La masacre que Israel está perpetrando en Gaza ha convulsionado el mundo musulmán. Las manifestaciones propalestinas se suceden en todas partes, desde Jordania y Siria hasta El Cairo, desde Rabat a Bagdad. Con su descabellada operación de castigo, Netanyahu está poniendo la seguridad del planeta al borde del abismo. Prueba de que el presidente israelí no las tiene todas consigo es que lleva días amenazando a los palestinos con una invasión por tierra, mar y aire y de momento Israel se está limitando a lanzar misiles contra la población civil y a cortarles el agua, la luz y el suministro de comida y medicamentos. El monstruoso operativo bélico que se anunció en un primer momento ha sido suspendido de momento.
El líder del Likud es perfectamente consciente de que lanzar una ofensiva terrestre costaría miles de bajas y el descenso de varios puntos en sus niveles de popularidad. Antes del inicio de la guerra ya era un presidente cuestionado; ahora, cuando los cohetes de Hamás y de Hezbolá caen desde Gaza y Líbano, aterrorizando a la población, muchos israelíes entienden que no están seguros ni siquiera en los búnkeres antiaéreos que se han instalado junto a las paradas de autobús, y que la política del ojo por ojo de Netanyahu solo lleva a más muerte, más sangre y más destrucción.
El dirigente judío, además, mira con recelo hacia Irán. Sabe que una invasión de Palestina sería inmediatamente contestada por el régimen de Teherán que, no lo olvidemos, es una potencia nuclear. De ahí que los tanques israelíes permanezcan aparcados en la frontera con la Franja de Gaza, sin entrar en combate, a la espera de recibir órdenes. Por si fuera poco, en las últimas horas Estados Unidos ha moderado su discurso al pedir a Israel que se defienda proporcionadamente y con arreglo al Derecho internacional, otro factor que ha frenado los impulsos destructivos de Netanyahu. Washington no desea un conflicto regional a gran escala que podría internacionalizarse. Putin, China y Corea del Norte en una alianza con Irán que ellos llaman Eje de Resistencia contra Occidente supondría un desastre total para la paz mundial. Por eso Joe Biden se desplazará a Oriente Medio, para tratar de reconducir una situación política, militar y diplomática que en estos momentos está totalmente descontrolada.
Amenazas de Jameneí
Entre tanto, el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, ha asegurado que Israel está cometiendo “un genocidio en Gaza” y avisa de que “si no se detiene, nadie podrá parar a los musulmanes ni a las fuerzas de la resistencia”. “En el caso de Palestina, lo que ocurre delante de los ojos del mundo es genocidio por el régimen ocupante”, alega el líder religioso en un encuentro con científicos.
“Si continúan los crímenes cometidos por el régimen sionista, nadie será capaz de parar a los musulmanes y a las fuerzas de la resistencia”, advierte Jameneí, que ha indicado que ningún país debe tener expectativas de que “Irán detenga a ciertos grupos de la resistencia”.
La máxima autoridad política del país persa ha señalado además a Estados Unidos, nación que “dirige” las políticas de Israel, en su opinión. El llamado Eje de la Resistencia es una alianza informal capitaneada por Irán y formada por organizaciones militantes como el grupo libanés Hezbolá, el movimiento palestino Hamás y la Yihad Islámica.
Las palabras de Jameneí se producen después de que el ministro de Exteriores de Irán, Hosein Amir Abdolahian, advirtiese de una posible “acción preventiva” en las próximas horas de los grupos de la “resistencia” contra Israel si continúan los ataques en Gaza.
La República Islámica de Irán e Israel son enemigos acérrimos, compiten por la hegemonía regional y mantienen una guerra encubierta con ciberataques, asesinatos y sabotajes. Israel lleva once días bombardeando Gaza tras el ataque sorpresa por parte de Hamás el pasado 7 de octubre, que causó 1.400 muertos, y mantiene un bloqueo a la entrada de cualquier tipo de ayuda humanitaria a la franja.
Informacion de RT:
El Ejército israelí ha lanzado en una semana más de 10.000 bombas contra la Franja de Gaza, dos veces más de lo que EE.UU. lanzó en Afganistán en todo un año, según datos de Jacobin.