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El auge de la extrema derecha como síntoma de un suicidio colectivo

Muchos españoles han votado por lo peor en lugar de votar por lo mejor, síntoma claro de una neurosis colectiva

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análisis

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Estamos metidos de lleno en una pesadilla distópica con las manecillas del reloj de la historia avanzando al revés, en todos los países europeos, hacia el fascismo que nació hace casi un siglo. Cuando el ciudadano apuesta por opciones políticas autoritarias y antidemocráticas que llevaron el caos a la humanidad en el pasado es que algo, o mucho, se ha hecho mal.

En columnas anteriores ya analizamos las causas de esta revolución ultraderechista. Decadencia de una izquierda que ha traicionado sus principios, perniciosa influencia del posmodernismo con la consiguiente crisis de valores, manipulación de masas a través de medios de comunicación, desigualdad, pobreza, robotización alienante, consumismo a braga quitada, negacionismo y paranoia irracional, frivolización e infantilismo, desprecio por la cultura, rabia y descontento social, neurosis colectiva, fanatismo, desmemoria histórica… No vamos a entrar en más detalles. Lo que nos interesa en este artículo es interpelar al votante, indagar en su emocionalidad y su psique, preguntarle por qué lo ha hecho, por qué le ha dado la papeleta a esta gente fanatizada que involuciona a marchas forzadas y que cualquier día, de tanto involucionar, nos devuelve a la cueva, a la Edad de Piedra, a la noche de los tiempos. No se trata de decirle al personal, paternalistamente, que hay que votar bien, como sugiere Vargas Llosa. Allá cada cual. Se trata de explicar un síndrome autodestructivo que parecía superado: la misteriosa atracción por la autodestrucción como pueblo, por la degeneración, por el suicidio colectivo.

La cuestión es, ¿sabe el electorado que vota neofascismo lo que está votando realmente? Y aquí surgen no pocas dudas. Partimos de la suposición de que vivimos en una sociedad avanzada, madura, informada y políticamente palpitante y viva. Lo cual es mucho suponer. Un país como este que suspende sistemáticamente en educación pública y en los informes PISA (algunas regiones españolas se encuentran a la cabeza de la UE en fracaso escolar), no puede presumir de un mínimo nivel cultural. La mayor parte de los españoles apenas hablan de política y cuando lo hacen, generalmente cada cuatro años coincidiendo con unas elecciones, caen en conversaciones típicas y tópicas de barra de bar. El español repite como un papagayo lo que le dicen Federico, Carlos, Ana Rosa o Vicente en sus noticiarios y tertulias, de modo que juicio crítico poquito o escaso. No hay una cultura democrática profunda, arraigada, sólida. No hay una educación de base ni un tejido democrático de calidad en nuestra sociedad. La conciencia, el estudio y la reflexión han sido aparcados porque el día no da para más y hay que dedicar tiempo a otras actividades, mayormente al gimnasio, al taller de tatuaje y a hacer el tonto en TikTok. La política queda como un tema de conversación más, como el fútbol o los toros, y entre risa y risa da para un café de cinco minutos todo lo más. Ferreras, el hombre, se empeña en abrir su ágora televisiva ateniense cada mañana (un esfuerzo heroico loable por lo que tiene de último y desesperado intento por sacar a las masas de su estupidización y burricie), pero la gente está a otra cosa y cada día ve menos su programa de tertulias urgentes. Aquí es justo reconocer que, en nuestra prensa patria, escrita y audiovisual, faltan analistas rigurosos, filósofos serios, intelectuales comprometidos de los de antes (que ya no quedan), y sobran todólogos o youtubers de Politología que solo contribuyen al ruido y a la polémica con el fin principal de subir sus likes en Twitter. Es la banalización de la res publica que tanto daño nos está haciendo. Y lo peor de todo es que el rearme moral se ve cada día más lejos.

