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La excepción ibérica que Sánchez peleó en Bruselas no logra frenar el precio de la luz

La medida de topar el gas no consigue frenar la espiral de precios

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análisis

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Pedro Sánchez tiene dos grandes caballos de batalla si quiere ganar las próximas elecciones generales: la inflación que sigue desbocada (con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de las familias) y el control de la factura energética. Hay otros asuntos que pueden marcar el futuro del presidente del Gobierno en la Moncloa como la situación económica general (la evolución del paro) o la vivienda, pero, en el nivel de renta de los trabajadores y clases medias y en los impuestos energéticos se juega buena parte de su futuro político el premier socialista. Sánchez hizo un buen trabajo en Bruselas cuando dio un puñetazo en la mesa exigiendo que el plan de ahorro energético de la Unión Europea contemplara medidas más flexibles para los países mediterráneos (España, Portugal, Italia, Grecia), ya que son menos dependientes del gas de Rusia y en los últimos años han implementado una mayor capacidad de autoabastecimiento con las energías renovables. A esa propuesta, el Gobierno español la llamó la excepción ibérica, que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, consideró justa y aceptable. Fue así como la UE reconoció un trato más equitativo para España, un acuerdo que durante un tiempo ha ayudado a controlar el disparatado y constante incremento de la factura de la luz de los españoles. Sin embargo, en las últimas semanas, el medicamento parece que ya no surte efecto y los precios siguen su tendencia alcista.

Hoy mismo, el precio de la luz vuelve a experimentar un nuevo máximo, algo que no sucedía desde que se introdujo la excepción ibérica a mediados de junio. Una medida que adoptaron España y Portugal con el objetivo de poner un tope al precio del gas.

Desde entonces, el precio de la luz ha estado subiendo tres veces menos que en el resto de Europa. Sin embargo, este miércoles, los clientes con tarifa regulada vinculados al mercado mayorista volverán a experimentar un nuevo repunte del 19,4% con respecto al precio del día anterior, situándose así en los 436,25 euros por megavatio hora (MHv), según los datos provisionales del Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE) recogidos por Europa Press, acercándose así a los niveles récord de marzo.

Este hecho se produce como resultado de sumar el promedio de la subasta en el mercado mayorista a la compensación que pagará la demanda a las centrales de ciclo combinado por la aplicación de la excepción ibérica para topar el precio del gas que se utiliza para generar electricidad. De esta forma, agosto va camino de convertirse, al menos, en la segunda factura más cara de la historia, con el gas y la sequía como principales culpables.

Una subida que se producirá por segundo día consecutivo después de que este martes se haya vuelto a experimentar una nueva subida desde que se empezó a utilizar este nuevo modelo con un precio de 365,33 euros por MWh.

Además, a este precio medio de la luz en el mercado mayorista hay que sumarle la compensación de 249,3 euros por MHh a las gasistas que tiene que ser abonada por los consumidores beneficiaros de la medida o los que, a pesar de estar en el mercado libre, tienen una tarifa indexada.

El análisis revela cómo, a pesar de estar batiendo récords, las cifras son mucho menores a las que se estarían pagando si no existiese el tope del gas, siendo un 13% menos de lo que sería sin esta medida.

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1 COMENTARIO

  1. Impedir, porque frenar ya lo está haciendo. Si miras el precio del Kwh, en Alemania, Francia, Italia, etc, y lo comparas con el precio que tiene en España y Portugal, es casi la mitad, que ya es mucho.
    Y es que se ha hecho una intervención en el proceso del mercado que no un cambio del proceso del mercado que utiliza sus mecanismos para expropiar, cuanto pueda, de las rentas ajenas, ya sean del trabajo ya sea de la producción. Lo raro es que en Europa no hayan comprendido que el proceso y realizado la misma operación que en la península, pensando en cambiar también el proceso expropiatorio, en lo que puedan, que negando su principio de presentación (que la competencia consiga los mejores precios y la más alta productividad) permite que vendiendo la mitad se gane el doble de lo que se conseguía antes del momento de oportunidad generado por la guerra: la reducción del suministro.
    No es que se hayan mejorado la producción eléctrica ni los medios de producirla ni reducido el coste de la misma, no ha cambiado nada en ese terreno, sino que simplemente cortando el suministro, la necesidad imprevista y deseada por el propio mercado, permite un traslado de rentas de los que producen bien, más y mejor, hacia los especuladores que basan su beneficio en la oportunidad y el control de dichos precios, que los Estados no están dispuestos a cambiar aunque quien se ahogue sea la mayoría. No están dispuestos a considerar como “estado de Guerra” un “estado” de guerra.

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