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Infamia

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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Era raro.

Habían estado gritando consignas contra el Partido Papillar toda la tarde, intentando romper el cordón policial para acercarse mínimamente a la acera por la que llegaban los coches de lujo, paraban, justo en la puerta del Palacio de Congresos y dejaban la carga que no era otra que hombres y mujeres, las menos, prebostes de la formación que iban a participar en el congreso de la bandería con una puesta en escena más propia de la entrega de los premios Óscar en Hollywood que del congreso de un partido serio que se reúne para intentar solucionar los problemas de la gente.

La situación se había ido calentando durante meses. No hacía ni cuatro semanas que se había celebrado una de las marchas multitudinarias del 15-M, y poco más de diez días que habían estado colapsando el centro de Madrid con las marchas de la dignidad que habían traído miles de personas de fuera de la capital en cientos de autobuses que la guardia civil, por más que lo habían intentado, no pudieron parar en la carretera a pesar de haber exasperado la paciencia de muchos de los activistas a los que solicitaban que uno a uno bajasen del autocar en el que viajaban y se identificaran con el DNI en la mano. Luego, hacían como que llamaban a la central para comprobar algún dato y les tenían esperado una hora, hasta que decidían que ya les habían cabreado lo suficiente y les dejaban marchar. Pero, los autobuses eran tan numerosos que apenas tuvo repercusión la estrategia.

Desde la posición en la que estaban, a más de doscientos metros de distancia de la puerta por la que entraban las estrellas, no oían sus gritos de “ladrones” “corruptos”, “sinvergüenzas” incluso alguna que otra más fuerte como “genocidas” o ese apelativo que usamos impropiamente para recordar a las madres de los degenerados cuya única culpa es la de haber traído al mundo a un ser egoísta, pernicioso, jeta y caradura, porque ni siquiera son culpables en muchos casos de su educación que dejan en manos de curas, monjas y mojigatos.

Desde la puerta del Palacio de Congresos, algunos, los más prepotentes, asquerosos e impunes, sintiéndose a salvo de toda aquella jauría que les gritaba desde la lejanía de la valla que custodiaba la policía, se volvían retando a la multitud, parándose unos segundos con la vista hacia los manifestantes, para que los de las primeras filas fueran conscientes de que les estaban retando sin que pudieran hacer nada, para luego darse media vuelta y meterse en el edificio. Hubo quiénes, en el colmo de la hijoputez, se atrevieron a sacar el dedo corazón, con el puño cerrado, haciendo la “peineta” a la multitud que aún se enfurecía más y gritaba más fuerte, sin que por ello, tuviera repercusión alguna para los prebostes de la formación mafiosa.

Cástulo, un cuarentón resabiado en cientos de manifestaciones, tenía una sensación extraña con las filas policiales. Él, estaba acostumbrado a abandonar las multitudes cuando los antidisturbios, pasaban de llevar el casco atado al cinto, a ponérselo en la cabeza. Eso significaba que en unos pocos minutos alguien iba a lanzar una botella, un petardo, un trozo de madera o de adoquín hacia el grupo de policías que cargarían violentamente dando palos a todo aquel que estuviera a su alrededor. Así que, en cuanto veía a un madero que echaba mano al casco, se escabullía silenciosamente y se alejaba del mogollón. Sin embargo, aquella tarde, todo había sido distinto. La calle estaba cortada más lejos del evento a controlar, de lo normal. Cuando llegaron, los policías ya estaban con el caso puesto, y había menos lecheras de las habituales, aunque eran bastantes. Lo que le resultó aún más raro fue que, después de media hora de gritos, insultos y de cánticos contra los políticos y cuando aún faltaban por llegar los más odiados por los manifestantes, se quitaron los cascos, se los colgaron en la cintura y fueron dejando medio abandonada una de las posiciones que daba a la calle por la que se llegaba a la trasera del Palacio de Congresos, desde donde se podía ver el interior acristalado y desde dónde los gritos llegarían seguro dentro. Le dijo al grupo de amigos con los que iba que no le gustaba la situación y que se iba a retirar hacia atrás. De los seis que iban cuatro se fueron con él y dos dijeron que no entendían lo que decía. De pronto, la valla cayó y los manifestantes empezaron a caminar hacia la parte trasera del Palacio de Congresos, sin oposición de la policía que ahora se había retirado hacia posiciones más cercanas a la entrada del evento. Cástulo y sus amigos, observaban la escena desde la esquina de la boca del metro, a unos treinta metros de dónde estaban antes. Cuando los primeros manifestantes llegaron a la trasera del Palacio, desde la otra esquina, salieron diez lecheras de las que bajaron un cerro de policías. Algunos lograron huir, pero la mayoría quedó encerrada en la calle trasera. Con la preocupación, cesaron los cánticos y más cuando les ordenaron salir uno a uno con el DNI en la mano.

