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El PP de Feijóo aplica técnicas de manipulación y violencia psicológica para captar votos

Si a esto se le añade la aplicación de los principios de propaganda de Joseph Goebbels, que posteriormente fueron copiados por otros regímenes dictatoriales, entonces tenemos el cóctel perfecto de la manipulación electoral

José Antonio Gómez
José Antonio Gómez
Director de Diario16. Escritor y analista político. Autor de los ensayos políticos "Gobernar es repartir dolor", "Regeneración", "El líder que marchitó a la Rosa", "IRPH: Operación de Estado" y de las novelas "Josaphat" y "El futuro nos espera".
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análisis

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El resultado de estas elecciones generales no está tan claro como señalan algunos sondeos perfectamente cocinados y promocionados por los arietes mediáticos de la derecha. Lo mismo que se le achaca a Tezanos en el CIS, está siendo utilizado en el otro lado. Nadie parece dudar de que Alberto Núñez Feijóo va a lograr las elecciones. Es lo lógico tras una legislatura en la que el desgaste, el juego socio y la deslealtad de la oposición ha sido demoledor, y donde las medidas sociales que se esperaban del gobierno de coalición se han quedado cortas para las necesidades reales de las clases medias y trabajadoras.

Sin embargo, la gran mayoría a la que aspira el líder del Partido Popular no debe estar tan clara cuando se están llegando a utilizar elementos de juego sucio que no se recordaban en España desde la campaña bastarda de José María Aznar en 1993. En el debate del lunes se pudo comprobar cómo no se dudó en aplicar técnicas, incluso, de manipulación psicológica del electorado.

Tanto el PP como Feijóo van a por todas. Se juegan mucho, sobre todo por la amenaza constante del fuego amigo que terminará en un Armagedón en Génova 13 si el actual candidato popular no logra gobernar.

Esta es la razón por la que no se está escatimando en juego sucio y en la utilización de estrategias que rozan la inmoralidad pero que, cuando no se tiene nada que perder, se ven como absolutamente lícitas. Por muy rastreras que sean.

Para convencer de un proyecto político se puede utilizar la argumentación, la persuasión o la manipulación. Tras la convocatoria de elecciones generales, se está demostrando que la campaña de Feijóo ha decidido obviar las dos primeras y centrarse únicamente en la captación de votos a través de la manipulación absoluta de datos, cifras y hechos. No importa mentir, no importa tergiversar, no importa hacer lo que haga que hacer para asaltar el poder.

La línea que delimita la argumentación, la persuasión y la manipulación es muy fina. En la primera, hay que coger una idea y utilizar la lógica y la coherencia para poder defenderla. Feijóo no está haciendo eso. La segunda parte de la base de que la argumentación no es suficiente y se necesita algo más para poder modificar la conducta del interlocutor.

Por otro lado, la manipulación se da cuando los argumentos se utilizan con el fin de cambiar la conducta basándose en dos elementos la aplicación del abuso de poder para terminar en dominación absoluta, incluso a través de un modo de violencia psicológica.

Según los estudios de Teun Van Dijk, la manipulación puede analizarse desde tres dimensiones. Por un lado, está la social, es decir, la ejercida por las élites que tienen acceso al discurso público por lo que su influencia es a gran escala. En otro orden, está la manipulación cognitiva que controla los modelos mentales y las representaciones sociales. Finalmente, se encuentra la manipulación discursiva, la que utiliza elementos lingüísticos para poder impactar tanto en los esquemas mentales como en los comportamientos de una persona o de todo un colectivo.

Tanto Alberto Núñez Feijóo como el resto de los dirigentes y candidatos del Partido Popular están utilizando en sus discursos las tres. Si a esto se le añaden los principios goebelsianos de la propaganda, entonces se produce un caldo de cultivo propicio para que la ciudadanía acuda a las urnas absolutamente engañada.

En el debate con Pedro Sánchez, Feijóo utilizó mentiras bien ubicadas en el discurso para presentar un escenario político, económico y social cercano al apocalipsis. Mezcló de manera intencionada cifras falsas con otras manipuladas y las lanzó como una ametralladora, en ráfagas bien calculadas, que, con el tiempo de intervención del que disponían cada uno de los candidatos hacía muy difícil que el presidente del Gobierno tuviera capacidad para desmontar cada una de las mentiras afirmadas. Finalmente, en el ideario del votante quedó esa imagen pretendida, frente a la realidad de las cifras oficiales con las que Sánchez ni supo ni pudo jugar.

