turnos de mañana y tarde. Calculemos el número máximo de personas que pueden acudir al día.
    Solución: durante un turno «caben» 100.000/10 = 10.000 personas, durante un día = 20.000 personas. Cada día no pueden ir a la playa = 50.000 – 20.000 = 30.000 personas.

    Los establecimientos hosteleros colocan las mesas a unos 2 metros de distancia y rebajan su aforo al 50% durante algún tiempo.

    Resolvamos el problema siguiente:
    En la playa del ejercicio anterior existen 200 establecimientos hosteleros que -como en veranos anteriores- satisfacían las necesidades de 50.000 personas. ¿A cuántos clientes podrán atender diariamente el verano próximo?
    Para poder resolver este problema damos dos hipótesis:
    1) El año pasado 50.000 personas consumieron cada día.
    2) Las 30.000 personas que este verano no pueden ir a disfrutar del mar se quedan en casa.

    Solución:
    El verano pasado cada establecimiento atendió diariamente a 50.000/200 = 250 personas.
    Este verano, cada establecimiento podrá atender 20.000/200 = 100 personas, pero como el aforo máximo es del 50%, en realidad podrá atender a 50 personas.
    Moraleja: cada negocio atenderá la quinta parte de clientes que el verano pasado.

    Que cada cual saque sus conclusiones.

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