Quinientos euros de multa y una citación por desórdenes públicos, tuvieron los dos amigos de Cástulo que participaron en la encerrona policial.

*****

Infamia

El veinte de abril es una fecha que se ha metido en nuestra cabeza a través de la canción de los Celtas Cortos. Este 20 de abril de 2023, en el Congreso de los Diputados, se daba por finalizada una de las mayores encerronas del estado español que probablemente sea la puntilla de una formación que, entre egos, arribistas, señoritos “wokes”, asaltasillones y feministas ególatras con traumas que entienden el movimiento, no como liberador de la mujer sino como opresor de todo aquel, hombre o mujer, que no les dé la razón, se diluye poco a poco como un terrón de azúcar entre diez gotas de agua.

La ley Orgánica 10/22 conocida como la ley del sí, es sí, es la única ley de estos últimos años de gobierno de coalición salida del ideario y del trabajo de Podemos. Toda ley, en su redacción, tiene expertos que convierten en palabras lo que se pretende con la norma. Toda ley, antes de aprobarse pasa una serie de filtros por los que los especialistas sacan a la luz, posibles problemas, contradicciones con otras normas similares e ilegalidades o incompatibilidades con normas superiores. Toda ley que aboga por el reconocimiento de nuevos derechos y distingue nuevas situaciones, trae el beneficio para quiénes fueron juzgados por leyes anteriores con delitos globales más restrictivos. Toda ley debe de ser testada en cuanto a consecuencias por informes jurídicos. Que una ley se apruebe y que produzca beneficios a unos pocos que fueron juzgados con normas anteriores más restrictivas, es habitual. Lo que no lo es, es que todos los informes callen, ningún estamento oficial ponga reparos a la ley y que, en cuanto entra en vigor, haya una cantidad infinita de sinvergüenzas que se dedican a contabilizar los efectos liberadores de las penas que, además de ser anecdóticos respecto del total, son promocionados por jueces afines a un régimen que metía en la cárcel a la gente por sus ideas y para los que la mujer, como tal, ni la consideran como ser humano con derechos, y cuya concepción del feminismo es la de la mujer, mejor en casita haciendo la comida y al servicio de sus señorías.

Lo que el PSOE ha hecho con Podemos con la ley del Si, es sí, es algo más que traición. Ha sido todo un plan estratégico para acabar con su credibilidad. Un plan, al que por cierto, han contribuido desde Podemos como si realmente fueran estúpidos. Quizá por prepotencia, quizá por desconocimiento. Siempre he dicho que fue un error entrar en coalición con un partido, del PSOE, que nunca quiso pactar con Podemos y que únicamente lo hizo como huida hacia adelante, con el fin de llegar al gobierno, ante la negativa cerril de Ciudadanos y que nunca tuvo la intención de compartir el mismo en igualdad. Como hemos podido ver en estos cuatro años, no ha sido un gobierno de coalición, sino un gobierno principal y otro de segundo nivel, con ministros de Podemos, a los que han tutelado constantemente desde los ministerios principales. Son tantos los agravios que deberían haber roto el pacto a los dos meses de su firma. Y sin embargo, han permanecido aguantando desplantes, reprimendas e incumplimientos.

