Estamos en Monza, viendo los entrenamientos libres. La afición -los tifosi- como siempre: es espectacular, todos alegres y brindando a la Scudería su apoyo incondicional.
Y por eso hemos tenido la sensación de que para Ferrari en realidad no es tan importante ganar.
Ferrari es Ferrari más allá de cualquier resultado; es un éxito en sí misma.
La producción de la fábrica de Maranello está ya toda vendida para los próximos diez años.
Ese es el negocio.
Por supuesto, que si ganan otro mundial: miel sobre hojuelas. Pero en verdad, repetimos, no importa demasiado en la actualidad.
Cría buena fama y échate a dormir, dice la sabiduría popular, y eso es lo que hizo Ferrari que convirtió el color rojo de la sangre de sus pilotos en su emblema comercial.
Crió buena fama. La mejor en el mundo de la competición automovilística.
En los años cincuenta y sesenta el mundo de las carreras de coches, que tan emocionantemente se se dibujan en la novela EL SABOR DEL ÚLTIMO BESO, cuyo título original era EL HOMBRE QUE PINTÓ DE NEGRO SU FERRARI, puede descubrirlo cualquier lector.
En aquella época, en los años cincuenta y sesenta, y posteriores, sí que era fundamental para FERRARI ganar esa FAMA (que luego le duraría para siempre).
Si alguien quiere sentir la emoción de lo que era la velocidad y la competición en aquellos tiempos salvajes que lea la novela a la que nos hemos referido más arriba escrita por Javier Puebla, conocido por ser autor de la mejor novela negra escrita nunca por un autor europeo: SONRÍE DELGADO, y de la muy popular EL HOMBRE QUE INVENTÓ MADRID.
Dejamos un enlace directo al libro para quienes sepan leer y tengan curiosidad:
https://www.fnac.es/a10225695/Javier-Puebla-El-sabor-del-ultimo-beso
