domingo, 28abril, 2024
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La sentencia

Reino del Terror sólo comparable a la esclavitud

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Una de las cosas que me gustan de haber dado clase es que, a veces y con orgullo, uno ve la estela estudios que va dejando, y en las redes sociales ahora puedo seguir la trayectoria de quienes me sufrieron y ahora son adultos. Asisto a un pequeño debate entre varias admirables personalidades que para mí siempre serán mi alumnado, abogadas en ejercicio y desengañado alguno…

¿Legalidad o moralidad? A raíz de la desafortunada sentencia sobre la agresión en los Sanfermines se puede constatar algo muy feo en una sociedad democrática, que es no saber distinguir entre la emoción y el Derecho. Son dos cosas muy distintas. Cuando se habla del desprestigio de las instituciones, maneadas por nuestra mierda de política, una de las consecuencias que trae trasladar la sensación de intimidad entre cargos públicos y jueces es creer que las sentencias se dictan por ideología y no es tan simple. Que la Ley es necesaria lo demostramos porque todos buscamos su amparo; que no nos la creemos lo probamos al despreciarla cuando no nos sonríe; el caso de Cataluña es flagrante, hay quien pide a los políticos que decidan cosas que están en manos de la judicatura, obviando precisamente lo que critican: la separación de poderes, condición sinecuanón para este atisbo de Estado garantista que tenemos.

Otra huella de esta barbarie es clamar contra la prisión permanente revisable como símbolo de la tendencia reaccionaria y, de repente, manifestarse contra un Tribunal pidiendo precisamente eso que en otra ocasión se ha menospreciado… no me gusta esta Justicia veleidosa, y el mundo del Derecho está notando este distanciamiento con la Sociedad y entreveo que está incómodo; no nos extrañemos de las notas no de justificación del Tribunal en cuestión sino de apoyo profesional, no es corporativismo, es democracia.

Supongo que estudiar Derecho debe darte algunos conocimientos que parece que las multitudes adquieren por infusión ipsofacta, una sociedad culta debería respetar el grado sin menoscabo de la crítica brutal pero argumentada y coherente…

Lo justo sería decir que los jueces aplican la Leyes; pero si éstas son tan imprecisas que permitan la interpretación torticera tendremos dos problemas distintos: leyes chungas e intérpretes incapaces. Temo que sufrimos un poco de todo. No creo capaz de interpretar una Ley a alguien que no se haya leído la Historia de la Literatura, del Pensamiento, de la Ciencia y del Arte en todas sus modalidades… Eso era ser Juez, ahora basta con ser un poco engreído y vestir como Dios manda. La carrera te la dan en algunas Facultades, en eso no hemos cambiado; pero quizá deberíamos preguntarnos si el ambiente de esas carreras no empieza a ser tan mediano como el de la calle.

No podemos tener sentencias en función de lo que la gente piensa, aunque tampoco es bueno que haya tanta distancia. Yo estos días he justificado al Tribunal y su papel en mis clases, porque un Estado de Derecho hace Leyes para no condenar a inocentes antes que para perseguir a culpables. Pero en las leyes redactadas hay que distinguir entre «impreciso» y «amplio», no es lo mismo; lo primero trae sentencias infumables como ésta, lo segundo da pie al Derecho: Aristóteles decía que la virtud del Juez es aplicar lo universal de la norma en lo particular del hecho; pero la pátina tradicionalista (y de las JONS) sólo se pierde cuando la Cultura (esto es: el análisis crítico) te permite una distancia suficiente para no creer en «derechos naturales» y pantomimas pseudojudiciales que prejuzgan comportamientos sino que te proporciona altura para profundizar en el concepto del daño y la redención, si es que es posible (de ahí saltaríamos a la protección).

Parece, ahora podemos decirlo, que esta sentencia (sobre todo el voto particular) está firmada más con los santos cojones que con la historia del Derecho y el Humanismo. Sí, hay motivo para el cabreo porque no es que constatemos que el Tribunal ha asumido que sólo existe un daño objetivo cuando haya cicatriz sino porque el Tribunal ha ejercido la violencia del macho asumida con naturalidad y tradición: que la mujer vaya por la calle con miedo, que no entre en determinados lugares por prudencia, que no haga determinadas cosas o según se vista o decida su propio comportamiento termine asumiendo su autorresponsabilidad en el caso de una agresión… esto es un Reino del Terror sólo comparable a la esclavitud (no olvidemos que muchos negros no creían en la abolición).

Eso cambió el 8 de marzo reciente, hemos podido darnos cuenta de esta evidencia. Hay que trabajar para cambiar una sociedad que tiene sometida con amenazas a la mitad y pico de su población. Debemos protestar contra una sentencia que es otra agresión añadida, pero sin olvidar los flecos: hay que probar la culpabilidad del acusado, no es él quien tiene que demostrar su inocencia… en ese hueco debe jugar la democracia, lo otro es peligroso.

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