No me canso de contar que la operación Sanchez Castejón, aquella dimisión como Secretario General del PSOE en octubre de 2016 fue en realidad una operación de maquillaje. Una operación controlada y para la galería, para evitar el sorpaso que las encuestas daban a PODEMOS y con él, la desaparición de esta formación socialista como ya había pasado en el 82 con la UCD o como había pasado en Grecia con el PSOK. El Régimen del 39, no podía permitirse perder al mayor sustento que tienen desde el 78.

Podemos, que como digo, tampoco está exento de culpa porque de aquellos ilusos que comenzamos a montar los círculos que daban simpatizantes y votos ya no quedamos casi ninguno y sólo quedan los arribistas, los niñatos pijos que han tenido de todo, toda su vida y para los que la justicia social es algo que queda bonito en un eslogan, y los trepas, sigue siendo un peligro para el régimen del 39 pero no por lo que pretende cambiar, sino porque está fuera de los círculos de control del régimen. Cuanto más poder tenga Podemos, menos tendrá el PSOE y más peligro de desintegración tiene este régimen que no es otra cosa que la continuación “simpática” del régimen corrupto y pernicioso de Franco.

No debemos olvidar que el PSOE nunca ha sido un partido comprometido de verdad con la libertad y la igualdad. Fue el único que no vio mal la dictadura de Primo de Rivera, y en el año 74, en el Congreso de Suresnes, permitió que unos arribistas que viajaron a Francia, no desde otro país de Europa, México o Argentina, sino desde el propio régimen franquista con el beneplácito del mismo y que sin embargo, al parecer, no les hizo sospechar, tomaran el partido por asalto.  Como tampoco les provocó náuseas que el propio candidato a secretario general se paseara por España en los actos clandestinos del PSOE con su nombre y apellidos reales (Felipe González). El PSOE es el partido del régimen continuista salido del golpe del 36 e instaurado definitivamente en abril del 39. Su misión es que este régimen de corruptelas, prebendas, cohechos, injusticias y limitaciones democráticas siga adelante intacto. Y si para ello se tiene que ir a la oposición, no hay problema porque el fin no es el bienestar de los ciudadanos sino de quiénes manejan los entresijos del Régimen.

Así pues, querido lector, si estás cavilando a quién votar, no te creas la patraña de que si no votas o si no lo haces por el PSOE, SUMAR o Podemos le está allanado el camino a la ultraderecha. Porque no es verdad. Salvo que alguna de las maneras del PSOE, son algo más amables que las de la derecha tradicional, en cuanto a política económica, de derechos y libertades, ecológicas y laborales son las mismas que las que lleva a cabo el PP y los mariachis del moco verde. Aunque estos últimos son muy peligrosos, básicamente porque son ciertamente estúpidos y no hay peligro más grave que el de un ignorante con poder.

La sequía, el calentamiento global, la pérdida de las cosechas, la inflación galopante, la pobreza, la falta cada vez más de libertad y de agua son los problemas más acuciantes que tenemos y que habría que solucionar. Y ni el PSOE, ni el PP, están ni se les espera. Ellos siguen hablando de crecimiento continuo, de expansión económica, de turismo al que ahora le han metido la coletilla de responsable, cuando lo único responsable es dejar de viajar y de emitir gases de efecto invernadero, de regadíos que ahorran agua, cuando la única forma de ahorrar agua es no regar desiertos, ni campos de golf, ni tener hoteles que consumen un agua que no se tiene. Pero con todo, el problema, querido lector eres tú. Te echarán la culpa de desperdiciar agua aunque sólo el 12 % del consumo de agua, es para el uso en el hogar. Te dirán que la culpa de la sequía es que tiras mucho de la cadena o dejas el grifo abierto. Todo ello con la inestimable ayuda de los bufones televisivos.

Vota, o no votes o haz lo que creas conveniente porque la hostia que nos vamos a pegar, la humanidad, va a ser de órdago a mayor con la jugada cagalete (4,5,6 y7)

Salud, feminismo, ecología, decrecimiento, república y más escuelas públicas y laicas.

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