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Ceuta y Melilla, Beth Harmon y Mohamed VI

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Gambito de Dama, la adaptación en seis episodios de la novela de Walter Tavis que narra la historia de Beth Harmon, se ha convertido en una de las miniseries más vistas de la historia de Netflix. Con más de 62 millones de reproducciones en su primer mes, Gambito de Dama ha cautivado a los suscriptores de la plataforma de streaming americana. Aunque Beth Harmon, la “reina del ajedrez”, es un personaje ficticio, éste guarda una gran relación con otro rey, este real, que vive a escasos 13 kilómetros de España: el rey Mohamed VI.

Al igual que la protagonista de la serie de Netflix, el rey de Marruecos ha hecho del gambito de dama su estrategia predilecta. Para quienes no conozcan esta combinación de movimientos, el gambito de dama es una reconocida apertura de ajedrez en la que se sacrifica un peón a cambio de conseguir una posición más favorable en el tablero de juego. Empeñado en forzar la cosoberanía de Ceuta y Melilla, Mohamed VIno ha dudado en “sacrificar” las vidas de miles de marroquíes aprovechando la coyuntura de la COVID-19. Trabajadores transfronterizos, porteadoras, parturientas, menores no acompañados e incluso marroquíes afincados en la Península han sido algunos de los miles de marroquíes damnificados por las agresivas políticas alauitas.

Los peones marroquíes

Aunque las aspiraciones territoriales sobre Ceuta y Melilla son antiguas, se han manifestado de manera más acentuada en el último año y medio. Siguiendo con el plan de asfixia económica a ambas ciudades autónomas, Mohamed VI aprovechó en primer lugar la excusa de la pandemia para cerrar las fronteras y poner fin al porteo de mercancías. Meses después, aprovechó su control sobre los flujos migratorios para “abrir” la frontera, paralizar temporalmente la ciudad de Ceuta y mandar un mensaje claro a España. Finalmente, para rematar la jugada y continuar el hostigamiento a su vecino europeo, el rey marroquí decidió anular la “operación Paso del Estrecho”. Sin embargo, estas decisiones han afectado negativamente también a una buena parte de sus ciudadanos. Miles de trabajadoras domésticas, albañiles, chóferes, carpinteros, comerciantes y porteadoras marroquíes, entre otros sectores, han visto cómo de la noche a la mañana se han quedado sin trabajo y sin ingresos, desde que el 13 de marzo de 2020 Rabat cerrase sus puestos fronterizos con España y no les brindase una alternativa real.

Marwa, una de las entre 7.000 y 9.000 porteadoras que pasaban cada día por la frontera del Tarajal para alimentar a sus familias, ratifica estas palabras. “Antes ganaba bien [unos 15 euros/día], pero desde que se cerraron las fronteras vivo de las ayudas de mis vecinos”. Al igual que Marwa, Fátima, una empleada de hogar residente en Nador que llevaba 12 años trabajando en Melilla, cuenta que lleva más de nueve meses sin trabajar y que actualmente sobrevive gracias al dinero que le envía su “señora española”.

“El cierre prolongado de las fronteras ha destrozado la economía familiar de miles de trabajadores transfronterizos”, indica Husain Abdulla, experto en cuestiones de Derechos Humanos en la región de Oriente Medio y Norte de África. “Hay familias que se han visto obligadas a vender varias cosas de la casa e incluso su propia ropa para poder comer”, concluye el también director ejecutivo de la ONG ADHRB.

También se han visto perjudicado por los planes de Mohamed VI un número importante de parturientas procedentes de Marruecos. Según datos del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA), en el año 2019 se asistió en Melilla a 2.477 parturientas, de las cuales un 60% eran extranjeras. En 2020, este número bajó a 1.196. Un dato todavía más revelador es que el porcentaje de las mujeres extranjeras que dieron a luz en Melilla entre el 14 de marzo y el 30 de septiembre fue únicamente del 17%, cuando normalmente este porcentaje suele oscilar entre el 49% (2012) y el 62% (2017). En otras palabras, el cierre de fronteras privó a un número significativo de estas mujeres el poder recibir una mejor asistencia sanitaria.

A pesar de que las fronteras deberían haberse abierto el pasado 15 de septiembre de 2020, seguramente permanecerán cerradas como mínimo hasta el 31 de julio de 2021. Mientras tanto, miles de ciudadanos marroquíes languidecen al otro lado de la valla, ciudadanos de pleno derecho que han visto cómo sus vidas han dado un giro de 360 grados.

Muchos menores no acompañados también se han visto afectados por los “cálculos” de Mohamed VI. El 17 de mayo de 2021 miles de inmigrantes, muchos de ellos menores, lograron entrar en Ceuta ante la pasividad de los agentes marroquíes que no hicieron nada por detenerlos y que hicieron creer a los niños que “grandes estrellas del mundo del fútbol jugaban un partido con entrada gratuita en la ciudad de Ceuta y que iban en una excursión escolar”. El gobierno marroquí instrumentalizó la ilusión de miles de pequeños y puso su vida en peligro para demostrar su control sobre las fronteras y continuar ejerciendo más presión sobre un país miembro de la Unión Europea.

La última jugada del rey alauita hasta la fecha para preservar la “iniciativa” y continuar su presión sobre España ha sido cancelar la “operación Paso del Estrecho”. Debido a esta decisión, la diáspora marroquí en Europa tendrá que pagar hasta seis veces más por el trayecto y tardará varias horas más. Por ejemplo, el trayecto Portimao-Tánger se prevé que dure unas siete horas, en vez de los 80 minutos del ferri Algeciras-Tánger. Sin embargo, con esta cancelación las autoridades de Rabat han preferido asestar un golpe millonario a España antes que mantener una OPE ágil, cómoda y eficaz para sus ciudadanos.

Mohamed VI, el “verdadero” rey del ajedrez

Mohamed VI ya ha “calculado”. Ha analizado varias jugadas y ha decido que le “compensa” “sacrificar” a una parte de su ciudadanía a cambio de seguir con su plan. Sin embargo, cuando los ciudadanos se convierten en meros peones, en piezas fácilmente reemplazables y sacrificables, la democracia “entra en jaque”. Por ello, el rey Mohamed VI haría bien en recordar las palabras del ajedrecista americano-británico James Mason, quien declaró que “cada peón es una dama en potencia”, y tratar a sus ciudadanos como damas en potencia y no como simples peones.

Al igual que en la miniserie de Netflix, Mohamed VI, el “verdadero” rey del ajedrez, parece haber tomado asiento, fijado su vista en España y pronunciado un “juguemos”. Si no quiere arriesgarse a “perder por bandera”, España debería hacer un “ejercicio de profilaxis” y “mover pieza”.

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