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La viralidad de los bulos: una dinámica similar a la propagación del COVID-19

Carmen Marchena
Carmen Marchena
Periodista
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análisis

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La desinformación es tan antigua como la comunicación de masas, pero la irrupción del coronavirus ha provocado un importante repunte debido a su viralización. Podemos decir que, así como el coronavirus ha contagiado a un importante número de la población hasta alcanzar la categoría de pandemia, los bulos o fake news han avanzado de forma paralela con una dinámica similar.

Para que un mensaje se haga viral, debe difundirse a gran velocidad y ser recibido por miles de personas a través de los diferentes canales de propagación. En ese sentido, Javi Raboso, responsable de la campaña y Democracia y Cultura de Paz en Greenpeace España, afirma que “la crisis de los medios tradicionales y la eclosión de las redes sociales ha supuesto un caldo de cultivo idóneo para la viralización de las fake news, que en los últimos años ha ido adquiriendo tal dimensión y alcance que amenaza a la cohesión social”. De modo que cuando más unidad y solidaridad se necesita por parte de la sociedad para frenar el contagio del COVID-19, una amenaza virtual siembra odio y confusión entre la ciudadanía.

Mientras miles de personas en todo el mundo trabajan para salvar vidas o cuidarlas, se confinan en sus casas para paliar la propagación del virus o salen únicamente de sus hogares para desarrollar trabajos esenciales para el sustento de la vida, organizaciones sanitarias y verificadoras de datos han revelado la otra cara de esta crisis social, sanitaria y económica. A día de hoy, Maldita.es ha destapado 494 mentiras, alertas falsas y desinformaciones sobre COVID-19, a la que conocen como “la otra epidemia”, la de los bulos. Estas pueden ser cifras inexactas, métodos falsos para prevenir posibles contagios, capturas de pantallas que nada tienen que ver con el problema, montajes fotográficos y un largo etc., detallado en su informe especial sobre coronavirus.

Las fake news también son causantes de pugnas y diferencias por las redes, en medio de un escenario donde se apela continuamente a la unidad y a la responsabilidad social y colectiva. Así lo entiende Raboso: “Se dice que este virus solo lo pasaremos estando unidas; pero la realidad es que la desinformación trabaja en un sentido contrario porque polariza a nuestras sociedades y socava nuestro derecho fundamental a recibir información veraz, uno de los pilares de cualquier sociedad democrática”.

WhatsApp, principal vector de contagio por bulos

La plataforma de mensajería Whatsapp es uno de los canales principales de acceso a información entre la población española, que ha visto un incremento notable en su uso durante el periodo de confinamiento. Debido a la “falta de exposición pública de los mensajes en esta plataforma, ha sido una de las vías más utilizadas para generar desinformación”, explica Raboso. Tanto ha sido el nivel de propagación de bulos, que la plataforma ha tenido que tomar medidas con la limitación de número de reenvíos. Y aunque resulte paradójico, Raboso recuerda que esta medida “también ha sido objetivo de una nueva campaña de desinformación en torno  a una supuesta censura”, que obligó a Whatsapp a emitir un comunicado en el que aclaraba las medidas de contención de bulos y especificaba que estaban basadas “en el número de reenvíos  y no en el contenido de mensajes”.

Responsabilidad institucional y periodística frente a los bulos

En el marco europeo, las instituciones también han advertido de los riesgos de la desinformación. Según un informe de EUvsDisinfo, el grupo de trabajo contra la desinformación del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), algunas de las afirmaciones falsas provienen de actores cercanos a la derecha estadounidense (alt-right). La vicepresidenta Katarina Barley, subrayó que “en tiempos como estos, salvar vidas depende de que todos nosotros escuchemos a las autoridades sanitarias, por lo que difundir mentiras o cuestionar la verdad se convierte en algo incluso más peligroso”.

De vuelta al plano nacional, un informe realizado por Greenpeace durante la pasada campaña electoral apuntó a OKDiario, medio que preside Eduardo Inda, como uno de los portales informativos que más bulos propaga. Las cifras de dicho informe arrojaban que alrededor de un “40% de los contenidos simulan informaciones periodísticas de carácter político, que son las que más polarización generan”. Y más del “30% carecen de fuente identificada: pantallazos, conversaciones, memes, imágenes de tuits, que no direccionan a ninguna parte y que generalmente se viralizan”. Así, las noticias restantes proceden de portales o webs con una cuestionable labor periodística no exenta de polémica, entre las que destacan OkDiario (17%), Mediterráneo Digital (7%) y Libertad Digital (5%).

Contra las pandemias: responsabilidad y prevención

La colaboración de la sociedad es crucial para evitar el contagio tanto en el aspecto sanitario como en el informativo. A propósito, Raboso incide en la importancia de “generar una cultura de precaución en redes sociales y poner en cuarentena los mensajes sospechosos que recibimos como capturas de pantalla, titulares escandalosos, noticias sin enlace o con enlaces a medios de dudosa reputación, etc.”. Para ello, también debemos prevenirnos de mascarillas digitales que actúen de barrera protectora para no ser contagiados por estos bulos ni contagiar a quienes nos rodean.

Maldita.es ha elaborado un manual de protección contra la desinformación, que propone algunas claves que se deben observar ante un posible bulo: consultar la fuente o la web de la información; leer más allá del titular en el caso que sea una noticia; no fiarse de fotos de políticos con supuestas declaraciones que podrían ser falsas; observar si la noticia es demasiado llamativa o humorística para ser real, aquí es recomendable comprobar si proviene de una página satírica y tener cuidado con las cadenas de WhatsApp, es mejor no compartir si no hay una fuente oficial.

En España, además de Maldita.es, también se puede acudir a Newtral como plataforma de fact-checking, ya que ambas forman parte de la International Fact-Checkin Network, una red de verificación de información no partidista. Para temas de ecologismo o medio ambiente, se puede consultar la biblioteca de desmentidos de Greenpeace. Y en cuanto a verificación de imágenes, para descartar que estas hayan sido manipuladas o retocadas, se recomienda hacer clic en dicha imagen (en Chrome) y seleccionar “Buscar imagen en Google”.

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