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Los ecologistas tachan de «inaceptable» que el almacenamiento definitivo de residuos radiactivos se retrase hasta 2073

El Movimiento Ibérico Antinuclear y Ecologistas en Acción consideran que el séptimo Plan General de Gestión de Residuos Radiactivos sigue teniendo "importantes carencias", como la gestión de posibles fallos en los contenedores de residuos o la necesidad de cerrar y no ampliar El Cabril

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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El Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), del que forma parte Ecologistas en Acción considera que la aprobación del séptimo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR) es un hito fundamental «para definir y asentar la política sobre residuos radiactivos», pues, explica, que los gobiernos anteriores «llevan años evitando las cuestiones peliagudas de la gestión de los residuos nucleares, de forma que el plan anterior ha estado vigente durante 17 años, todo un récord». Asimismo, señala que la ausencia de esta planificación «ha generado enormes problemas durante estos años y ha complicado los procesos de cierre de las centrales ante la falta de instrucciones para la gestión de los residuos nucleares radiactivos».

Para las organizaciones ecologistas y antinucleares, el nuevo plan es un paso imprescindible porque «ya era hora de saber qué se va a hacer con los residuos radiactivos». Además, el plan presenta una clara mejora respecto al anterior: el abandono del ATC, el Almacén Temporal Centralizado de los residuos radiactivos de alta actividad. Esta instalación, que iba a ubicarse en Villar de Cañas (Cuenca), implicaba el traslado de más de medio millar de contenedores radiactivos por las carreteras del Estado español para almacenarlos durante décadas y luego moverlos de nuevo a otro almacén definitivo, el denominado Almacén Geológico en Profundidad (AGP).

Ante la aprobación de esta normativa, el MIA recuerda que la mejor gestión de los residuos nucleares es no generarlos, por lo que reitera su exigencia de cierre inmediato de todas las centrales nucleares: «La incapacidad de los anteriores gobiernos de abordar una gestión adecuada de los residuos nucleares está provocando una mala y peligrosa gestión de los mismos».

Residuos en el exterior de centrales nucleares

Esa falta de una planificación adecuada a tiempo ha provocado, según los colectivos, la autorización de Almacenes Temporales Individualizados (ATI) en el exterior de centrales nucleares para almacenar la totalidad de los residuos de alta actividad originados durante más de 40 años. Algo que equivale, «a sacar la mierda radiactiva a la puerta» y supone elevar el riesgo nuclear», critican.

Para la organizaciones, resulta «inaceptable» que el séptimo Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR) retrase la operación del almacenamiento definitivo hasta 2073.

El MIA insiste en que es prioritario que se avance, agilice y adelante una solución definitiva, comenzando por exigir transparencia a la empresa pública para la gestión de los residuos nucleares, ENRESA, quien debe de «informar a la sociedad de los conocimientos de que disponga, de los detalles de las estimaciones de coste que se dan en el séptimo plan y de cómo se espera financiarlos».

Pero todavía quedan «importantes cuestiones sin resolver» en el séptimo PGRR, «como qué hacer cuando un contenedor almacenado en el entorno de la central durante años sufra cualquier problema que eleve sus emisiones radiactivas y, por tanto, sea necesaria la intervención humana en unas instalaciones adecuadas». Los colectivos apuntan que el plan «da una indicación vaga al respecto: se trasladarían al lugar que tenga esas instalaciones». Según el MIA, «es inaceptable que se recorran las carreteras del país con material de alto nivel de radiactividad en condiciones inseguras. Consideramos que cada lugar de almacenamiento debe ser capaz de afrontar una situación de ese tipo».

Además, las organizaciones han puesto como ejemplo El Cabril, un almacén definitivo de residuos de Muy baja (escombros), Baja y Media Actividad (que son peligrosos entre 60 y 300 años) ya que va a recibir una ingente cantidad de residuos de esos desmantelamientos. «Las instalaciones de Baja y Media se colmatarán con el desmantelamiento de Garoña. Para el desmantelamiento del resto se requiere una ampliación del almacén. Pero El Cabril está en un lugar de alto valor natural, lejos de todas las centrales nucleares y fue designado a dedo. Esta situación debe corregirse, no continuar e incrementar ese error», añaden.

Finalmente, si bien consideran que un nuevo plan de residuos es muy necesario, creen que quedan cuestiones muy importantes por definir. «Este plan es una muestra clara de cómo la energía nuclear es cara, sucia y peligrosa. Tras más de medio siglo de operación de las centrales nucleares, todavía no existe una solución satisfactoria para los residuos radiactivos. Es un terrible y envenenado legado a cientos de generaciones futuras que hay que abordar antes de que desaparezcan sus responsables”.

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