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¿Te vienes de concierto?

Mónica Molner Andrés
Mónica Molner Andréshttp://www.monicamolner.com/
Médica, divulgadora y escritora encantada de compartir lo que pasa por su cabeza y por su vida con quien quiera leerla. Apuesta por la educación sexual y por el empoderamiento de sus pacientes.
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análisis

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Mira que hacerme un esguince unos días antes… Duncan-dhu actuó sin mí porque esta vez hubo escayola, así que mis padres pensaron que no me dejarían entrar en la plaza de toros con muletas a lo “Coja mantecas”. Años después, fui yo la que decidió perder la entrada de mi querido Alejandro Sanz, por sentirme incapaz de despegarme de mi bebita recién llegada.

Hay quien tiene grabado a fuego los colores de su equipo y no se pierde un partido, yo he sido más de conciertos y, en cuanto me enteraba que se ponían a la venta, movía cielo y tierra para conseguir mi entrada. La de veces que me he sentido Nacho Cano, tecleando como una loca 2 ordenadores y un móvil a la vez, con un relojito que te marca el tiempo de descuento como en las pelis, para alcanzar lo imposible. Con el «+es+» en el Wanda Metropolitano no tuve ni opción, así que ese no cuenta. La única vez que realmente perdí la partida, resultó que el trébol quiso estar de mi lado, y fue mi hermano quien consiguió los preciosos papeles que nos permitirían entrar al estadio.

No me dio tiempo de nacer para estar en Woodstock o de gritar con los Beatles, tampoco tuve edad para escaparme al Bernabeu en el 87, pero he tenido la suerte de ser bisagra para mis hijas, compaginando así, la basura que intento evitar a sus oídos, con inmortales coetáneos como Leonard Cohen, David Bowie, Joe Cocker o la eterna Aretha Franklin.

Me entristece pensar que hay jóvenes que ni han oído hablar de ellos.

Allá por mi adolescencia, no había Gran Musical de Fallas o concierto que me perdiera: Toreros Muertos, Presuntos implicados, Cómplices, Comité cisne y luego Revólver, Seguridad Social, Radio futura, Hombres G, Los Ronaldos, Danza invisible, …

Aún me da la risa, cuando me veo en la Pirámide Musical con la camiseta del concierto de Mecano, pidiéndole autógrafo para Mc Gyver al larguísimo de Loquillo y los Trogloditas, con los que he brincado de adolescente y de mamá, aunque ahora algunas letras “se sienten diferentes”.

De mis viajes relámpago, el primero fue a Barcelona para ver al Gran Silvio Rodríguez sin sospechar, que 20 años después vendría a Valencia. Demasiado improvisada me pilló esa reunión de amigos en Vallecas convocados por Ismael Serrano, irrepetible porque Aute ya no está, pero sí viví una presentación doble de Pedro Guerra con amigos en el Teatro Fernán Gómez difícil de olvidar.

Mi última escapada fue para presenciar uno de esos momentos que quedarán para la historia, afortunadamente con final feliz. A Sabina lo había visto torear hace ya taitantos y, no sé si lo soñaría, actuando con Los Rodríguez, pero lo del último “No concierto”, fue de esas veces que no te crees lo que está pasando. Por suerte, tenemos artista para rato y me alegra infinito. Me quedo con la escapada romántica que esas entradas me dieron.

Serán imaginaciones mías, pero recuerdo una noche de lluvia con los Héroes del Silencio actuando en la Universidad Politécnica.

Lo que soy yo de saltar en los conciertos, y aquí donde me veis, soy capaz de estar sentadita como en Pedralbes viendo a Spandau Ballet rodeada de gente madurita como yo, o escuchando la presentación de «Gominolas» en el Centro Cultural de Burjassot, cuyas columnas, debieron alucinar al ver cómo había cambiado desde aquél Goran Bregovich, donde me dejé llevar por las danzas y el Kalashnikov. Los de Bob Dylan y Caetano Veloso fueron también de “culo pegado a silla” y, mal que le pese a sus fans, no fueron de esos momentos en los que sintiera vibrar mi energía… nada que ver con estar a 2 metros de Robbie Williams o de Bono.

Si escuchas “Let me entertain you” o “Sunday bloody sunday” sin que se te mueva el cuerpo, háztelo mirar; ahora no, porque está la sanidad desbordada por otro asunto, pero no te lo dejes.

A Sole Giménez la he visto en diferentes conciertos jugando con su voz arriba y abajo, acompañada en ocasiones de grandes de la música española como Víctor Manuel o Teo Cardalda. Imposible no revivir “La noche” con Presuntos y Cómplices o “Dentro de tí» con Carlos Goñi.

Siempre agradeceré a mi amiga Raquel, que me introdujera en las sectas de Ismael Serrano y Pau Alabajos, a cuyos primeros conciertos fui sin apenas conocerlos y ahora forman parte de mi lista de “repetimos”. Increíble el “Thelma y Louise” que nos marcamos en la escapada a Rivas, no estuvo Brad Pitt, pero con las palabras de Ismael y el retorno feliz fue más que suficiente.

Con Morgan fue diferente, los descubrí en la radio y al enterarme que actuaban en Viveros con Luz Casal, ni me lo pensé. Ya van 2, y los que vendrán.

A algunos he ido sin apenas saberme las canciones: Dani Martín, Bisbal, Miguel Bosé siendo niña con mi madre y sus amigas o, al de Violeta con otras mamás y nuestras hijas… y si hay que confesarlo todo,  diré que hasta un “Cantajuegos” me comí en unas sillas de playa después de haber pagado una indecencia.

Me perdí el “Irrepetible» que suena en diferido en mi coche, así que no dejé pasar la oportunidad de vibrarlo en el directo de Coque Malla en el Palau de les Arts, antes de que el mundo se cerrara.

Me quedo con las ganas de haber vivido en directo un Jarabe de palo o un Antonio Vega, pero no se puede tener todo en la vida…

Soy una privilegiada, he visto hacerse mayores a los chicos de Dublín, han sido las entradas que más sudores me han costado y sin epidural las he conseguido parir; estos veteranos forman ya casi parte de la familia, mientras suenan en la cocina, recordamos incrédulos aquella locura de cruzarnos el mundo con la excusa de verlos y “de paso” conocer Nueva Zelanda.

Acústicos cargados de emoción o escenarios mágicos como con el “Viva la vida” de Coldplay o el increíble “The Joshua tree” de U2, da igual, dan un chute de vida a quien los presencia.

A mi yaya le encantaba Sinatra, así que “La voz” mueve los entresijos de mi alma…

Cómo echo de menos respirar la música en vivo, imagino el mono que estarán pasando quienes se dedican a ello y, me pongo en su piel, cuando miro mi teclado y mi guitarra que esperan desde hace demasiado tiempo, a que encuentre el momento.

Elegí la bata, pero el mundo volverá a abrirse y no descarto cumplir el sueño de combinar el espéculo con el micrófono y, aunque sea por un momento, compartir canción con artistas a quienes siempre admiré.

No creo que los Rolling Stones o Sting estén disponibles, pero se aceptan voluntarios/as…

                                                                                                                                  @dra.molner

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