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El paraguas, ese pequeño artilugio imprescindible en nuestras vidas

El uso comercial de este útil invento milenario no llegó hasta el pasado siglo XX, cambiando para siempre el concepto originario por el que fue creado

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análisis

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El agua siempre cae del cielo y el hombre siempre ha evitado mojarse cuando las nubes deciden hacer de las suyas. Salvando esta primera e imprescindible premisa, a partir de ahí todo es una concatenación de casuísticas en torno a uno de los artilugios inventados por el ser humano más útiles o absurdos, según el momento elegido para llevarlo encima. El paraguas, ese “utensilio portátil para resguardarse de la lluvia, compuesto de un eje y de un varillaje cubierto de tela u otro material, que puede extenderse y plegarse”, según la definición oficial de la Real Academia Española de la lengua, ha salvado muchas vidas y evitado no menos contratiempos de salud, pese a su aspecto frágil y hasta ridículo.

Aunque sus orígenes son aún motivo de debate acalorado entre los expertos, no cabe duda que tiene varios miles de años de existencia entre nuestras manos. Algunos lo remontan al siglo IX antes de Cristo en China, cuando la nobleza y la realeza lo usaban de seda o impermeables tanto para protegerse del sol como para evitar la lluvia. Otros ubican sus orígenes en el triángulo mágico de Mesopotamia entre los ríos Tigris y Éufrates. Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que la llegada del paraguas a nuestras vida ha cambiado sustancialmente la forma de movernos de un lugar a otro cuando las inclemencias del tiempo así lo requieren.

Curiosamente, el paraguas no desembarcó en el Viejo Continente definitivamente tras desterrarse su uso después de la época grecorromana, hasta el siglo XVIII, cuando lo introdujo el escritor y viajero Jonas Hanway. De hecho, este aventajado a su tiempo tuvo que sufrir la mofa de sus coetáneos porque este artilugio se relacionaba con pobreza y clase social baja. Ni que decir tiene que ganó la partida el visionario Hanway.

Otra peculiaridad distinta es el uso adicional que se ha dado a este artilugio ideado en origen contra las insolaciones y las pulmonías. El paraguas personalizado con fines promocionales y publicitarios tiene un punto de partida mucho más cercano en el tiempo, ya que no se comenzó a comercializar con estos objetivos hasta bien entrado el pasado siglo XX. De hecho, fue la invención de la máquina de coser en el siglo XIX la que llevó definitivamente a la producción en masa de paraguas fabricados con materiales más ligeros que hasta entonces se venían confeccionando. Desde entonces el cuero y la tela tomaron el relevo, unidos a otros materiales duraderos pero más manejables, como son el plástico y el aluminio. Así, este producto personalizado ha llegado a nuestras vidas para quedarse definitivamente, dando una imagen aproximada de la personalidad de cada uno de sus portadores, que actualmente son legión, ya sea para evitar los rigores del sol o las inclemencias de la lluvia. El paraguas siempre estará ahí para acompañarnos en esos momentos decisivos de nuestro día a día.

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