Desde estas páginas, con el trabajo de la práctica totalidad de los compañeros de Diario16, llevamos años advirtiendo de que la democracia española está en serio peligro.
Hoy, en Lorca, se ha visto el primer simulacro de lo que podría ser un remedo del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando hordas de ultraderechistas con banderas confederadas y de salvajes con cuernos de bisonte intentaron frenar una votación en el Congreso respecto a los resultados de las elecciones presidenciales.
Hoy, en la ciudad murciana de Lorca, se han vivido momentos que, en su justa proporción, recordaban aquellas imágenes de Washington. Una horda de ganaderos ha asaltado el consistorio lorquino para intentar evitar que se votara una moción sobre la nueva ordenación urbanística para granjas y macrogranjas. La violencia del asalto ha provocado que la votación tuviera que ser suspendida.
Al igual que hizo Donald Trump con los miles de ultras seguidores de QAnon, Boogaloo o Proud Boys, hoy en Lorca han sido ganaderos que llevan desde hace semanas escuchando los bulos lanzados tanto por el Partido Popular como por la ultraderecha de Vox.
Fuentes consultadas por Diario16 han acusado, incluso, que el asalto ha sido, presuntamente, orquestado tanto por el PP como los ultras.
El problema de todo esto es que están tanto la derecha como la extrema derecha está utilizando una estrategia política basada en lo que decía el gurú del nazismo, Joseph Goebbels: «La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas», o lo que es lo mismo, si una mentira se repite muchas veces, acaba por convertirse en realidad.
Eso es lo que está pasando en España con esa especie de alianza de PP y Vox para derribar al gobierno de Pedro Sánchez. Cierto es que el actual presidente se lo pone fácil con una gestión basada en promesas incumplidas a sus socios, pero, de ahí a pretender asaltar la democracia, hay un trecho importante.
Desde hace semanas no hacemos más que ver a políticos del PP rodeados de ovejas, de vacas o de gallinas con el único fin de poner al sector ganadero extensivo en contra del Ejecutivo por unas declaraciones que el ministro Alberto Garzón no hizo. Es la política basada en el bulo.
Hay que recordar que Garzón afirmó que la carne de las macrogranjas era de peor calidad que la de las pequeñas explotaciones extensivas. Eso es una verdad y, si no, que le den a Abascal o a Casado a probar jamón de una macrogranja o de una piara de cerdos criados en libertad.
Sin embargo, tanto el PP como Vox han lanzado el bulo y han centrado su estrategia política en una mentira. Vacas, gallinas y ovejas de pequeñas explotaciones porque, esto hay que recordarlo siempre, ni uno solo de los políticos de derechas o ultras han puesto un pie en una macrogranja.
Basar la política en el bulo pone en serio peligro a la democracia y hoy en Lorca se ha visto la primera andanada. Por desgracia, no será la última.
