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Duelo pandémico

Eva Puig
Eva Puig
Licenciada en filosofía, escritora y terapeuta. Amante de los horizontes. Desde la pandemia, hace humor gráfico como Malika.
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análisis

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Poco o nada se ha reflexionado sobre lo que llamo “duelo pandémico”. Es decir, lo que la pandemia supuso para muchos ciudadanos a nivel de pérdidas. Estoy segura que en el imaginario del lector, enseguida le viene el duelo asociado a todas las personas que perdieron familiares y a los cuales, en la mayoría de los casos, no pudieron despedir, . Pero no me refiero a esos duelos, de los que también se ha hablado muy poco.

Mi pregunta: “¿en qué supuso la pandemia un antes y un después en tu vida?” Y en ese sentido, “¿Qué perdiste?” Hablamos de todo tipo de pérdidas, pero sobre todo de aquellas no tangibles, pero no por eso, menos dolorosas. Hagamos un recuento:

  1. Muertes tras la mal llamada “vacunación” anti-covid.
  2. Pérdidas de amigos y familiares: se enfrentó a familiares y amigos respecto a una cuestión de salud privada (haciéndola pública)
  3. Pérdidas de salud (física y mental), tanto por los encierros durante el 2020 como, también, debido a efectos adversos de las nombradas en el primer punto. El incremento de suicidios los últimos años habla de ello.
  4. Pérdidas de trabajo: durante los encierros, se obligó a cerrar negocios, pero se siguieron pagando alquileres, autónomos..eso sí, con ayudas de préstamos ICO (que luego debíamos devolver). La banca siempre gana.
  5. Pérdidas económicas: enfrentándonos a un falso dilema : economía y vida. Porque…¿qué salud puede haber si no hay una economía mínima  garantizada?

Al final, los pobres fueron más pobres y los ricos  (farmacéuticas y banca) se hicieron más ricos. Aunque lo peor no es su riqueza, sino el poder que ganaron.

Pero en este artículo me interesa especialmente el último punto que voy a enumerar ahora, el sexto. Muchos ciudadanos perdimos la confianza. Un mundo se derrumbó por completo. No es que tuviéramos mucha confianza  en las instituciones, pero a raíz de la pandemia estas pasaron de ser poco confiables pero garantes de un mínimo estado de derecho, a ser nada confiables y mostrarse incluso peligrosas para las libertades de sus ciudadanos. Algo se rompió. Conozco muchísima gente que se plantea preguntas después de la pandemia. Esta falta de confianza, es caldo de cultivo, también para todo tipo de teorías de la conspiración, que si antes nos producían mucha gracia, ahora no tanta.

Personalmente durante la pandemia vi la emergencia del Estado en su rostro totalitario: pseudo-ciencia en nombre de ciencia, propaganda descarada disfrazada  de información, censura en vez de diálogo, sacrificio en pos de un bien común incuestionable, manipulación del lenguaje (unido a la propaganda), deshumanización y criminalización del disidente. Y eso a todos los niveles: se rompió la confianza con el Estado, pero también con las instituciones sanitarias (al servicio de las farmacéuticas), las instituciones educativas (que callaron ante la imposición de medidas que afectaban a la salud de los niños y a su aprendizaje…y fueron a la vez cómplices de discriminación) y con el “buen ciudadano ejemplar” vuelto policia de balcón.

Un duelo es un proceso largo de aceptación de una pérdida y suele suponer también un proceso de cambio profundo. No somos los mismos después de haber perdido algo. Lo que perdemos nos transforma y emerge una nueva manera de ver el mundo y a nosotros mismos. Sin duda, muchos ciudadanos que se han sentido profundamente desamparados estos años están aún elaborando sus duelos pandémicos, profundamente invisibilizados y nunca nombrados. Sin duda, de este proceso, si nos atrevemos a transitarlo, emergerán nuevas miradas y nuevas decisiones. Porque sin confianza no podemos vivir. Pero deberemos ver dónde tejemos ahora esos puentes y con quién. Así como qué visión del mundo nos queda y qué papel jugamos en él, porque una característica de la pandemia fue, precisamente, que nos interpeló a todos y cada uno de nosotros. Nadie ha quedado al margen. Aunque muchos nos hayamos bajado del “carro”.

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