Tampoco es que aquí se lea mucho libro de historia o ensayo político, esa es la verdad. Hubo un momento, cuando el 15M y aquello, en que numerosos jóvenes llevaban el ¡Indignaos! de Stéphane Hessel bajo el brazo, pero más como curiosidad pasajera, como emblema de pertenencia a un grupo o postureo, que por auténtica pasión por entender la realidad de su tiempo. Ya ocurrió en el mayo francés (otra revolución que quedó en nada) cuando se llevaba el prêt-à-porter progre, o sea los tochos existencialistas de Sartre y el feminismo de primera hora de Simone de Beauvoir. Las modas políticas pasan, el fascismo permanece.

Es evidente que el votante español, convenientemente neurotizado como en las poblaciones del resto de Europa, ya se mueve a impulsos. Vota con la víscera, la bilis y el corazón, nunca con la cabeza, la lógica y el sentido común. El 28M optó por cosas ciertamente raras y poco comprensibles, como frenar las reformas económicas para que quienes viven peor puedan vivir mejor, bajada de los impuestos a los ricos, más petróleo y energías contaminantes, depredación de la poca naturaleza virgen que nos queda ya (véase Doñana), más machismo, más racismo, más patrioterismo barato del que no se come, más rencor entre regiones, más desigualdad y más privilegios para las grandes empresas. En definitiva, menos democracia, que muchos empiezan a odiar sin que haya motivo para ello, y más dictadura, más Franco, de quien la mayoría, sobre todo los más jóvenes, solo conocen el nombre y los bulos sobre el personaje que han mamado de los nuevos charlatanes del revisionismo histórico posfascista.

El relato de la extrema derecha cuaja porque sabe conectar con lo más atávico y primitivo del ser humano. El miedo milenarista al futuro, el miedo al otro, el miedo a la rebelión sexual de la mujer y a la convulsa transformación hacia sociedades más justas e igualitarias. El fenómeno no puede ser interpretado solo por el factor rabia o indignación. Hay una enfermedad de base, un trastorno, un masoquismo sociológico que lleva al personal a querer lo peor en lugar de lo mejor. Una atracción fatal por el feísmo de la que ya nos advirtió Nietzsche. Una dulce inmolación como tribu. Los pueblos se matan a sí mismos cada cierto tiempo. Nos estamos cortando las venas con el cristal de la urna electoral. Nos están volviendo un poco suicidas. “De lo único que hablamos todos es de nuestro propio síntoma”, ya lo decía Lacan.

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6 COMENTARIOS

  1. Mientras escribo este comentario estoy oyendo en directo el discurso de putin en la apertura del foro de san petesburgo .europa va a la deriva ,al sucidio .
    las sanciones no son contra rusia sino contra europa ,europa esta anquilosada ,autoflagelandose ,putin ha dicho que han cambiado todo su sistema economico en un tiempo record y lo han pasado muy mal ,sobre todo por su sistema de pagos ,pero han resurgido de sus cenizas despues de ese año terrible ,ahora estan cerciendo mas de un 3% mientras nosotros estamos en recesion y ha vuelto a la octava posicion mundial economica despues de mucho tiempo,Putin habladelante del presidente de Argelia que ha cortado a España el paso de su gas ,mientras rusia es en contra de las sanciones nuestro maximo proveedor de gas y tiene como invitado a arabia saudita ,todos los productores menos america apoyan a Rusia.

    europa va de superguay cumple normas que no cumple nadie en el mundo ,atacan el cambio climatico que se la suda al continente asiatico que crece a altas velocidades mientras nosotros nos hundimos a nivel economico ideologico y estrategico.
    rusia no pone toda su fuerza en la guerra con ucrania para que no le pare su desarrollo, va al tran tran ,mantiene posiciones y disfruta viendo como europa se desgasta sin parar.

    las normas que sigue europa solo las sigue ella ni estados unidos las sigue donde la industria sigue contaminando ,vamos de superguays y ecosostenibles hacia el precipicio
    y el tercer mundo.

