Ha muerto mi mejor amigo, repite con frecuencia y deshaciéndose, afilando la voz hasta quitarle toda gravedad, convertirla en la de un niño, y detrás de la voz se le transforma la mirada y también la estatura, se va encogiendo y haciendo chico hasta donde le permite la materia para que su interlocutor, quien sea, comprenda que necesita que alguien le diga:
No te preocupes pequeño, estás equivocado, enseguida se pasa, enseguida se te pasa a ti y enseguida se le pasará también a tu amigo, ya verás como en un momento se levanta y te llama por teléfono o viene a buscarte, sonriendo de oreja a oreja, aunque quizá un poco preocupado por todo lo que le has echado de menos. Te pasará una mano por encima del hombro, para que no te queden más dudas y luego te invitará a que deis juntos un largo paseo.
Una y otra vez lo hace y se deshace, la voz y el tamaño, hasta volverse tonto y pequeño, porque de ese modo, está seguro, antes o después alguien se lo acabará diciendo, alguien mayor que él le abrirá los ojos y hará comprender que está equivocado, que el mejor amigo de una persona no puede morir, que la amistad es un pacto o compromiso inalterable y eterno.
(Javier Puebla escribió todos los días durante un año un cuento o relato literario: El Año del Cazador, una suerte de novela neurológica que sólo puede conseguirse completa y editada en papel solicitándosela directamente al autor a través de Twitter, Instagram o Facebook, o en el correo [email protected]
Esta Suite que hoy comienza a publicarse en Diario16 y que en principio se prolongará durante 33 días está inspirada por el deseo de recuperar el espíritu y la forma de observar la vida con unos ojos distintos, ojos de Cazador de Cuentos, y es también un exponerse ante el mundo, un “aquí estoy, aún estoy aquí y tú puedes verlo y compartir conmigo este imprevisible juego”.)
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(Mecanografía: LF)