En una declaración firmada por socialistas, verdes, la izquierda y liberales, se reafirma el compromiso de no tolerar ni normalizar la presencia de partidos radicales y de extrema derecha en las instituciones europeas. El Partido Popular Europeo, sin embargo, se ha negado a firmar este documento, eligiendo el silencio y dejando abierta la puerta a posibles alianzas con la ultraderecha que amenaza con socavar los cimientos democráticos del continente.
Llamamiento a la unidad de los partidos democráticos europeos
Los partidos proeuropeos que suscriben la declaración piden a todos los partidos democráticos que rechacen cualquier forma de normalización, cooperación o alianza con partidos radicales y de extrema derecha. Europa, un proyecto histórico que ha traído prosperidad compartida durante las últimas décadas, se basa en valores como el respeto, la dignidad humana, la libertad, la democracia y la igualdad. La Unión es el proyecto más avanzado del mundo para construir una democracia transnacional, pero no podemos dar esto por sentado ante la serie de ataques recientes contra políticos progresistas.
El ascenso de los partidos radicales y de extrema derecha representa una amenaza directa para nuestro proyecto común, sus valores y las libertades civiles conquistadas durante décadas de esfuerzos por el progreso y la convivencia pacífica en Europa. Es por eso que los partidos proeuropeos afirman que no cooperarán ni formarán coaliciones con la extrema derecha en ningún nivel.
Hacen un llamamiento a la presidenta de la Comisión Europea y a todos los partidos democráticos para que rechacen la normalización de estas formaciones y expresen su compromiso en sus programas electorales. No es hora de ambigüedades ni de silencio.
Determinación y unidad en defensa de los valores democráticos
Es esencial, destacan los firmantes de la declaración, que el compromiso de rechazo a la ultraderecha se traduzca en acciones concretas por parte de todos los partidos democráticos. Este compromiso debe reflejarse en los programas electorales y en las políticas implementadas.
En un momento crucial para el futuro de Europa, marcado por la creciente polarización política y el surgimiento de movimientos antidemocráticos, no hay espacio para la ambigüedad ni para el silencio cómplice.