    el principal mal es ideologico y la falta de personalidad haciendo lo que dicta estados unidos sin rechistar

    al final se hace realidad la ultima parte de este articulo

    » Una dulce inmolación como tribu. Los pueblos se matan a sí mismos cada cierto tiempo. Nos estamos cortando las venas con el cristal de la urna electoral. Nos están volviendo un poco suicidas. “De lo único que hablamos todos es de nuestro propio síntoma”, ya lo decía Lacan.»
    masoquismo en nuestra destruccion

  2. Tenemos un problema ,estos que we consideran periodistas , le pagan muy bien para decir todas esas barbaridades, les importa una mierda los demas a vivir a lo grande, seguro que si se pregunta a los jovenes por el fascismo y lo que ocasionó, la mayoria no tendria ni idea, tendría que enseñarse en los colegios, solo les importa tener pasta para salir de juerga, lo veo a diario.

  3. La verdad, es un artículo realmente acertado y con el que estoy muy de acuerdo, excepto en una frase introducida de forma aparentemente inocente y que parece que no aporta nada, pero no, si aporta y mucho. Usted habla del Sr Ferreras como algo bueno para la formación del ciudadano, olvidando que es uno mas de los manipuladores y destructores de la realidad. No caballero, no me incluya en un análisis que considero acertado a una persona que apoya a profesionales del bulo, y que solo lleva a su programa a la gente que reafirma su línea de manipulación y destrucción de todo aquello que no le gusta, o que quizá le guste o no, no le pagan su jefe para ello.

  4. Es que es muy sencillo de explicar; los superpatriotas norteamericanos dan más valor a tener un arma que a la vida de sus propios hijos, lo que les lleva a una espiral de violencia que se retroalimenta de las condenas a muerte, provocando todo tipo de terror social al límite. Su cultura se extrae con facilidad de la engrasada maquinaria de manipulación cinematográfica y se lee claramente que están al borde del abismo, y lo peor es que aquí reímos de sus gracias. Allí hay una derecha ultra, y otra más europea, aquel de más de veinte que no sepa esto es tonto perdido.
    Rusia es otra gran farsa de la extrema derecha, en el extremo más insultante para la propia identidad de la Rusia tradicional y reaccionaria, ahora quiere ser un imperio económico pero le han dejado sin mercados rentables. No en la práctica, institucionalmente, porque también el narco tráfico es perseguido, y también por eso que da dinero, tal que una buena parte de los empresarios de este mundo, creánme, tienen por bandera la cara de Abraham Lincoln y aman verdaderamente lo lucrativo de aquello ilegal; hoy vender y comprar a Rusia. En españa los hay a patadas.

    Qué vende la extrema derecha?

    Violencia, machismo tóxico, inseguridad, abuso judicial, altos precios, salarios bajos, enerxía inasumible, desastre económico y laboral,.. «ropa vieja» hoy de rancho.

    Bendito dólar, como non. Patrón hasta en Afganistán.

    «Fear is the key to your soul»; y una vez en el miedo te proponen un sistema de control. Es el truco más viejo del mundo y sólo cae la gente con carácter huraño y escasa materia gris, como los que votan a Vox, por ejemplo, y al partido popular en concreto
    Son las primeras víctimas del miedo. Yo soy más de no capitular ante ninguna formación política, para cuanto más de estos vendedores de humo. Si la derecha fuese legal yo sería respetuoso con ellos, pero son simples ladrones, como el PSOE, ahí están los hechos con la ley mordaza en vigor, cuando está fuera de lugar con la vigencia del artículo 14. Es que no paran ni a disimular.

  5. No paro de leer artículos como este donde, aparte de ofender e insultar a los que no piensan ni votan como ellos (solo es voto inteligente el que coincide con el mio) se dedican a anunciarnos la llegada del fin del mundo de la mano de Vox, pero más allá de consignas maniqueas solo actas para incondicionales, nadie me detalla las medidas concretas que lleva Vox en su programa electoral, que son de corte fascista y que serían incompatibles con el marco democrático de nuestra Constitución Española. Sería de agradecer que el autor o quien las conozca, las detallara para ver si hay tanto motivo de alarma.

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