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Inteligencia de las células cancerosas

Silvano Baztán Guindo
Silvano Baztán Guindohttp://silvanobaztan.com
Además de estar licenciado y doctorado en Medicina, tras diversas formaciones que me dieron una visión multidisciplinar del ser humano, actualmente dedico mi atención a lo que llamo (de forma resumida) Medicina Psicosomática.
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análisis

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Acabo de leer en una revista digital de divulgación médica un artículo en el que se hace eco de un estudio recientemente publicado por investigadores de una universidad norteamericana.

En dicho estudio, se demuestra en modelos animales (lo que se entiende por estudios preclínicos) cómo la introducción de un fármaco quimioterápico en el cultivo de células mamarias, aun en dosis mínimas, irrita una serie de células que estaban como dormidas, sin división celular.

Junto al «despertar» de dichas células, se ha observado la liberación de un par de sustancias que estimulan la proliferación de células cancerosas y la afectación de la inmunosupresión tumoral.

La conclusión del estudio es meridianamente clara. Pero, para que unas conclusiones de este tipo se deriven en una aplicación directa a las personas enfermas, es necesario que el estudio se oriente a casos de personas, además de que las pruebas actuales se hayan efectuado en modelos animales.

No obstante, a lo que me quería referir en este texto es al mecanismo que hace que unas células puedan dividirse hasta el infinito o se queden dormidas en cualquier tejido u órgano de nuestros cuerpos.

La ciencia experimental se decanta por el estudio de los entresijos materiales, físicos, que rodean estos hechos. Un ejemplo de ello es ese mismo estudio al que he hecho referencia. En él se han observado una serie de sustancias que, ante la introducción del fármaco en dosis mínimas, han generado el despertar de un tumor canceroso.

Años atrás, se ha determinado que el mero hecho quirúrgico, por sí mismo, podía inducir el desarrollo de metástasis. También las inflamaciones cronificadas, la fibrosis de tejidos, la inhibición de la autofagia (que el propio cuerpo deje de zamparse estas células cancerosas) tienen un papel en este proceso diseminador o desarrollador de crecimiento tumoral.

Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Por qué unas células de un órgano concreto deciden armar semejantes líos poniendo en peligro la integridad de la propia persona?

La ciencia experimental, repito, parece que no está interesada en resolver estos interrogantes, pues no mira más allá de las propias células, las sustancias secretadas, los marcadores tumorales, etc.

Desde la visión de la Medicina Psicosomática, todo tiene que tener un sentido: un porqué y un para qué. Y si en este tipo de situaciones no encontramos esa línea lógica que nos ayude a comprender lo que ocurre en nuestros órganos, en nuestros cuerpos, no es que no exista… sino que no la hemos encontrado.

Asumo como real la hipótesis de que tanto el cuerpo como cada uno de sus órganos y células poseen una inteligencia interconectada que va mucho más allá del coeficiente intelectual que los psicólogos pueden medir en los tests psicotécnicos.

Desde la hipótesis psicosomática, hay una razón última por la que unas células de un órgano comienzan a proliferar «como si no hubiera un mañana». Esa razón última generalmente es intentar solucionar un grave conflicto que está sufriendo la persona, aunque ésta no sea capaz de relacionar intelectualmente una cosa con la otra.

En el caso concreto del estudio al que me he referido, las células estudiadas eran de un tumor de mama. Desde mi visión psicosomática, detrás de todas las lesiones de mama, tanto inflamatorias (mastitis), hormonales, fibrosantes, tumorales… siempre hay un conflicto en el nido de esta persona.

Es claro que, a partir de ahí, es necesario indagar para afinar el diagnóstico y poder concretar ese conflicto: con padres, pareja, hermanos, hijos, amistades, animales domésticos… Y hay diversas pistas que nos pueden ayudar en esa búsqueda.

Para terminar este texto, diré que, además de que un quimioterápico, una inflamación cronificada, una fibrosis, el hecho de extirpar el tumor, etc. puedan estimular la proliferación de ese tumor mamario en una persona, para mí la primera lectura a

realizar de ese hecho es que el conflicto soterrado de esa hipotética mujer, un conflicto en el nido, sigue sin resolver.

¿Por qué una cuarta parte de las personas con cánceres mamarios tienen una recidiva antes de los cinco años subsiguientes al tratamiento de esta dolencia? Pues claramente porque no han resuelto ese conflicto que guardan en su interior. Y el inconsciente de estas personas, «erre que erre», no va a dejar que siga escondido por más tiempo. Lo va a mostrar en la superficie con cambios celulares detectables.

Y me pregunto yo: ¿por qué dejar que las cosas lleguen a este extremo? ¿Por qué no mirarse un poco más hacia adentro y no permitir que los conflictos se enquisten y se mantengan vivos… aunque aparentemente dormidos, como esas células que han observado en el estudio al que me acabo de referir?

Y no, no se trata de dejarse extirpar las mamas por si acaso, aunque pongan de ejemplo a una estrella de Hollywood.

Salud para ti y los tuyos.

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1 COMENTARIO

  1. yo acabo de perder a mi compañera por un tumor de mama y puedo asegurar que eso no es ninguna lotería, como nos dicen.
    que salga un tumor y que después se cure o al contrario, se desarrolle hasta el final, tiene un porqué, sin duda. y gran parte de ese porqué está en la mente de la enferma. y ahí no pueden llegar los microscopios, ni las resonancias, ni la tecnología más avanzada. ahí solo puede llegar otra mente de la misma naturaleza.
    aunque sea, como en mi caso, en vano.

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