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¿Hasta cuándo acuerdo de potencias «alto el fuego» en Ucrania?

Jesús Antonio Rodríguez Morilla
Jesús Antonio Rodríguez Morilla
Doctor en Derecho (Cum Laude) Diplomado en Estudios Avanzados U.E. Caballero de Mérito por Real Orden Noruega
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análisis

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Desde el 24/2/22, fecha del estallido de la guerra en Ucrania, venimos asistiendo a un importante conflicto entre Bloques en el continente europeo, con antecedentes esperanzadores de haber superado décadas atrás otros incidentes que no dieron lugar a conflictos bélicos como el actual, y, sin embargo, nos encontramos a una Europa sumergida en un agitado tablero geopolítico.

Reglas no escritas indican casi siempre que las políticas que emanan de las Potencias obedecen a un engranaje previamente diseñado.

Recordamos, Crimea en 2014, actuaciones soldados rusos encapuchados y sin distintivos tomando el control de la Región, organizándose un «referéndum» de independencia y de unificación con la Federación de Rusia. Esta anexión no fue reconocida internacionalmente.

Probablemente, la intervención de EE. UU, diez años más tarde bajo el paraguas de la OTAN, constituyó su respuesta a los actos de Rusia en aquel entonces.

La sucesión de hechos posteriores es sobradamente conocida, incluyendo la desaceleración en la ayuda de Occidente y ciertas complicaciones de financiación en la Administración USA entre partidos, sujetas a negociaciones que probablemente quedarán superadas.

Pero llama la atención que el Washington Post ha comenzado a señalar días atrás en dos apasionantes artículos procedentes de su Redacción, situaciones referidas a una reunión crítica y demoledora sostenida el pasado 15/6 en la sede de la OTAN en Bruselas, por altos cargos de EE. UU. y UCRANIA, plagada de y desavenencias sobre divisiones, y, errores de cálculo cometidos en la ejecución de la planificación ofensiva de EE. UU. y Ucrania.

Añade el autor, no menor a las que suceden en el otro bando contendiente.

Ante las aparentes circunstancias de muertes, cansancio y dificultades financieras que sin duda afectan a ambas partes, más un crudo invierno en puertas ¿no ameritaría una reflexión de las partes sobre un “ALTO EL FUEGO TEMPORAL”?

Una negociación de un alto el fuego es un proceso complejo asumiendo la voluntad política de las partes involucradas (UCRANIA, RUSIA y OTAN), como actores esenciales.

Con independencia que cada conflicto tiene sus propias dinámicas y desafíos, la situación complica a los dos países del Este, estando EE. UU. entre bambalinas.

Posiblemente nunca estuvo tan cerca el citado Alto el Fuego, en el viaje por sorpresa a Kiev el pasado 16 de junio, de los tres auténticos pesos pesados de la política europea como Scholz; Macron y Draghi, acompañados del presidente de Rumanía, aunque supuestamente no obtuvieron el permiso político final del principal miembro de la Alianza.

La desconfianza en una economía que se enfrenta a una guerra, junto a su incapacidad futura para devolver lo prestado, y sin un final bélico cercano, es una losa demasiado pesada de levantar, provocando un resorte en los mercados de no adquirir deuda sin un descuento, lo cual supone una carga adicional para Ucrania, pues mucho de los fondos que llegan para ayudar al país, acaban directamente saliendo para pagar las obligaciones contraídas.

Ucrania acordó con sus principales acreedores entre los que se encuentra el G-7 una suspensión temporal del 75% de su deuda externa, el cual venció en agosto de 2022, con una posible extensión hasta 2023, probablemente ampliada y aumentada en un futuro sin visos en sus condiciones en 2024. 

Añádase la etiología del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), que sufren las poblaciones ante las grandes catástrofes a través de experiencias personales acompañadas de un estrés o neurosis capaz de dañar permanentemente el sistema nervioso, tras un período de latencia, pudiendo desencadenar los más diversos síndromes, incluidos los considerados como neuróticos. 

Y ¿por qué no?, según Sigmund Freud (1856-1939), famoso neurólogo austriaco que fundó la disciplina, la neurosis es una estrategia de afrontamiento causada por emociones de experiencias pasadas reprimidas sin éxito, abrumando o interfiriendo con la experiencia actual de episodios bélicos de los dos bandos.

¿No les parece que cercano a la llamada “tormenta perfecta” que supone una guerra, podríamos tener a la vista un maravilloso “anticiclón” por iniciativa de las partes que supusiesen cielos limpios y azules de un “Alto el Fuego”? y además, con dos de los principales protagonistas, sentándose en la misma Mesa de la ONU.

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