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Las últimas lluvias no son la solución a los problemas de fondo de Doñana

Según Ecologistas en Acción-Andalucía, sólo la retirada de los cultivos al sur de la Cigüeña y Villamanrique, Norte del Rocío y cabecera de la Rocina, sumado a la recuperación de cientos de hectáreas mediante la reconversión a forestal, secano o cultivo ecológico del resto de las zonas agrícolas, supondrá una solución definitiva al problema  del agua en Doñana

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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Los 150 litros por metro cuadrado caídos en la última semana deberían haber supuesto la inundación masiva de la marisma del Parque Nacional, pero la realidad es que el encharcamiento es muy superficial debido a que ni el Guadiamar entra con suficiencia, ni La Rocina aporta lo que debería.

El Guadiamar, que ha sido el principal aporte hídrico a las marismas, se encuentra encauzado en Entremuros, y la única conexión con la marisma es el restaurado brazo Travieso en la finca Caracoles.

La Rocina no introduce aguas a las marismas al sufrir en su cuenca graves problemas de sobreexplotación subterránea por las extracciones para frutos rojos.

Ante este panorama, si no continúan las lluvias para mantener la incipiente inundación, los ecologistas se temen que estas aguas «sólo van a servir para generar una ficción de agua retenida que inste a la avifauna a iniciar la reproducción, que no podrá culminar ya que, si la marisma se seca, las puestas son predadas rápidamente por jabalís y otros».

Desde Ecologistas en Acción-Andalucía aseguran que sin la recuperación del acuífero de Doñana, que permitirá que la Rocina aporte agua, y sin los aportes directos del Guadiamar vía Caño del Guadiamar como río de Doñana capaz de llevar importantes caudales a la marisma, «la marisma no se recuperará aunque la pluviometría sea ya la de un año normal».

Ponen de manifiesto que las lluvias hubiesen sido un alivio importante a la situación de sequía que atraviesa el Espacio Protegido de Doñana si hubiesen estado acompañadas de un nivel de extracción de aguas subterráneas más sostenible. También advierten de que «se precisan ya restricciones en las extracciones, que permitan la recuperación del acuífero, sin la que la situación irá a peor, con pequeñas mejorías que sólo anuncian la agonía final».

Toda la zona de recarga del acuífero de Doñana, centrada en la zona fresera, norte del Rocío y Sur de Villamanrique, está sobreexplotada por el regadío legal e ilegal, dando como consecuencia descensos del nivel freático de cerca de 40 metros en algunas zonas, por lo que todo lo que llueve en esas zonas se infiltra y no corre, de forma que al día siguiente de dejar de llover no hay zonas encharcadas.

Por tanto, consideran que la recuperación del acuífero, llegando a niveles freáticos altos, es imprescindible para que la inundación en la marisma se mantenga de forma prolongada. Será la única forma de evitar que en los meses venideros de elevadas temperaturas no se acabe evaporando el agua de la marisma y «sólo estemos ante un espejismo de marisma inundada. El agua estará pero no tiene garantizada su continuidad en el tiempo, convirtiendo a la marisma del Parque Nacional en un auténtico sumidero de fauna que inicia la reproducción pero no la concluye, al faltar agua a final de la temporada de cría».

«El acuerdo marco es la última oportunidad»

Según Ecologistas en Acción- Andalucía, estos días se está determinando dónde emplear el dinero del Acuerdo Marco para Doñana, «último intento de revivir al enfermo crónico». Entienden que si la inversión no va a la raíz del problema, retirando el riego a las miles de hectáreas de las zonas clave mediante compra pública o permuta por otras zonas de menor impacto fuera de Doñana, poco se va a conseguir con esa lluvia de millones.

Para ello, dicen que es necesario «ampliar la ambición del programa de renaturalización, que no ha de limitarse a recuperar el imprescindible Caño del Guadiamar, sino que también ha de dedicarse a adquirir para lo público las zonas tampón que garanticen que las aguas lleguen y se mantengan en la marisma, que permitan eliminar los problemas de colmatación que las actuaciones históricas en la montaña del río, y que eviten la desaparición del microrelieve marismeño que tan importante es para la conservación de la biodiversidad».

Insisten, una vez más, en que sólo «la retirada de los cultivos al sur de la Cigüeña y Villamanrique, Norte del Rocío y cabecera de la Rocina, sumado a la recuperación de cientos de hectáreas mediante la reconversión a forestal, secano o a cultivo ecológico del resto de las zonas agrícolas, supondrá una solución definitiva al problema  del agua en Doñana». Solución para la que mantener el reservorio que supone el acuífero podrá ser garantía de resiliencia. Y cada vez se dispone de menos tiempo, dado la irregularidad de las precipitaciones del escenario del cambio climático.

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