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El cambio climático provocará el mayor colapso económico de la historia

Los modelos económicos han subestimado las repercusiones del cambio climático, lo que ha fomentado la falta de acción en la formulación de políticas

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análisis

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El sábado 4 de noviembre se cumplirán siete años de la entrada en vigor del Acuerdo de París. Estamos a mitad de camino para cumplir las promesas adoptadas por este tratado internacional jurídicamente vinculante sobre el cambio climático. Y antes de alcanzar esta meta —a tan solo un mes de la COP28—, Finance Watch, organización europea, con sede en Bruselas y que lleva a cabo investigaciones y defensa de la regulación financiera, da la voz de alarma acerca de la grave desconexión entre la climatología y la modelización económica que da forma a las políticas económicas y financieras.

Hoy se presentará el último informe de Finance Watch, Mundo invernadero (Hot House World), al que Diario16 ha tenido acceso y que hace hincapié en una dura realidad: la humanidad se dirige hacia un escenario en el que, aunque se están tomando medidas en algunos ámbitos, éstas son insuficientes, y se están superando los umbrales de temperatura críticos, lo que conlleva diversos riesgos físicos y consecuencias irreversibles para las sociedades.

Los climatólogos advierten de que se producirá un punto de inflexión si el calentamiento global sube 2ºC, mientras que las consecuencias serán catastróficas con un calentamiento por encima de los 3ºC. Si las temperaturas alcanzasen estos niveles, los efectos serán devastadores sobre los más de 3.000 millones de personas que viven en contextos altamente vulnerables al cambio climático.

A la vista de estas cifras, es inevitable que se produzca un desorden económico sin precedentes. Pero las cifras actuales que estiman las repercusiones del cambio climático en la economía y en el mundo de las finanzas plantean una imagen en exceso optimista.

Por ejemplo, la Network for Greening the Financial System (NGFS) emplea una metodología que permite llegar a la conclusión de que, si la temperatura media mundial en superficie aumentase unos 3,5 °C de aquí al final del siglo, la producción mundial solo caería de un 7 a un 14 % en 2100. De manera similar, un informe de 2020 del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) predice que un aumento en 4°C de la temperatura reduciría el valor de los activos entre un 3% a un 10 %.

El problema es que los economistas están diseñando sus modelos de riesgo climático de la misma manera que el riesgo financiero tradicional. Esto significa que los modelos económicos son incapaces de contabilizar el hecho de que las pérdidas debidas al cambio climático serán extraordinariamente grandes, impredecibles y permanentes. Los puntos de inflexión y mecanismos de retroalimentación, como el deshielo del permafrost y los incendios forestales, podrían acelerar las pérdidas hasta alcanzar niveles muy por encima de los de las recientes crisis financieras.

Estos datos conservadores alimentan la inacción en las administraciones y organismos encargados de la formulación de políticas, ya que la retórica generalizada legitimada es la de la normalización del cambio climático y el cortoplacismo, sacrificándose a cambio la viabilidad y la eficacia.

Para que los análisis económicos arrojen resultados significativos, se debe producir otro cambio de mentalidad. En el estudio, Finance Watch subraya este argumento citando el ejercicio de análisis del escenario excepcional que deberán llevar a cabo las Autoridades Europeas de Supervisión (ESAs), el Banco Central Europeo (BCE) y la Junta Europea de Riesgo Sistémico (JERS) de aquí a 2025 a petición de la Comisión Europea.

El objetivo declarado del análisis de tal escenario es anticiparse a las perturbaciones para el sistema financiero que podrían poner en peligro a las instituciones financieras, el sistema financiero o la capacidad de la UE para lograr sus objetivos climáticos, así como reaccionar rápidamente ante cualquier perturbación adversa de este tipo. Si se hace bien, este análisis puede ofrecer a los actores del sector financiero información creíble en base a la cual tomar decisiones en el escenario de un nivel elevado de calentamiento global.

El actual horizonte temporal de 2030 establecido para este ejercicio socava este objetivo. Mientras que los fenómenos meteorológicos extremos se producen con mayor frecuencia cada vez, el riesgo de que los activos asociados a combustibles fósiles queden atrapados y de que se produzca un colapso económico no se materializará de aquí a 2030.

El colapso de la actividad económica inducido por el cambio climático empezará a ser significativo para 2050 y se acelerará hasta llegar a niveles catastróficos entre 2060 y 2080. En este contexto, Finance Watch defiende que la Comisión Europea debe instar inmediatamente a que se amplíe el horizonte temporal en varias décadas más allá de 2030.

