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El pensamiento intoxicado

En sentido homenaje al Profesor José Luis Abellán

Ángel Martínez Samperio
Ángel Martínez Samperio
Doctor en ciencias de las religiones por la UCM, periodista y escritor
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análisis

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Al Profesor Abellán le llegan los homenajes desde el Ateneo de Madrid. Aquí fue Presidente que me honró con su amistad. Aún recuerdo, para vergüenza ajena, aquellos desvergonzados ataques que sufriera por parte de algunos socios hace años, y cómo le dieron de baja otros que ahora le honran. Llegan tarde.

Entre los libros que me regaló, guardo, como oro en paño, los <<Ensayos sobre Historia del pensamiento español>>, homenaje que le hiciera el congreso realizado por la Universidad de Murcia los días 8 y 9 de marzo de 2010, con una dedicatoria que me emociona cada vez que lo abro: <<Para Ángel Martínez Samperio, con la simpatía que da el ateneismo compartido, un fuerte abrazo, José Luis Abellán, 30-10-2013>>. Este “fuerte abrazo”, este “ateneísmo compartido”, aún perduran, querido José Luis.

Hoy se abren en mi memoria las páginas finales conque cerraste este libro.Las titulaste <<Una reflexión retrospectiva: testimonio de una época>>. Vagaría por ellas, meditaría en los remansos que ofreces cuando defines la concepción de la filosofía como “máxima conciencia intelectual”. Cierto que el pensar siempre es dolorosa tarea que ensancha los límites de la conciencia colectiva a partir de la propia, y que tu <<Historia crítica del pensamiento español>> (le llamaste pensamiento y no filosofía) tuvo que toparse con mezquindades que le ponían coto. Tu pensabas, y me consta que piensas, que “la democracia era la expresión de la razón en la convivencia civil”, organizada bajo los principios de libertad, responsabilidad y solidaridad, y tuviste que marchar al exilio, a la Universidad de Puerto Rico que te abriera su casa, con tu amor por los exiliados, que María Zambrano llama “Bienaventurados”, en el pensamiento y en el corazón.

El tuyo era un camino, una senda, un alcorce que abriera claridades en la apologética de Menéndez Pelayo, donde dices que la religión católica ocupaba un lugar axial, una ciencia que buscaba la historia del pensamiento español en el marco de cada momento histórico, recogido en lo literario, dramático, lírico, novelístico, que a veces circulaba sumergido como el Guadiana, al que tú ponías ojos ofrecidos a los ciegos.  Atrás querías que quedara <<la mentalidad tradicional del español medio: el prototipo carpetovetónico creyente de la fuerza bruta>> y moviste la estaca en la estacada, y, junto a muchos, pasaste <<a otro en el que primaba la cultura, el saber profesional, la inquietud intelectual […]>>.

Había que pasar el Rubicón de una España encogida y triste, <<la España de la Inquisición y los enfrentamientos civiles […] a otra de la fraternidad, de progreso, del afán de cultura y de la integración en el mundo>>. Ya ves, querido José Luis: cuando nuestras miradas se apagan vemos lúcidamente, como desde la otra orilla emerge el enfrentamiento insensato, artificialmente cultivado, la barbarie practicada con inteligencia, la cultura tóxica, el enervamiento visceral. ¡Cuándo la derecha española se volverá civilizada! ¡Hasta cuándo, Catilina, tendremos que soportarte! Recupera la razón, que en nuestra democracia tienes sitio.        

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