domingo, 28abril, 2024
20.4 C
Seville

Insultos a la inteligencia

- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Dicen de la inteligencia que es la virtud mejor repartida porque nadie se queja de la que le ha tocado o, dicho de otro modo, es la mejor repartida porque todo el mundo cree que tiene la suficiente. Últimamente a esa inteligencia, mucha o poca o “la suficiente”, que no es ni una cosa ni la otra, se la insulta desde el poder con demasiada frecuencia. Y  eso no nos divierte, como decía Michael Corleone en una memorable escena de la primera parte de la saga de los Corleone. En esa escalofriante escena, sobre todo la última parte, Carlo, el cuñado de Michael Corleone, ante las acusaciones de éste, le responde que es inocente. Michael Corleone / Al Pacino que sabe, está seguro, que no lo es, le contesta: “No digas que eres inocente Carlo, porque es un insulto a mi inteligencia y eso no me divierte”. A nosotros, que nos la suelen insultar un día sí y otro también, no solo no nos divierte sino que, directamente, nos cabrea. Y no poco. 

Si escuchamos a diario la radio, leemos los periódicos y vemos  la televisión, nos daremos cuenta que, al igual que le ocurre al pequeño de los Corleone, insultan a nuestra inteligencia de tal manera que es imposible no darse por aludido. Uno de los mayores insultos a nuestra inteligencia, por no decir el mayor, fue cuando el anterior jefe del Estado, el entonces rey Juan Carlos I, ahora rey emérito, en uno de sus tradicionales mensajes de navidad dijo aquello de: “Nadie está por encima de la ley, la justicia es igual para todos”. Atreverse a decir eso alguien como él, cuyos desafueros, desmanes y tropelías, si alguna vez fueran escritos tal y como sucedieron, sin escatimar detalles, ocuparían en una estantería el mismo espacio que la Enciclopedia Espasa, es algo que nunca debería haber hecho, porque hacerlo es lo mismo que tomarnos por idiotas.  Bien está que no hable mal de sí mismo, que calle porque más le vale callar, pero que tenga la inmensa desfachatez de adornarse con virtudes que no tiene ni ha tenido nunca, mostrándose como una persona ejemplar,  que no tiene nada que ocultar, y que está sometido al imperio de la ley como un ciudadano más, es demasiado incluso para nosotros que ya tenemos el callo hecho a estas infamias, a estos descomunales esperpentos, a estos inadmisibles insultos a nuestra inteligencia. 

Margarita Robles, nuestra aguerrida ministra de defensa, que ha resultado ser más cortesana que madame de Pompadour, también ha insultado a nuestra inteligencia cuando ha dicho hace poco, refiriéndose al rey emérito, que “esté donde esté, si la justicia considerara que tiene que realizar algún tipo de diligencia o algún tipo de declaración, el rey emérito vendría inmediatamente porque tiene que venir, y hay una cosa que también es importante ponerla de relieve, y además con toda contundencia, nadie, y nadie es nadie, está por encima de la ley”. Una vez más sale a relucir la hiriente, la humillante, la sangrante frasecita. Una frase que, naturalmente, no se la cree nadie, empezando por ella, pero tiene que decirla porque siempre habrá por ahí algún despistado o despistada, por no decir idiota, que se la crea. Habría que decirle a la señora ministra que entendemos que no nos muestre ni una mínima parte del respeto, o mejor sería decir la devoción, que le profesa al anterior jefe del Estado, al fin y al cabo quiénes somos nosotros sino unos simples contribuyentes de medio pelo, códigos de barras, sombras en las salas de espera, menesterosos de los servicios públicos, oneroso gasto para la administración estatal, autonómica y local. Pero, aún así, no debería insultar nuestra inteligencia de esa manera tan lacerante y cruel, tan burda y descarada.

Parece ser que esta querencia por el insulto a la inteligencia se hereda en la monarquía, como el cargo, de padres a hijos. En la última entrega de los premios Princesa de Asturias, la joven Leonor, princesa de Asturias, hija mayor de los reyes titulares, la futura reina si no lo remedia la vuelta de una República que debería continuar vigente de no  haber mediado un sangriento golpe de Estado de corte fascista, durante la lectura de su solemne discurso dijo, entre otras cosas, lo siguiente: “Pido a los jóvenes mantener el entusiasmo por conocer y equiparse con responsabilidad y capacidad de esfuerzo para progresar en un mundo que ha cambiado y sigue cambiando”, y ahora viene la traca: “los jóvenes somos conscientes de que la situación actual no es fácil”. Y lo dice ella o, mejor dicho, lo escriben para que lo diga ella, que estudia con cargo a los presupuestos generales del Estado en el colegio más caro y elitista del mundo, a razón de ochenta mil euros de nada al año. Y a pesar de disfrutar de semejante privilegio, se atreve a  compararse, a considerarse una joven más de los millones de jóvenes que, ésos sí, no lo tienen nada fácil. Si esto no es un insulto a nuestra inteligencia que venga Michael Corleone y lo vea.

