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Andalucía, manchémonos las manos de tierra

Joaquín Francisco Castillo Eslava
Joaquín Francisco Castillo Eslava
Profesor de secundaria y doctor en Economía asociado a la UCA.
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análisis

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Con una gran pancarta se mostraban los agricultores y las agriculturas en las últimas protestas del campo andaluz anunciando: “Nuestro fin será vuestra hambre”. Y razón no les falta.

Los agricultores y agricultoras andaluzas llevan tiempo manifestándose entre otros motivos por: 1. Precios bajos de los productos agrícolas: Los agricultores se vieron afectados por los bajos precios de los productos agrícolas, lo que reducía sus márgenes de beneficio y dificultaba la viabilidad económica de sus explotaciones; 2. Costes de producción elevados: Los agricultores se enfrentaban a costes de producción elevados, como el precio de los insumos agrícolas, la mano de obra y los costes de maquinaria, lo que reducía sus beneficios y su capacidad para competir en el mercado; 3. Competencia desleal: La competencia desleal de productos agrícolas importados de otros países, que muchas veces cumplían con normativas de producción menos estrictas, afectaba la capacidad de los agricultores andaluces para vender sus productos y obtener precios justos por ellos; 4. Políticas agrarias ineficientes: Los agricultores denunciaban la falta de apoyo por parte de las políticas agrarias, que no ofrecían medidas concretas para proteger y promover el sector agrícola en Andalucía; 5. Cambio climático: Los efectos del cambio climático, como sequías, inundaciones y cambios en los patrones de producción agrícola, afectaban la capacidad de los agricultores para mantener sus explotaciones viables y sostenibles.

Ante estos motivos, este desfavorecido colectivo, buscan soluciones  como la mejora de los precios de los productos agrícolas, la reducción de los costes de producción, el fortalecimiento de las políticas agrarias y la protección contra la competencia desleal. Asimismo, también, sus protestas ponen de manifiesto su descontento debido a la situación precaria en la que se encuentra su sector económico  y, por ello, la necesidad de tomar medidas urgentes para garantizar su viabilidad socioeconómica.

En este caso, la agricultura en Andalucía presenta una gran dependencia de factores externos, como las condiciones climáticas, los precios de los productos agrícolas en el mercado internacional y las políticas agrarias de la Unión Europea. Estos factores pueden afectar de manera significativa los ingresos y la estabilidad económica de los agricultores.

De ahí, muchos agricultores en Andalucía son pequeños productores que trabajan en condiciones precarias, con pocos recursos y acceso limitado a tecnologías modernas. Esto les pone en una posición de desventaja frente a grandes empresas agrícolas y cooperativas que cuentan con mayores capacidades productivas y financieras.

Otro factor que contribuye a la vulnerabilidad de los agricultores en Andalucía es la estacionalidad de la agricultura, que implica períodos de alta demanda de mano de obra y bajos ingresos durante el resto del año. Esta situación puede llevar a la inseguridad laboral y económica de los agricultores, especialmente de aquellos que no tienen acceso a otros medios de subsistencia.

Para mejorar la situación socioeconómica de los agricultores en Andalucía, es necesario tomar medidas que aborden estas problemáticas de manera integral. Algunas posibles medidas incluyen:

1. Promover políticas agrarias que apoyen a los pequeños agricultores y fomenten la diversificación de cultivos y productos agrícolas. Esto puede ayudar a reducir la dependencia de factores externos y aumentar la resiliencia de los agricultores frente a posibles crisis.

2. Facilitar el acceso a créditos y financiamiento para los agricultores, especialmente para aquellos que no pueden acceder a los servicios bancarios tradicionales. Esto puede ayudar a mejorar la infraestructura productiva y tecnológica de los agricultores, aumentando su capacidad de producción y competitividad en el mercado.

3. Impulsar programas de formación y capacitación en buenas prácticas agrícolas, tecnologías sostenibles y gestión empresarial para los agricultores. Esto puede ayudar a mejorar la productividad y eficiencia de sus explotaciones, así como a diversificar sus fuentes de ingresos.

4. Promover la creación de redes de apoyo y cooperación entre los agricultores, facilitando la comercialización conjunta de sus productos y la negociación de precios justos y dignos con los intermediarios y compradores.

5. Mejorar la ley de cadena alimenticia. Para ello se aconseja: reforzar los controles y sanciones para las prácticas abusivas en los contratos comerciales, garantizando la transparencia y la equidad en las transacciones; promover la creación de organizaciones de productores que permitan a los agricultores negociar de forma colectiva con los intermediarios y distribuidores; y fomentar la diversificación de los canales de comercialización, facilitando la venta directa de los productos agrícolas a los consumidores a través de mercados locales y tiendas de proximidad.

El contexto es claro, los agricultores y las agricultoras en Andalucía son unos de los colectivos más vulnerable y desigual de toda la nación debido a diversos factores estructurales, antes mencionados, que están condicionando su situación socioeconómica. Esto se debe que, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), su sector genera los empleos con menor sueldo medio bruto mensual, contienen un alto grado de siniestralidad, destaca una gran proporción de trabajadores extranjeros (existiendo, en muchas ocasiones, una clara vulneración de derechos humanos relacionados con la falta de acceso a una vivienda digna y a servicios públicos), están dotados de una mayor temporalidad y conviven con jornadas laborales extensas.

Hay que unirse y no permitir más esta situación en Andalucía con nuestra gente que nos proporcionan los alimentos. Es imprescindible de una “reforma agraria” que rechace los tratados de libre comercio (TLC) que tanto daño están haciendo al campo andaluz. Tenemos que reclamar aquellas tierras ociosas en manos de terratenientes o dueños de altos capitales para que se ponga a disposición de los jornaleros y jornaleras. Debemos potenciar la agricultura familiar como agente social clave para dinamizar el campo andaluz.

Está en nuestras conciencias denunciar la actitud de la Unión Europea ante la permisividad de la concentración de las empresas alimentarias que hunde los precios de nuestros campesinos y campesinas en favor de la importación de los productos a terceros países sin los mismos controles de calidad. Hay que exigir que se cumpla y se mejore la ley de cadena alimentaria y, sobre todo, hay que garantizar unos precios justos para los productores y para los consumidores

Como andaluzas y andaluces debemos enfrentarnos a las mafias de las distribuidoras y comercializadoras que, con sus prácticas abusivas aprovechando su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los productores, estrangulan el poder adquisitivo de nuestra gente campesina; y aniquilan toda oportunidad socioeconómica en el campo andaluz, sobre todo, para los jóvenes.

En definitiva, es necesario redoblar los esfuerzos para garantizar una cadena alimentaria justa y equitativa para todos los agentes implicados, promoviendo la transparencia, la competencia y el respeto a los derechos de los agricultores y las agricultoras andaluzas.

Sin la conquista de la soberanía alimentaria en el campo andaluz Andalucía jamás tendrá libertad. Y sin esa libertad, el futuro de nuestra población estará lleno de barrigas vacías.

Por ello, Andalucía, manchémonos las manos de tierra para caminar hacia una agricultura que acabe con los dolores de los jornaleros y las jornaleras; y no sea esclava de las y los terratenientes de siempre.

X la revolución de los desiguales….

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