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El rey Baltasar es blanco en el Madrid de Almeida

Las autoridades alegan que todas las personas negras que aspiraban al papel de mago de Oriente han caído enfermas estas navidades o tenían "otros bolos"

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análisis

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La ola de xenofobia que recorre Madrid, impulsada por las nuevas ideologías de odio de la extrema derecha, están contaminando también la Navidad. En los últimos años, los ultras han cuestionado la figura de Baltasar, el rey mago negro, hasta el punto de que han surgido polémicas en las diferentes cabalgatas. Y 2024 no podía ser una excepción. Desde el distrito de Chamartín, con alrededor de 140.000 habitantes, la Junta Municipal de Distrito ha enviado felicitaciones personalizadas de los Reyes Magos a los niños cuyos padres lo han solicitado del 1 al 26 de diciembre. Rellenando un formulario, entre el 4 y el 5 de enero los niños recibían un whatsapp con el mensaje de sus majestades. Sin embargo, en algunas de estas felicitaciones aparece una persona blanca pero vestida de Rey Baltasar (lo que se conoce como un blackface, pintarse la cara de negro) y que dirige un mensaje personal a los niños.

¿No había un hombre de raza negra para encarnar al entrañable personaje bíblico? ¿Era ceder demasiado ante la ideología woke y progre contratar a una persona de origen africano? ¿Acaso Vox está influyendo en la agenda política del PP hasta el punto de tener que travestir a un blanco de Baltasar para dar el pego? Es bien sabido que uno de los puntos principales del programa voxista es limpiar Madrid de manteros e inmigrantes ilegales. Ser extranjero de raza blanca en la capital de España no está bien visto últimamente. Y hasta puede llegar a ser peligroso. Ni siquiera la Navidad sirve para enternecer los corazones de la extrema derecha. Son xenófobos y ejercen de ello. Basta con recordar lo que gritan los neonazis a las puertas de Ferraz (“esas lecheras a la frontera”, exigiendo a la Policía que reprima el flujo migratorio) para entender que los negros ya no son bien recibidos en según qué lugares de la capital del país.

La polémica del rey Baltasar de este año no es más que una demostración de hasta dónde están llegando las políticas del odio. En las imágenes enviadas a los niños se ve claramente que el tercero de los magos de Oriente es un blanco con la piel y las cejas pintadas para simular los rasgos de una persona negra, además de hablar con un acento peculiar. Lo cual es todavía más denigrante. Poner a un blanco a emular el acento sureño de un negro, como aquella criada de Lo que el viento se llevó doblada por el franquismo, es un mal síntoma de los nuevos tiempos intransigentes que corren.

La tradición dice que Melchor encarna el espíritu de los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.​ Pura integración evangélica ante la que Vox, empeñado en acabar con la multiculturalidad, siente auténtica alergia. Pero esos tics xenófobos minoritarios acaban llegando también a las instituciones gobernadas por los gobernantes populares. Según han indicado fuentes del Ayuntamiento de Madrid, para la realización de estos vídeos se contrató a seis actores para que interpretasen a los reyes magos: “Cinco negros y uno que no”. Se escogía al actor para la grabación “en función de la disponibilidad del rey, ya que estos días tienen muchos bolos” y “los dos últimos Baltasares han tenido covid y ha habido que recurrir a uno que no es negro”, explican las fuentes consultadas. O sea, el viejo truco de que el personal se ha puesto enfermo para aplicar medidas excepcionales. Vanas excusas para tratar de esconder una realidad terrible: que la nueva ola ultra ha calado hondo en los poderes municipales.

A pocas horas para la tradicional Cabalgata de Reyes, la gran pregunta es: ¿en una ciudad como Madrid, una de las más grandes de Europa, no se ha podido encontrar a alguien del colectivo inmigrante para desempeñar el papel de Baltasar sin caer en el ridículo de tener que recurrir a un españolazo blanco de Chamartín? Todo esto suelta un fuerte tufo a supremacismo. Los prebostes de la derechona creen que pueden engañar a los niños, darles el tongazo navideño, pero los niños no son tontos y saben que un señor con acento castizo y calcetines del Atleti, por mucho que se esfuerce en parecer africano de pedigrí, no cuela porque no es el auténtico rey Baltasar, sino un mal actor. Así funcionan los ultras. Prejuicio sobre prejuicio. Cuando acaben con la democracia terminarán también con las buenas tradiciones navideñas que ellos mismos dicen defender.

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