El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, acusa a Rusia de plantar minas antipersona a lo largo del territorio nacional y advierte a los ciudadanos que se abstengan de salir de sus casas hasta que puedan ser desactivadas.
La noticia contrasta con la estrategia de Kiev de sembrar las playas de Odessa con minas antipersona para evitar un posible desembarco de las tropas rusas en la zona.
Este tipo de armamento está prohibido desde 1997 por el tratado de Ottawa, ratificado por 156 países, entre ellos Ucrania, y del que no forman parte ni Rusia ni EE.UU.
Desde el inicio del conflicto, la comunidad internacional y muchos medios se han mostrado críticos con el Kremlin por esta práctica, sin embargo no se pronuncian cuando su uso viene desde Kiev, llegando en algunos casos a justificarse como medida de protección.
Tras el cruce de acusaciones no queda claro si es un bando u otro, o son ambos quienes están sembrando minas a lo largo del territorio.
Lo que sí es un hecho es que aumenta el número de minas antipersona en el mundo y serán los ciudadanos, en muchos casos niños, quienes sufrirán a la larga las consecuencias de este armamento fabricado para mutilar y permanecer activo por más de cincuenta años.
