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“En la actualidad existe un muro entre generaciones, y a veces percibo bastante resentimiento”

César Sebastián debuta en el cómic con el descomunal ‘Ronson’, un relato documental, nostálgico y lírico de la infancia y la adolescencia rurales de hace medio siglo en España

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análisis

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César Sebastián (Valencia, 1988) es el autor de Ronson (Autsaider Cómics), una descomunal ópera prima. Si bien es cierto que su experiencia en cómics de formatos breves y en el terreno de la ilustración es amplia, se estrena en la novela gráfica con una obra tremendamente personal. Un relato documental, nostálgico y lírico, centrado en la España de la infancia y la adolescencia rurales de hace medio siglo.

Lo primero de todo quiero felicitarle por la capacidad evocadora de su libro, vives los lugares y las experiencias con intensidad. Algunas entrañables y otras terribles, por cierto.

Me alegro de haber producido ese efecto, porque era uno de mis objetivos. Quise huir de representaciones genéricas y mostrar de forma creíble y con la mayor especificidad posible el entorno rural y el periodo en que se desarrolla el relato. Dediqué un gran esfuerzo al dibujo que, en mi opinión, cuando se realiza con esmero, tiene una enorme capacidad evocadora. Disfruto mucho documentándome para poder recrear lugares y personajes de otras épocas. Ronson es un cómic que no está ordenado en torno a una trama, sino que fluye a la manera en que lo hace la memoria sentimental del protagonista. Esa memoria está marcada por numerosos acontecimientos, la mayoría entrañables, pero también por algunos sucesos traumáticos que dejaron una huella en él.

Ronson es una novela gráfica en primera persona basada en recuerdos de una infancia y adolescencia lejanas, que por su edadno pueden ser la suya.

Así es, Ronson está narrado en presente por su innominado protagonista, un hombre maduro que echa la vista atrás sobre sus primeras décadas de vida. Las experiencias que inspiran el relato son las de mi padre, quien se crió en un pueblo muy similar al que aparece retratado en Ronson. Aunque es un relato que me resulta lejano en el tiempo, me interesaba comprender cómo alguien de la generación de mi padre se enfrenta a sus recuerdos, cómo reconcilia lo vivido y sentido con la visión del mundo que tiene ahora. Para mí ha sido un gran aprendizaje, ya que el ponerme en la piel de un personaje tan cercano y a la vez tan distinto de mí mismo me ha hecho pensar mucho en mi propia infancia y me ha permitido ser más comprensivo y empático con las generaciones anteriores.

Sabemos que transcurre en Valencia ¿Se ubica en algún lugar concreto, quiero decir, existen este pueblo y sus habitantes?

Ronson es una obra de ficción y tanto el pueblo como los personajes que aparecen en él son mayormente fruto de mi imaginación, aunque guardan muchas similitudes con la realidad descrita por mi padre. Concretamente, el pueblo en que transcurre el relato se basa muy libremente en Sinarcas, una pequeña localidad del interior de la provincia de Valencia de donde procede toda mi familia paterna. Empleé algunos lugares reales del pueblo como referencia directa, a la manera en que una película puede estar rodada en localizaciones reales pero simular ser un enclave ficticio. También me inspiré en las semblanzas que mi padre esbozaba de algunos vecinos del pueblo para crear a mis personajes.

«Los grandes temas en el arte, la literatura o el cómic son siempre los mismos, lo único que cambia es la manera de expresarlos»                                       

Se aprecia una técnica académica asombrosa en el dibujo, el guion gira alrededor de la historia, la nostalgia, el costumbrismodesde luego no es lo que se entiende por un cómic «moderno».

Creo que Ronson tiene una vocación moderna en su afán por reconstruir una memoria personal sin recurrir al artificio que habría supuesto insertar una trama basada en la concatenación de sucesos ordenados temporalmente. En ese sentido, pienso que se distancia de gran parte de los cómics que se publican hoy en día -incluidos muchos de los llamados “modernos”-, cuyo armazón argumental sigue el modelo de estructura dramática tradicional. Si bien es cierto que mi dibujo, de estilo claramente naturalista, y mi interés por temas como la historia, la etnología o el folclore alejan a Ronson de lo que se entiende comúnmente como “cómic moderno” o “de vanguardia”, que suele girar más en torno a la experimentación gráfica. En mi caso pretendí que mi papel como autor se invisibilizase en la medida de lo posible: empleé una retícula regular para diseñar la arquitectura de cada página y opté por un dibujo elaborado pero pulcro y sintético, sumado a una narrativa transparente, sin alardes formales, de manera que el lector pudiese sumergirse al máximo en la historia sin advertir quién mueve los hilos.  En cualquier caso, a mí las etiquetas no me interesan demasiado. Creo que tienen su importancia dentro del marketing, pero me parecería deshonesto como autor intentar amoldarme a unas vagas nociones de presunta modernidad para agradar al público al precio de falsear mis verdaderos intereses. Ya es suficientemente complicado encontrar tu propia voz, tu pequeña parcela en la que laborar, como para preocuparse por otras cuestiones.         

¿La conexión con el cine neorrealista es consciente o es consecuencia de la inevitable similitud de escenarios y circunstancias?

Es una mezcla de ambas. El cine neorrealista me apasiona y creo que me ha influido mucho de forma consciente e inconsciente. Me siento muy afín a la filosofía del neorrealismo, cuyo compromiso con la gente sencilla está inscrito en su estilo diáfano y austero, carente de afectación, que pone en primer término las preocupaciones genuinamente humanas. Supongo que el mundo en que transcurre Ronson y los personajes que lo pueblan se asemejan mucho a los que abundan en el cine neorrealista.

A pesar de la dureza y la austeridad de la época y el lugar, provoca cierta envidia la conexión con la vida y la naturaleza. La consciencia.

Eso es algo que yo también sentía cuando mi padre me hablaba de su infancia. La conexión con la naturaleza, la libertad para deambular por el pueblo y sus alrededores desde una edad muy temprana, la camaradería, la capacidad para divertirse con casi cualquier cosa, siempre usando el ingenio… También me sorprendía la cercanía que podían tener niños y ancianos, por ejemplo. Creo que en la actualidad existe un muro entre generaciones, y a veces percibo bastante resentimiento. Aunque en parte puedo comprender por qué, no deja de entristecerme.       

Tras esta zambullida en décadas pasadas, ¿qué sensación le queda frente a los tiempos actuales en comparación?

Tengo sentimientos ambivalentes al respecto. Por un lado, el progreso moral, político y tecnológico es innegable. La España franquista era un lugar terriblemente hostil para muchísima gente (mujeres, homosexuales, clase obrera…) y no cabe duda de que comparativamente gozamos de mayor libertad y bienestar. Por otro lado, hay ciertas estructuras de poder que no han cambiado,  la desigualdad no hace más que crecer y los jóvenes lo tenemos mucho más difícil para prosperar. Estos aspectos negativos vienen propiciados por una suerte de dictadura económica que, vendida bajo la apariencia de un presunto progreso, nos abotarga y confisca nuestra capacidad para vivir dignamente y sentirnos realizados. Mientras trabajaba en Ronson he pensado mucho en autores que me han influido como Miguel Delibes y Ray Davies (frontman de los Kinks) quienes, aun pareciendo muy distantes en lo artístico, tratan en sus respectivas obras de esta falsa noción de progreso con gran profundidad y elocuencia.                           

Por un lado, todo parece muy distinto, y por el contrario, cambiando escenarios y tecnología, se ve muy similar a hoy en día.

Los grandes temas en el arte, la literatura o el cómic son siempre los mismos, lo único que cambia es la manera de expresarlos. Por eso consideramos clásicas a aquellas obras que nunca dejan de ser sujeto de debate, ya que aunque su contexto temporal o geográfico sea distinto, tratan de nuestras mismas preocupaciones. Lo interesante de ambientar Ronson en la España rural de la década de los sesenta es que me permitía ver la realidad desde otro ángulo. Pienso que la labor de un autor es la de no dar nada por sentado, de observar de manera muy concienzuda las mismas cosas que todo el mundo ya da por sentadas, penetrar en ellas y renovar nuestra mirada. Asomarse al pasado reciente te da cierta perspectiva para valorar con más claridad el presente.

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2 COMENTARIOS

  1. Conocí a César Sebastián en una fiesta temática de los 80s, o 70s, ya no me acuerdo. Su presencia áurica, aun sin beca, no pasó desapercibida a nadie. Es un bello artista, tanto por dentro como por fuera y no puedo esperar más a tener un ejemplar de su primera novela entre mis manos!
    Beaucoup de succès! ❤️❤️

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