Esa “consciencia” de la princesa Leonor de que la situación actual de los jóvenes no es fácil, es la misma “consciencia” de sufrir durante la pandemia “el mismo confinamiento que sufren el resto de los españoles”, como dijo, sin reírse, que ya tiene mérito, un miembro de la familia real en los tiempos más duros de la pandemia. De verdad nos quieren hacer creer que vivir “confinados”, por decir algo, en un palacio de miles de metros cuadrados, con piscina al aire libre, y también cubierta, gimnasio..etc rodeados de miles de metros cuadrados de jardines primorosamente cuidados, que lindan a otro “jardín”privado llamado El Monte de El Pardo con más de dieciséis mil hectáreas de extensión, supone para ellos el mismo confinamiento que el de una familia de cuatro miembros en un piso de sesenta metros cuadrados, pongamos, en  Carabanchel.

Se podían poner más ejemplos de insultos a nuestra inteligencia por parte de esta familia real que vive otra realidad paralela al resto de ciudadanos y ciudadanas, pero enumerarlos uno a uno sería una tarea muy prolija y redundante, además de penosa y fatigosa. Mejor cambiar de tercio y hablar de otro reciente, y no menos grave insulto a la inteligencia, como el que profirió recientemente Enrique López, consejero de Presidencia, Justicia e Interior del gobierno de la simpar Isabel Díaz Ayuso, que ahora asegura que durante la pandemia “nunca estuvo prohibida la derivación de mayores de las residencias a los hospitales”. Hay que recordar que primero intentaron cargar la responsabilidad de esta prohibición, que supuso la condena a muerte de miles de ancianos, al entonces vicepresidente Pablo Iglesias, pero como no pudieron hacerlo, porque todas las evidencias estaban en su contra, ahora vienen con que nunca hubo prohibición alguna de llevar a los ancianos enfermos a los hospitales. Y tiene el señor consejero la desfachatez de decirlo a sabiendas que existe un protocolo perfectamente redactado y firmado por el gobierno de la Comunidad de Madrid que prohibía expresamente la derivación de ancianos de las residencias a los hospitales. También asegura el consejero, para negar la existencia de tal prohibición, que durante la época más dura de la pandemia, en los meses de marzo y abril de 2020, se trasladaron a más de quince mil ancianos de las residencias a los hospitales. Y no miente el consejero, pero elude decir toda la verdad, y es que los mayores con seguro privado sí fueron trasladados de las residencias a los hospitales privados, reconociendo a los asegurados un derecho a la atención médica que negaron al resto. 

Otro grave insulto a la inteligencia por parte del gobierno de la Comunidad de Madrid, es afirmar que en Madrid no hubo más muertos en las residencias de mayores que en otras residencias del territorio nacional. Cuando la verdad es que desde el inicio de la pandemia ha habido más de treinta mil muertos en las residencias madrileñas, un cincuenta y tres por ciento superior a la media de muertos del resto de las residencias españolas. Y tampoco está de más recordar que gracias a las políticas de “libertad a la madrileña” para los sufridos ciudadanos y ciudadanas confinados por el malvado presidente Sánchez y su malvado gobierno liberticida, Madrid fue la región con mayor exceso de mortalidad de toda Europa en el año 2020. Por supuesto, la Comunidad de Madrid se negó a investigar lo que ocurrió en las residencias y el vicepresidente Enrique Ossorio defendió que “investigarlo ahora ya no procede, que solo tiene un interés electoral y va a causar daño a las familias, ahora que éstas, las familias, ya lo han superado”.  Y lo dice así y se queda tan ancho. ¿ Y qué más da?. Estamos en el país del todo vale. Aquí insultar a la inteligencia siempre ha salido, y mucho nos tememos que seguirá saliendo, totalmente gratis.

