Ese tipo con faldita, o vestido con un delantal de cocina, o una gasa de novia… En el mundo de la Fórmula 1 se salta todos los códigos y -como es natural- no gusta a muchos. Incluso disgusta. Incluso se le odia. Los
haters!!!: ¡ese tipo que ha ganado 7 mundiales y 100 grandes premios gracias a que tiene un coche muy superior al resto!
Pero eso sucede exclusivamente entre los seguidores de la Fórmula 1, donde también tiene muchos partidarios, por supuesto.
Pero fuera, desde fuera, Hamilton parece un tipo genial, un audaz, un rebelde. No es como el resto del puñado de blanquitos que forman la
parrilla: tiene personalidad, marca la diferencia.
A muchos les sorprenderá pero es evidente que hay millones de personas que están descubriendo la Fórmula 1 gracias a Hamilton, y no al revés.
Lo está haciendo perfectamente todo. Conseguir los mejores números de la historia, y epatar al encorsetado mundo de la Fórmula 1.
Hamilton mola, Hamilton tiene personalidad, Hamilton es negro, Hamilton es rompedor. Y gente a la que jamás le había interesado el automovilismo se asoma a las pantallas para ver correr al personaje amado y fascinante en su próxima carrera.
Epatar: dejar turulato al burgués y al convencional, como decía Valle Inclán.
EPATAR.
Es algo divertidísimo, y si alguien lo duda que mire el brillo en los ojos de Hamilton, burlón y satisfecho, cuándo aparece en un circuito vestido de princesa castañera.
Tigre tigre
(para José de la Sota y Santiago Ríus)
