Racialmente no es que se parezca mucho Alejandro Davidovich a Antonio Banderas, pero lo cierto es que ambos son de Málaga.
Davidovich aprovecha cualquier ocasión que le brinda la prensa, delante de las cámaras o de cualquier micrófono, para que no haya dudas sobre su acento: él habla malagueño. Español perfecto, con acento malagueño.
Ya no hay nadie en España que no acepte al tenista como uno de los suyos.
En el Mutua Open de Madrid se caía la pista cada vez que jugaba él, y si no fuese por el apoyo incondicional que le brindó el público
-¡Foki, Foki, Foki!-
quizás le habría sido imposible vencer a un gallo peleón y maleducado como Rune.
Pero Davidovich ganó ese partido y ya siempre que lo vemos en la televisión moviéndose por todos los países del mundo en los que se juega al tenis sentimos una simpatía especial por él y lo identificamos como español.
En Montecarlo el año pasado venció a Djokovic y en Roland Garros le obligó a llegar al tie break en los dos primeros sets.
Ha empezado Wimbledon 2023 con modales de campeón.
¿Quién querría ser ruso pudiendo ser español? Alejandro Davidovich Fokina desde luego lo tiene claro, de cabeza y corazón.
Tigre Tigre
¡Qué maravilla ser español!. Un país en dónde casi no hay corrupción ni enchufismo, con unos políticos honrados y con mucha ética, con unos jueces independientes, antibelicista y anti OTAN, con un gran amor por la ecología, un país soberano, al que le gusta los nacionalismos antifranquista y antifascista. Todo el planeta debería querer ser español