Por otro lado, en los diferentes actos electorales del Partido Popular se está jugando con la concatenación de palabras que dan como resultado una acusación directa contra el PSOE, en general, y contra Pedro Sánchez, en particular.

La semana pasada, tras la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea que retiraba la inmunidad parlamentaria al expresidente de la Generalitat de Catalunya, el Partido Popular no dudó en inventarse  la existencia de un pacto entre Sánchez y Puigdemont por el que se habría firmado un indulto en el momento en que saliera la sentencia del pasado martes. El gobierno ha salido en tromba a desmentirlo, pero el mensaje ya se ha dejado caer y circula como la pólvora por las redes sociales, lo que está aumentando el cabreo entre las tropas patrioteras, incluso en las del PSOE.

«No nos cabe ninguna duda que la decisión de la justicia europea es una buena noticia para la mayoría de los españoles, pero no es una buena noticia para Pedro Sánchez porque se ha comprometido en darles impunidad a los independentistas y sabe que si es condenado por los pocos delitos quedan en el Código Penal, lo tendrá que indultar y lo indultará», afirmó Cuca Gamarra.

El lunes, antes del debate, siguió la utilización de términos relacionados con Cataluña y los independentistas. «Aunque Sánchez pida el indulto, los españoles no le van a perdonar haber entregado la gobernabilidad a los que quieren romper el país, a los herederos de ETA y a los independentistas de Cataluña», afirmó Elías Bendodo.

José María Aznar, quien sabe mucho de manipulaciones y mentiras, también ha aportado su parte al afirmar que «Sánchez no acepta el pacto de Feijóo porque ya tiene acordados referéndums en Cataluña y País Vasco». Así, con un par y a dolor.

Todo ello, con el bombardeo constante a través de redes sociales y los medios de la Brunete Mediática, hace que la manipulación se convierta en realidad en las mentes de muchas personas cuando, en realidad, están siendo utilizados de manera vil por quienes sólo pretenden llegar a la Moncloa al precio que sea.

Feijóo en el debate afirmó que iba ser un presidente que no iba a mentir a los españoles después de haber dicho un ristre enorme de mentiras y de datos falsos. Luego llegarán los programas electorales falsos, como ya hizo el PP cada vez que gobernó.

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2 COMENTARIOS

  1. El problema , no son las mentiras del PP, el problema,son los españolitos que no contrastan las noticias y se creen todas las mentiras, agarrense que vienen curvas, nos van a dar hasta en el dni.

  2. Aznar perdió unas elecciones mientras era inquilino de la Moncloa. Las causas fueron dos: meter a España en una guerra ilegal excusada por mentiras, que toda España rechazaba (y menos mal que España se lo demostró, y todo quedó en una colaboración logística, pues el plan de Aznar era poner las botas españolas en el terreno y enfrentar a nuestras tropas en batalla, como hizo EEUU, para unir a los españoles en una guerra contra el enemigo tradicional; para su sorpresa, España había cambiado), y por mentir a España sobre los atentados de los trenes del 11M diciendo que era ETA (en colaboración con Zapatero) aunque sabía que era Al Qaeda. Zapatero ganó las elecciones, legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo e inicio diálogos para que ETA dejase las armas (tras pedir permiso al Parlamento, que lo concedió, algo completamente ajeno a las prácticas de la derecha). Así, Zapatero amenazaba con arrebatarle al PP su principal baza electoral: el terrorismo de ETA. La reacción del PP fue tal que tuve la sensación de que iban a encargar el magnicidio de Zapatero. Desde entonces, Aznar no ha reconocido (al menos en público, pero dudo incluso que se lo haya reconocido a sí mismo en la intimidad) que el PP perdió el gobierno por su culpa: por culpa de Aznar. Aznar es incapaz de reconocer la más mínima falta, todo fallo suyo procede de una conspiración enemiga maligna que él tiene el deber de combatir por todos los medios. Todos, significa todos. Sin límites. Sin líneas rojas. Sin complejos. Y Aznar está detrás de toda la crispación de la derecha contra España, desde que perdió. Su motivación es devolver al PP el gobierno que él perdió. Y esa es la razón de desenterrar al fantasma de la ETA inexistente, único debate importante para el PP, mientras España, la UE y la Humanidad tienen abiertos multitud de frentes que amenazan muy seriamente el bienestar y la vida de los españoles.

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