domingo, 28abril, 2024
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Otro ejemplo de la caída a pedazos literal de la sanidad pública andaluza el día que fallece el médico que tumbó los planes de desmantelamiento de Susana Díaz

Los 54 sanitarios de Almonte denuncian el estado permanente de “insalubridad” de sus instalaciones sin que el Gobierno de Moreno Bonilla evite su progresivo deterioro desde hace años

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El mismo día que se ha conocido el fallecimiento del médico granadino Jesús Candel, conocido popularmente como Spiriman, a causa de un cáncer de pulmón a los 46 años de edad, los 54 empleados sanitarios del municipio onubense de Almonte, con una población de unos 23.000 habitantes que se quintuplica en muchas épocas del año en sus residencias de la aldea de El Rocío y la playa de Matalascañas, han denunciado alnte el Servicio Andaluz de Salud (SAS) “el estado de insalubridad” que vienen sufriendo en sus instalaciones de Almonte, El Rocío y Matalascañas sin que hasta ahora el Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla haya actuado para evitarlo pese a que son deficiencias “estructurales” denunciadas reiteradamente ante la Junta.

El escrito remitido al gerente del SAS, Diego Vargas, y al servicio de Salud Laboral del Distrito Huelva Condado-Campiña es demoledor, y lo adjuntan con un reportaje gráfico donde se pueden apreciar las notables deficiencias de las instalaciones. Los sanitarios de Almonte denuncian que toda esta situación “deleznable” descrita, compromete su integridad física, mental y también por tanto su estado de salud. “Ejercemos nuestro trabajo diario en condiciones infrahumanas y muy estresantes”, denuncian los sanitarios onubenses, que añaden que estas deficiencias causan “un malestar general por parte de los ciudadanos que se manifiestan con continuas reclamaciones y agresiones al personal tanto verbales como físicas”.

Estado en que se encuentran las instalaciones del centro de salud de la localidad onubense de Almonte.

Algunas de las deficiencias descritas por estos profesionales son, entre otras, una “mala situación desde el punto de vista estructural: grifos rotos que gotean y no se arreglan desde hace meses, puertas caídas con el riesgo que conlleva” para la seguridad de profesionales y usuarios, “puertas inexistentes tanto en el servicio de urgencias, lo cual provoca una falta total de intimidad a la hora de tratar a los enfermos, como en el primer piso, lo que hace que el gasto energético sea mayor a la hora de usar dispositivos de climatización y que aumente la inseguridad por la entrada de cualquier persona que quiera provocar daños o robos, y por la entrada de roedores”.  

Asimismo, el escrito de denuncia de los sanitarios apunta que el techo de la consulta de emergencias está rajado desde hace meses y no se arregla. “¿Acaso esperan a que se caiga encima de alguien y ocurra alguna desgracia?”, se preguntan los sanitarios. Tampoco hay agua caliente en las consultas. El tablón de anuncios donde se tiene que colgar la información oficial del centro de salud se encuentra detrás del sofá en el suelo.

Suma y sigue: los trabajadores técnicos de emergencias sanitarias con base en El Rocío llevan prestando servicio en el centro de salud de Almonte desde marzo del 2020, desde el comienzo de la pandemia del covid-19. Desde entonces siguen sin ningún lugar físico destinado a su descanso personal y para colocar sus pertenencias personales. “Tienen que destinar para tal fin, consultas médicas y de enfermería, con las molestias que eso conlleva cuando salen avisos urgentes de última hora del turno y no da tiempo de recoger para que la consulta esté operativa a las ocho, cuando llega el personal. Además de la imagen pésima que se genera cuando hay que arrastrar colchones y somier por todo el centro y por delante de los usuarios. Creemos que se merecen un lugar para descansar al igual que sus compañeros de ambulancias y el resto del personal sanitario”.

Los mismos sanitarios del municipio onubense deben hacer frente también a la atención de la avalancha de turistas en verano, que quintuplica la población residente

Este equipo de casi medio centenar de profesionales denuncia también “falta de higiene absoluta”. Paredes manchadas desde hace más de un año y medio con restos de un lavado gástrico, servicio de limpieza ofreciendo un servicio por debajo de los mínimos, lo que hace que el estado de higiene de los baños, suelos y paredes sea pésimo, con la mala imagen que esto implica, al igual que favorece la transmisión de enfermedades, infestaciones por roedores y cucarachas, a las que no se les pone solución desde hace muchos meses. Además, la pintura de las paredes tanto externas como internas, se encuentran en un estado lamentable, con desconchaduras, suciedades y humedades.

Suma y sigue la denuncia: mobiliario totalmente deteriorado, con sofás sucios y con el tapizado raído, colchones de descanso de los equipos de guardia sucios y abatidos, sillas rotas y con el tapizado roto, etc. Las impresoras de las consultas en raras ocasiones funcionan adecuadamente, con el atraso que esto conlleva en el trabajo diario. No existen persianas en las ventanas, como mucho algunas cortinas raídas o simplemente nada de nada. Los carros para el transporte de los pacientes están totalmente rotos, sin apoyo en los pies, sin frenos, con el tapizado roto. “La iluminación del centro es inadecuado para el ejercicio de nuestra profesión. Las habitaciones para el descanso del personal no tienen cierres de seguridad, ni persianas. No existe un botón de pánico para avisar a seguridad en caso de agresiones, que no son pocas en nuestros centros. Falta de espacio físico para el desempeño de la cartera de servicios que se nos exige, utilizando una consulta para dos o más actividades distintas y provocando que los profesionales se tengan que turnar”, prosiguen en su denuncia al ejecutivo de Moreno Bonilla.

De igual manera, el notable aumento de la población que experimenta el municipio con la llegada de inmigrantes para la recogida de los frutos rojos y de turistas en verano conlleva un aumento notable de la población no censada, asumida por el mismo número de profesionales, provocando continuamente una masificación de las urgencias con desbordamiento continuo del servicio, tanto desde el punto de vista de profesionales como del espacio destinado a su atención. Además, no hay duchas para que el personal las pueda usar en caso de accidente. El almacén no dispone de aire acondicionado, por lo que puede provocar el deterioro de la medicación que allí se almacena cuando llegan las altas temperaturas.

Jesús Candel, Spiriman, durante una protesta ciudadana, a hombros de un policía local.

El ejemplo de ‘Spiriman’

Esta batería de deficiencias de un punto concreto de la geografía andaluza puede hacerse extensiva y servir de radiografía de los males que aquejan ya de forma estructural a la sanidad pública andaluza, algo que denunció ya en 2016 el médico granadino fallecido este jueves, que abanderó las masivas movilizaciones de la ciudadanía andaluza en grandes capitales de provincia contra los planes de la socialista Susana Díaz para reorganizar, y limitar, el sistema sanitario público de la comunidad. Las manifestaciones multitudinarias lograron que la entonces presidenta andaluza frenara sus planes de reorganización hospitalarias y accediera en parte a las exigencias del movimiento ciudadano que abanderó el profesional ahora fallecido, siempre en defensa de la sanidad pública de calidad.

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