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La situación desesperada de la familia de Iván: el joven al que aplican electroshock contra su voluntad, y no permiten salir del hospital

La negativa del paciente y de su familia no ha servido para frenar la aplicación de esta terapia, que puede tener efectos nocivos graves en su salud

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A comienzos de este año, el 9 de febrero, un joven de 30 años, procedente de Arzúa, sufrió un brote psicótico. Sus padres le llevaron al Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) para ser atendido. Allí pasó la noche en Urgencias mientras una juez determinó, mediante orden judicial, su internamiento en el área de Psiquiatría del Hospital Provincial de Conxo.

El abogado de la familia señala que, durante la vista de la jueza, se realizó una conexión telemática por videoconferencia con el joven, que, debido a la medicación, estaba «en estado catatónico» y no podía prácticamente pronunciar palabra.

Desde allí, lo desplazaron al Hospital Provincial (Conxo), donde la psiquiatra, según relataba su padre para El Correo Gallego, decidió dejarle ingresado sin el consentimiento del paciente.

Según explicaba el padre de este joven, la familia pidió plaza en un centro privado «para tener una segunda opinión» ante el tratamiento de electroshock que se le pretendía aplicar, pero no les dejaron sacarle. La psiquiatra se opuso y pidió la intervención de un juez.

Lo que consideran más grave aún sus padres es que, en ese momento se intentaba realizar una prueba al joven, que no está incapacitado ni es menor de edad, pidiéndole a los padres el consentimiento y no a él. Los padres se negaron también, pero un juez dio la conformidad. La terapia era el electroshock, que consiste en descargas eléctricas dirigidas al cerebro.

El juez considera que esta es la única terapia aplicable, sobre todo por el riesgo de que el joven se suicide. Según recogía EPE, en el auto, el juez destaca que se ha constatado “un riesgo para la vida” del paciente, el cual carece de “conciencia suficiente de su trastorno mental y de la necesidad del tratamiento pautado, encontrándose, por tanto, imposibilitado para emitir el consentimiento informado, conforme a lo previsto en la Ley gallega”.

Nueve sesiones de electroshock sin el consentimiento de la familia ni del paciente

El lunes que comenzaron a aplicar electroshock al joven, no avisaron a la familia de cuándo se iba a producir. El abogado de la familia señala que, pese a que la decisión del juez sobre la terapia estaba recurrida, comenzaron a aplicarla. El informe que el juez tuvo en cuenta era el de la psiquiatra que considera que no hay otro tratamiento posible que pueda ayudar a Ivan. El 24 de marzo rechazó el recurso que presentaron al primer auto emtidio.

Según señalaba el padre al Correo de Galicia, «Nos han dicho que son nueve sesiones, en días alternativos… Esto es una barbaridad. Otros psiquiatras nos han dicho que no es necesario. Están experimentando con mi hijo. Ese es mi pensamiento, porque esto no hay quien lo entienda».

Según explica la familia, psiquiatras del centro privado al que quieren trasladar a su hijo, se habrían intentado comunicar con los del Hospital Provincial de Conxo, pero no obtienen respuesta.

El pasado día 31 de marzo se le aplicó a Iván la tercera sesión de electroshock. Sus familiares no notan ninguna mejoría.

Huelga de hambre del padre

La familia, desesperada, ha recurrido a la justicia, a los medios de comunicación y ayer, el padre amenazaba con ponerse en huelga de hambre, ante la cuarta sesión de electroshock a su hijo.

Una reacción por parte de la familia después de que el joven tuviera una hemorragia por la nariz tras la aplicación de la terapia (epitaxis).

Lo sorprendente es que, desde el Hospital Provincial de Conxo, han pedido ahora el consentimiento de la familia para investigar el porqué del sangrado nasal.

El Periódico ha recogido la teoría del Doctor Peter R. Breggin, psiquiatra titulado en Harvard, quien tiene la convicción de que «después de una, dos o tres TEC, el electroshock provoca síntomas típicos de traumatismo craneoencefálico grave o lesión como dolor de cabeza, náuseas, pérdida de memoria, desorientación, confusión, alteración del juicio, pérdida de personalidad e inestabilidad emocional. Estos efectos nocivos empeoran y algunos se hacen permanentes a medida que avanza el tratamiento habitual».

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