Y ya puestos a hablar, someramente, de algunos personajes públicos que nos toman por idiotas, otro que ha insultado muchas veces a nuestra inteligencia, no solo a la de sus fieles sino a la de todos los ciudadanos y ciudadanas en general, ha sido el cardenal Antonio Cañizares. Al igual que ocurre con la familia real, enumerar sus muchas, vamos a decir “polémicas” declaraciones a lo largo de tantos años ejerciendo de gran preboste de la Iglesia católica española, es una tarea demasiado ardua y penosa tanto para el que la realiza, como para el lector que no merece tan cruel, tan excesivo castigo. Del cardenal Antonio Cañizares siempre llevaremos grabada en la memoria la imagen, de una pompa, suntuosidad y magnificencia  tal que llega a rozar el ridículo, a resultar cómica, sentado en su ostentoso trono en lo alto de una pequeña escalinata. Un trono digno de un Papa del Renacimiento, o del rey Arturo en Camelot, con los pies colgando, como en niño en su primera comunión, y con sus siete metros de manto de terciopelo rojo cayendo por la escalinata y desbordándose por el suelo, como esos ríos de papel de aluminio que ponemos en los belenes.

Monseñor Cañizares, el mismo que dijo en el año 2009,  refiriéndose a los abusos sexuales en la Iglesia por parte de sus miembros,  que “no es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios de Irlanda, ¡de Irlanda!  dice, “con los millones de vidas destruidas por el aborto”. Ahora, hace apenas dos semanas, ha dicho, con un par, que “la iglesia hecho más que nadie y es un ejemplo de lo que se debe hacer para evitar los abusos tremendos”, y se deshace en elogios hacia los dirigentes de la Conferencia Episcopal y arremete contra el gobierno diciendo que “de la manera que lo está haciendo, no evitará los abusos, al contrario”. “La iglesia española sí lo ha hecho, tomando las riendas” y rematando a modo de mascletá, no en vano Cañizares es titular de la diócesis de Valencia, con esta frase: “la iglesia ha actuado sobre todos los casos de abuso”. Eso ha dicho monseñor Cañizares, insultando gravemente a nuestras inteligencias. Porque si algo ha hecho la iglesia en todo este terrible asunto de los abusos sexuales por parte de miles de curas pederastas, nunca se sabrá la cifra ni siquiera aproximada, ha sido, y sigue siendo, tapar, ocultar,  cambiar a lo curas pederastas de diócesis, amenazar a las víctimas y a sus familias para que no denuncien, para que no hablen ni poco ni mucho de tan humillante, repugnante y vergonzoso asunto. Esto es lo que ha hecho la iglesia desde siempre. Ahora,  siguiendo las órdenes del Papa Francisco, un hombre que parece creer en lo que predica,  por fin la iglesia está tomando alguna medida  para combatir esta terrible, espantosa lacra que tanto daño, tanto dolor, tanto sufrimiento ha causado a tanta gente. Pero de ninguna manera es verdad que la Iglesia ha  hecho más que nadie para evitar los abusos sexuales. Más bien ha hecho menos que nadie intentando, como ya se ha dicho, esconder, encubrir, disimular, silenciar, negar delitos, algunos de tan extraordinaria gravedad que al final ni ellos mismos con todo su poder han podido mantener ocultos. Nunca, a pesar de lo que diga monseñor Cañizares, ha actuado la iglesia contra esos odiosos depredadores, horribles delincuentes, esos malditos degenerados violadores de niños, entregándolos inmediatamente a la justicia, como era y es su obligación. Y más tratándose de ministros de Dios que, como buenos pastores, deberían haber velado por los niños, especialmente por los niños, los corderos más débiles, desprotegidos y vulnerables de su rebaño. Pero, por desgracia, se optó por proteger y amparar al lobo y desoír los desesperados balidos de los pobres e inocentes corderos pidiendo ayuda. El cardenal Cañizares, haciendo estas declaraciones con las que claramente nos toma por idiotas, no ignora que la mentira es uno de los actos específicamente condenados por los Diez Mandamientos de la ley de Dios, concretamente el octavo mandamiento: “No dirás falso testimonio ni mentirás”.

Seguro que algunos de mis sufridos, animosos y esforzados lectores esperan para el final la retahíla de insultos a la inteligencia perpetrados un día sí y otro también por Isabel Díaz Ayuso, nuestra simpar presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero creo que ya está bien, por una vez vamos a tener piedad de los lectores, a mostrar generosidad y benevolencia. Y de ella, de la Ayuso, no vamos a decir nada porque ella, en sí misma, ya es un insulto a la inteligencia.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído