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El racismo y el caso Vinicius Jr.

Manel Mas
Manel Mas
Estudié contabilidad y economía, fui perito y profesor mercantil, ejercí de profesor en Alesco (Altos Estudios Comerciales) en Barcelona dando clases de contabilidad, cálculo y derecho mercantil.
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análisis

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La lucha contra el racismo no admite excepciones. Ni la mala educación ni el mal comportamiento provocador   de alguien son eximentes, ni tampoco atenuantes. Y hablando de fútbol, todo y la rivalidad existente, no son argumentos ni excusas por su utilización. Los lamentables hechos ocurridos domingo en Mestalla durante el partido entre el València y el Real Madrid han dado la vuelta en el mundo provocando una crisis reputacional de España después de que el jugador Vinícius Jr. afirmara a los medios de Brasil que España es conocida como un país de racistas, cosa que ha provocado un seísmo en el mundo del fútbol, hasta el punto de las declaraciones de su presidente Lula da Silva.

Ni Vinícius ni la camiseta que defiende no me son muy simpáticos, pero tenemos la obligación cívica y moral de comportarnos como personas. Por nosotros y por nuestros hijos, que nos observan y a quienes marcamos los límites con nuestro comportamiento. La liga española tiene futbolistas de todos los colores de piel con quien la gente no se mete. También muchos deportistas catalanes han pasado años sintiendo «Puta Cataluña» en los estadios y no se ha sancionado nadie. Pero ahora, se ha creado un clima diferente, y el motivo es que quien ha recibido los insultos es un jugador del Real Madrid.

El hecho que Vinícius sea un jugador controvertido, con comportamientos cuestionables dentro del campo con otros jugadores y las aficiones rivales, no resta importancia a lo que pasó en el campo de Mestalla, ya que de hecho, se ha producido un mínimo de ocho veces más en otros estadios. La realidad es que los insultos racistas son una constante en los campos de fútbol desde hace décadas, y que nunca se han tomado las medidas para ponerles fin. La Liga ha tendido a minimizar estos incidentes y a no darles importancia.

De del mismo modo que no son admisibles los insultos racistas tampoco lo son los homófobos (como los que sufrió Guardiola en el Santiago Bernabeu) o de cualquier otro tipo, y que a menudo se sienten también en las categorías inferiores. Lamentablemente, los antecedentes de la Liga no invitan al optimismo. Su prioridad es el negocio, y la instrucción que tienen todos los actores es que los partidos se tienen que jugar pase lo que pase. Pero algún día los jugadores tendrán que decir bastante, abandonarán el campo y después ya veremos qué es lo que pasará.

Llegado este punto, quiero recordar el caso de Samuel Eto’o en Zaragoza donde él quería abandonar el campo a causa de los insultos que recibía de una parte de la afición maña.

Eto’o reconoció el comportamiento del árbitro que podía suspender el partido, entre él y frank Raijart (entrenador) le convencieron de no marchar haciéndole ver que si marchaba era un éxito de quienes le insultaban.

Volviendo al tema que nos ocupa, podemos asegurar que el fútbol de Primera División es una madriguera de racismo, machismo, homofobia y exaltación de la violencia y de la testosterona más rancia. Es una lástima por la cantidad de forofos que son personas normales, pero estos ingredientes tóxicos forman parte de la receta social del fútbol y van ligados de manera inevitable. Cuando resulta que, por no salir en la polémica, los portavoces del antirracismo son personajes como Javier Tebas o Florentino Pérez, es difícil no ponerse a reír.

Como muy bien explica el periodista Antoni Bassas, el Real Madrid ya tiene lo que quería. ¿Un debate sobre el racismo? No, aprovecharse del caso Vinícius. El habla porque no va de fútbol, sino de poder en España. En 48 horas, un tiempo récord, el Madrid ha conseguido que retiren la tarjeta roja a Vinícius por agredir un contrario, que queden en nada los gestos despectivos que el jugador dedicó al público, que cierren el graderío de Mestalla cinco partidos y que la policía detenga, cuatro meses tarde, a los que colgaron un muñeco de Vinícius de un puente en Madrid.

El castigo es tan alto, que ayudarán mucho a concienciar los clubes que el control tiene que empezar por ellos mismos. Ahora, ha tenido que suceder con un jugador del Madrid para que el comité de competición se haya puesto a trabajar. En València no se lo han tomado nada bien. Esto es poder y lo tiene el Madrid y el sistema comunicativo que alimenta. Fíjense bien: Florentino Pérez dijo ayer que el Madrid no toleraría más racismo y que por eso había que cambiar la estructura arbitral. O sea ¿aprovecha el caso para decidir cómo tiene que ser el arbitraje?

Por internet circulan muchos videos comentando, criticando y opinando sobre el tema y haciendo comparaciones de otras situaciones donde el comité de competición no ha actuado igual ni con la misma celeridad como lo ha hecho ahora, ni imponiendo iguales sanciones o las aplaza para la temporada próxima. A causa de su duración les dejo la referencia de YouTube, de uno de ellos por si quieren o no visionarlo 

¿Ha sido el colectivo arbitral español el responsable que el Madrid no ganara la liga? ¿Han sido los árbitros europeos los que han impedido al Madrid llegar a la final de la Champions? Según Florentino Pérez es posible.

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1 COMENTARIO

  1. Manel, como buen nacional-etnicista, aprovecha el caso Vinicius para recordarnos que les gritan «Puta Cataluña» y hacernos ver que los españoles son racistas.

    Claro que lo de llamar charnegos eso no es racismo. Escribir que «el andaluz es un hombre poco hecho» (J Pujol) tampoco. Lo de que «hablamos la lengua de las bestias» del presidente Torra mucho menos, y lo de que los catalanes tienen los genes parecidos a los franceses y los españoles a los marroquíes del genetista Junqueras tampoco. Por no citar el «Puta España», «España nos roba», «colonos» y otras lindezas.

    Los españoles son racistas, pero una raza superior como los catalanes, a la que Manel pertenece, no puede ser racista.

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