Dado que el riesgo climático constituye una amenaza sistémica para los bancos y que el cambio climático es fundamentalmente un problema derivado de los combustibles fósiles, Finance Watch también sostiene en este informe que se debe cuantificar la exposición de las instituciones financieras al riesgo de que sus activos asociados a combustibles fósiles queden atrapados.

La investigación publicada por Finance Watch en octubre de 2022 evidenció que los sesenta bancos más grandes del mundo tienen 1,35 billones de dólares de activos expuestos al riesgo asociado a los combustibles fósiles. Sin embargo, ésta es tan solo una de las tantas piezas de este rompecabezas. Para tener un cuadro completo de los riesgos, este ejercicio debe ampliarse a las compañías de seguros, los fondos de pensiones y los fondos de inversión.

Conforme los supervisores financieros van estando en mejores condiciones para recabar esta información, deberían verse obligados por los responsables políticos a recabarla. En Europa, esta información podría recabarse en el marco del análisis del escenario excepcional, y Finance Watch aconseja que la Comisión Europea se asegure de que así sea.

Una cosa es cuantificar el riesgo de los activos asociados a combustibles fósiles que quedarían atrapados; y otra muy distinta, crear salvaguardas jurídicamente vinculantes para evitar que dichos activos sigan desestabilizando el sistema financiero.

En 2020, Finance Watch propuso una sencilla y eficaz solución microprudencial al problema, que más tarde pasó a conocerse como la regla del “uno por uno”. Para alivio de los bancos e incredulidad de los académicos, reguladores, inversores y ONG, los responsables políticos europeos fracasaron en la adopción de esta sencilla solución que tenían a su alcance.

En este informe, Finance Watch propone una nueva herramienta macroprudencial para atajar la relación entre el cambio climático y la inestabilidad financiera. Dado que las soluciones microprudenciales para atajar este problema están descartadas en la UE por el momento, esta nueva herramienta es especialmente importante para esta jurisdicción. No obstante, la lógica en la que se basan es aplicable a cualquier otro lugar.

Finance Watch ofrece una nueva herramienta de cálculo de la ratio préstamo-valor para las exposiciones de los bancos a los combustibles fósiles. Una vez que se alcanzase un determinado umbral del riesgo relacionado con el clima, se activaría un recargo de capital. El umbral para la ratio préstamo-valor se establecería de forma proporcional a la cantidad de combustibles fósiles a la que esté expuesto un banco, que puedan explotarse de forma segura, dentro del presupuesto de emisiones de carbono para un determinado aumento de la temperatura.

El informe concluye que debería dejarse bajo tierra el 97% de las reservas mundiales de combustibles fósiles si la humanidad aspira a limitar el calentamiento global a 1,5ºC con una probabilidad del 83%, el 90% para limitar el calentamiento global a 1,7ºC y el 77% para limitarlo a 2ºC.

Finance Watch, organización a la que pertenece, entre otros, la española ASUFIN, recomienda adoptar una referencia de 2 ºC para el calentamiento global y fijar el límite de la ratio préstamo-valor en el 100%. Estima que actualmente la ratio préstamo-valor es extremadamente alta (437%) y sugiere prever un requisito de capital del 12% para la parte de activos consistente en combustibles fósiles que quedarán atrapados, como una solución práctica de gestión del riesgo.

Además, propone que las autoridades macroprudenciales apliquen un límite máximo de préstamo o una financiación íntegramente mediante fondos propios (regla del “uno por uno”) a los préstamos relacionados con una nueva exploración de combustibles fósiles, en línea con la recomendación de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) de no ampliar las reservas de combustibles fósiles existentes.

Se ha demostrado que dicha herramienta de cálculo de la ratio préstamo-valor resulta eficaz para gestionar el riesgo en el mercado inmobiliario, al mejorar la calidad de las carteras de préstamos hipotecarios y la capitalización bancaria. Los citados límites han mejorado la probabilidad de impago relativa a las amortizaciones de préstamos, así como la pérdida financiera para una entidad financiera en el caso de que un prestatario incurra en impago.

La financiación de combustibles fósiles, al igual que la financiación de bienes inmuebles, consiste en la financiación de activos. Una nueva herramienta de cálculo de la ratio préstamo-valor para el riesgo climático resultaría sencilla y eficaz en un mundo de financiación de activos en el que la regla más básica de gestión del riesgo consiste en garantizar una relación razonable entre la cantidad de financiación ofrecida y el valor económico de los activos financiados.

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