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Desatar para devolver la dignidad

Eliminar las sujeciones, la asignatura pendiente de los servicios médicos españoles

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análisis

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El uso de sujeciones en centros, residencias y hospitales españoles sigue constituyendo, a día de hoy, uno de los temas más controvertidos dentro de la atención a personas.

La revista Journal of the American Geriatrics Society, aporta una de las definiciones más usadas por el gremio médico: “Cualquier acción o procedimiento que no permita a una persona mover libremente su cuerpo a una posición de su elección y/o el acceso normal a su cuerpo por el uso de algún método que está adherido o próximo a su cuerpo y que no puede controlar o retirar fácilmente”.

Punto clave:

La intencionalidad con la que se usan los elementos físicos y/o farmacológicos es esencial. Si dicha intencionalidad es únicamente curar o aliviar las dolencias del paciente, hablaremos de terapias, que siempre han de contar con supervisión medica. Sin embargo, cuando la intencionalidad pasa a tener fines opuestos a aliviar y cobran fuerza cuestiones como el castigo o la conveniencia del centro, se están utilizando estos elementos como sujeciones. Explica el Dr. Juan Luis Beltrán Aguirre en su ponencia sobre los aspectos legales del uso de sujeciones en 2017.

Usar estos mecanismos como sujeción implica atentar de manera directa contra “el derecho a la libertad” dispuesto en el artículo 1.1 de la Constitución Española. Si atan, limitan y hieren no son soluciones responsables ni validas para los pacientes, es maltrato y está penado.

Riesgos

Queda dispuesto en el preámbulo del Decreto Foral 221/2011 de 28 de septiembre que “las sujeciones o restricciones físicas y/o farmacológicas son métodos que, según las evidencias científicas del momento, pueden suponer graves riesgos o inconvenientes (…)”. Argumentación que, desde la experiencia, nos comentan en el centro de día libre de sujeciones Stima Mayores, “se pueden observar alteraciones conductuales agravadas por la sujeción y, por supuesto, son medidas que atentan directamente contra la dignidad de la persona”.

Del mismo modo, el Dr. José Pascual, presidente de Dignitas Vitae y director del programa “No Sujetes”, asociación que ayuda a residencias a cambiar la concepción del cuidado a los mayores, asegura que “las consecuencias pueden desencadenar en muerte por asfixia, opresión, agitación…”.

¿Se siguen usando?

Aun siendo conscientes de todas las consecuencias derivadas de este uso, se hace evidente que es una cuestión, cuanto menos, tabú. Una lacra de la que la sociedad todavía no se desprende. Desde Stima Mayores tienen certeza de que se sigue utilizando “no solo en residencias o centros de día, también en hospitales”.

¿Por qué?

“Sigue ocurriendo porque es la manera más fácil, rápida y barata de controlar a una persona”, nos comentan desde este centro de día. Resulta muy fácil atar y cortar la libertad a personas con Alzheimer o demencia, vigilarles en su intimidad, impedir su movimiento, medicarles sin su consentimiento… cosas que serían constitutivas de delito para cualquiera de nosotros.

Ni la falta de un posicionamiento jurídico común que lo regule, ni carecer de presupuesto para dotar de más y mejor cualificado personal, pueden ser razón válida para vulnerar los derechos fundamentales de estas personas.

¿Cómo cambiar?

Tanto para el Dr. Pascual como para Stima Mayores, lo necesario para eliminar las sujeciones es un cambio cultural de calado. Entender que atar a los pacientes no conlleva más seguridad para ellos ni más tranquilidad para el personal. “No podemos sujetar porque estamos trabajando con personas y a las personas no se las sujeta”, zanja José Pascual. Algo tan lógico, pero que lleva costando décadas erradicar.

“Lo que debemos hacer es trabajar por cambiar la forma de pensar y de hacer las cosas. No ser sujetado por ningún tipo de restricción física o intelectual, por medios mecánicos o farmacológicos, debería ser un derecho”. “Debemos contar con profesionales preparados y motivados, asegurar una buena alimentación y, en definitiva, adaptar los centros y hospitales a las personas que residen ahí”, aclara este.

En la mayoría de las ocasiones, no son necesarias caras innovaciones que imposibiliten el cambio. “Lo que puede calmar a una persona errática, agitada, e incluso agresiva son actividades tan simples como un plácido paseo al sol, o disfrutar en el jardín”. Según el Documento de consenso sobre sujeciones mecánicas y farmacológicas, publicado por la SEGG, Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.

Dejar de viajar por miedo a perderse o de caminar por miedo a desorientarse resulta imposible y desde esta perspectiva debemos comenzar a entender las sujeciones.

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